Llegó diciembre y con él las más acentuadas emociones y tradiciones familiares. Todo ello rodeado de las más alegóricas decoraciones paganas y religiosas, pasando por la preparación de comidas especiales y el ánimo de fiesta que embarga a casi todos.
Los colores brillantes, íconos, melodías especiales se encuentran en cualquier ambiente. Se inicia en las vitrinas de los establecimientos comerciales, calles y en cada hogar que, según su costumbre, posee períodos específicos para hacer presente las fiestas en su interior.
En muchas familias son los niños quienes más estimulan la decoración de la casa y quienes más la disfrutan. Colores, personajes relacionados con la época y la incorporación de personajes animados vestidos de temporada, son la delicia de grandes y pequeños. La fantasía se desborda y el disfrute de ella se evidencia en casi todos.
En la familia comienza una división de tareas, los que decoran, los que cocinan, los que compran regalos. Por supuesto, no pueden faltar aquellos del escuadrón de limpieza, restauración y pintura, en el caso de familias de presupuesto estrecho donde no existe la posibilidad que un tercero realice estas actividades. Cada miembro comienza a perfilar sus preferencias por una u otra tarea, y si no llegase a ser así, por lo menos el compromiso a realizarla. Se hace manifiesta la organización que puede alcanzar la familia para estas actividades, el disfrute o no de las mismas, hará la diferencia en el sentido y mantenimiento de lo que se denominan tradiciones.
Las tradiciones son en sí mismas, el sello que distingue regiones, temporadas y familias. Las fiestas decembrinas por excelencia son el período donde éstas se hacen más evidentes. Es un repetir de la misma manera, acciones que otorgan identidad no sólo a un momento sino a la familia dentro de él. El disfrute, conflicto o sufrimiento de estas será una opción que cada grupo escoja.
Si las costumbres son aceptadas y compartidas con armonía, sabiendo el por qué de su existencia, las fiestas decembrinas tendrán un sentido de índole más emocional y personal que material. Sin embargo, si es un automatismo limitado a decoraciones, vestimenta y regalos, podría convertirse en una carga muy odiosa de llevar, por el sinsentido, superficialidad y costo monetario.
La familia está llamada a hacer un alto en el posible automatismo que pudiera impregnarse a muchas de las actividades, para resaltar la significación que las mismas representan. Significación que puede bien ser religiosa, espiritual y/o simplemente emocional. Lo más importante, trascendiendo de la mera superficialidad de la decoración, fiestas y regalos.
- ¿Por qué es importante la planificación familiar para el año nuevo? - enero 2, 2019
- Las ausencias en las fiestas decembrinas, ¿cómo manejarlas? - diciembre 26, 2018
- Tus regalos de Navidad llegaron antes, ¿los notaste? - diciembre 19, 2018