Frida Kahlo: las Apariencias Engañan | La Nota Latina

Frida Kahlo: las Apariencias Engañan

Recientemente estuve paseando por la ciudad que nunca duerme: Nueva York. Uno nunca se cansa de visitar la capital del mundo. Su diversidad cultural es tan rica que puedes deleitarte con platos de todo el mundo, departir con personas de diferentes acentos y culturas, todo es agitado, siempre hay algo nuevo que ver, una obra de teatro, un concierto, puedes visitar algunos de los mejores museos del mundo, ¡en fin! Este viaje fue precisamente para visitar la exposición de arte de, posiblemente, la artista mexicana más importante del siglo pasado, Frida Kahlo, en el Brooklyn Museum.

“Con amistad y cariño nacido del corazón tengo el gusto de invitarte a mi humilde exposición”. Así leía la invitación de Kahlo a su primera exhibición individual en la Galería de Arte Contemporáneo de la Ciudad de México, un 13 de abril de 1953, hace 66 años. Y tal vez así te recibe esta nueva retrospectiva. Confieso que además de los cuadros, obviamente, lo que más me emocionaba ver era los vestidos de Frida. Hace unos años, cuando mi prima tocaya aún vivía en CDMX, se exhibieron en su célebre Casa Azul en el bohemio barrio de Coyohacán. No tuve oportunidad de ir a verlos en esa ocasión. Y es que en el 2004 un notable tesoro de artículos personales de la artista salió a la luz. Guardados luego de su muerte en 1954 por instrucciones de su igualmente famoso esposo, el muralista y pintor mexicano, Diego Rivera, estos artículos, que incluyen sus increíbles vestidos, artículos personales como sus anillos, botellas de esmalte, algunas de sus prótesis y corsetes de yeso, son exhibidos por primera vez en Estados Unidos.

Brooklyn Museum, 200 Eastern Parkway Brooklyn, NY 11238-6052

Frida Kahlo: Las Apariencias Engañan es la maravillosa exhibición que los alberga, acompañados por fotografías y filme, y provee una oportunidad única de examinar de cerca la política, el género, la discapacidad y la identidad nacional de Frida y las influencias de su creatividad. Una mujer apasionada, que guardaba su tequila en botellitas de Chanel, Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón, nació un 6 de julio de 1907 (canceriana como yo) y creció con el trasfondo de la Revolución Mexicana (1910-1920). Esto la formó en tantas facetas de su vida, desde su compromiso al comunismo hasta la estética de su arte. Frida empezó a pintar el 1925 a los 18 años, mientras se recuperaba de un trágico accidente de tráfico que la aquejaría por el resto de su vida y la dejaría con discapacidades de por vida. Como muchos otros grandes artistas, sus obras no fueron tan conocidas en vida (¿saben que Vincent Van Gogh no vendió un solo cuadro mientras estaba vivo?), pero Kahlo es ahora reconocida como una de las figuras más innovadoras e importantes del Siglo XX. La reputación de Kahlo como artista se desarrolló tarde en su vida y creció aún más póstumamente, ya que durante su vida fue conocida principalmente como la esposa de Diego Rivera y como una personalidad excéntrica entre la élite cultural internacional.

Botellas de esmalte, previas a 1954
Corset pintado por Frida

Sus vistosos vestidos muestran claramente como construyó su propia imagen, acompañada de su compleja herencia cultural (su padre era alemán, su madre mestiza), sus limitaciones físicas, sus creencias políticas y su apasionado compromiso por su amado México. Su estilo único se convirtió en fuente y sujeto a la vez de su arte audaz e intransigente. Frida es tan conocida por su obra como por su vida personal. Su matrimonio con Diego Rivera ha dejado algunas de las cartas de amor -y desamor, más hermosas que he leído en mi vida. Fue una relación terriblemente tumultuosa. Se casaron, se divorciaron y se casaron de nuevo, muy a-la-Elizabeth Taylor y Richard Burton, quienes parecen haber tomado atenta nota de su cuaderno.

Tuvo amantes, hombres y mujeres, y de hecho algunas de sus fotos más famosas, mostradas en esta exhibición, fueron tomadas por Nickolas Murray, un fotógarfo húngaro nacionalizado americano, que también fue su amante. Tuvo una relación con Leon Trotsky, un revolucionario marxista a quien Diego y Frida albergaron en su casa (les puedo recomendar el libro Los Amantes de Coyohacán para conocer más de cerca su relación) y quien eventualmente fue asesinado en México.

Frida en New York: fotografía de Nickolas Murray

Nunca pudo ser madre, a raíz de todos sus padecimientos físicos. Antes del accidente sufrió de polio. Su obra es reconocida en su inmensa mayoría por sus autobiográficos autorretratos (¡la primera reina del selfie!); en ellos exploró su propia mortalidad, su sexualidad, el pos-colonialismo, la clase social y su propia identidad. Al igual que otros artistas contemporáneos mexicanos, Frida fue enormemente influenciada por la Mexicanidad.  La mexicanidad es un romántico nacionalismo que se desarrolló después de la Revolución, y cuya inspiración era resistirse a la mentalidad de inferioridad intelectual que se sufría en Latinoamérica.

Se me hace difícil contar todo sobre la vida y obra de Frida en una simple columna. Hay libros, películas, disertaciones. Eso sí, puedo decir que fue muy emocionante ver el dibujo original de “Pies para que los quiero si tengo alas para volar” en persona.

Y es que la “Fridamanía” que ha arropado la cultura pop de los últimos años nos dan a conocer a la artista no solo por sus obras, sino por sus fotos y sus recordadas frases, tan dicientes en algunos momentos para muchos. El Tate Modern considera a Kahlo “uno de los artistas más significativos del siglo XX”, mientras que, según la historiadora del arte Elizabeth Bakewell, es “una de las figuras más importantes de México en el siglo XX”. Poco a poco, ganó más reconocimiento a finales de la década de los setenta, cuando las académicas feministas comenzaron a cuestionar la exclusión de artistas femeninas y no-occidentales del canon histórico del arte y el Movimiento Chicano la elevó como uno de sus iconos. En 1977, su cuadro Árbol de la Esperanza mantente firme (1944) se convirtió en el primer cuadro de Kahlo en ser vendido en subasta en Sotheby’s, por $19,000. Los primeros libros sobre la artista fueron publicados en México entre 1976 y 1977. Estos hitos fueron seguidos por las dos primeras retrospectivas organizadas de la obra de Kahlo en 1978, una en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México y otra en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago. Ya en los años ochenta, la reputación de Kahlo como artista había crecido hasta tal punto que México declaró su obra patrimonio cultural nacional, prohibiendo su exportación del país. Como resultado, sus pinturas rara vez aparecen en subastas internacionales y las retrospectivas completas no son usuales. Cuando se dan, sus pinturas han batido récords para el arte latinoamericano en los años 90 y 2000. En 1990, se convirtió en la primera artista latinoamericana en romper el umbral de un millón de dólares cuando Sotheby’s subastó Diego y yo por $ 1,430,000. En el 2006, Raíces (1943) alcanzó los $5.6 millones y en el 2016, Dos Desnudos en el bosque (1939) se vendió por $ 8 millones.

Pero fue precisamente una pintura de Diego Rivera, Los Rivales, la que le arrebató a Frida el récord de la obra latinoamericana más cara vendida en subasta, al venderse en Christie’s New York por $9.8 millones.

Dijo Frida sobre su mortalidad: “Espero que la salida sea alegre y espero no volver nunca más”.

La exhibición “Frida Kahlo: Las apariencias engañan” estará en el Museo de Brooklyn hasta el 12 de mayo.

María E. Ginés
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