Los sueños se entretejen y las esperanzas cobran vida para Francia Sandoval y su hija, Frayani Álvarez Sandoval, quienes teniendo un camino recorrido en las artes escénicas, se convirtieron en emigrantes culturales de Venezuela.
Con la valentía de las mujeres de su tierra, el coraje de una abuela de 80 primaveras, la ternura de una biznieta, de tan sólo dos años, Francia y Frayani empacaron sus maletas y se enrumbaron a ofrecer su talento a la tierra de peces y mariposas: Panamá.
Considerada como una de las bailarinas más destacadas de la televisión venezolana, Francia Sandoval , nació en la populosa Parroquia 23 de enero, al Oeste de Caracas y desde que llegó a los brazos de su madre Rosa, esta pequeña soñaba con el escenario que le proyectaba la pantalla de televisión de su casa, donde otras mujeres, sus tías: María, Dilia y Miriam, alimentaban sus esperanzas, reconciliaban sus desamores y reían de la vida al son de los programas sabatinos.
“Esta maravillosa profesión ya venía conmigo del vientre de mi madre, siempre soñé con la fama, la televisión y todo lo que tenga que ver con el arte. Cuando veía a los bailarines de sábado Sensacional, apenas era una niña y no me despegaba de la tele hasta que terminara. Me marcó ese sueño que decretaba y el día que pise ese mismo escenario a mis 18 años fue grandioso. Gracias al apoyo de mi madre, lo logré”.
Bailarina, coreógrafa, productora, actriz y animadora, Francia Sandoval, ha caminado estos roles de la mano de aquello que es intangible y no está a la luz de los reflectores: el ser humano sutil, espléndido y espiritual que descubrimos detrás del maquillaje. “Me describo como buena hija, madre, abuela y amiga, sincera, extrovertida, soñadora, guerrera, detallista, alegre y orgullosa”.
Frayani Álvarez Sandoval, nace de un amor de juventud, con el linaje de las mujeres de su familia, recibió el apoyo de su madre y su abuela. “Desde muy niña realicé comerciales para distintas marcas pero no es hasta que tengo 15 años, que realizo mi primer trabajo publicitario para el diseñador venezolano Hugo Espina, quien nos dio la oportunidad a mi madre y a mí, de ser la imagen de su colección para el momento. A partir de allí, incursioné en concursos de belleza, trabajos publicitarios y pasarelas”.
Formarse para construir las esperanzas
Francia Sandoval se formó con profesionales de diferentes estilos tales como: Ballet Clásico, Danza Contemporánea, Jazz, Música Nacionalista, Tap, Africano, Flamenco, Lírico, Danza Latina, Hip-Hop, Afro Cubano, BallRoom Dance, Bollywood, Salsa, entre otros. “He compartido tarima tanto como coreógrafa y bailarina al lado de renombrados artistas como David Bisbal, Celia Cruz, Oscar de León, Olga Tañón, Tito el Bambino, entre otros. Realicé programas con proyección nacional e internacional como bailarina y coreógrafa: Sábado Sensacional, Miss Venezuela, Mister Venezuela, Programas de Lotería, Comerciales y Chica HTV”,
Participó en espectáculos de proyección internacional, tales como: Carnaval de Miami, Miss Hispanidad Miami, Premio Aplauso Miami, Miss Panamá, Sábado Sensacional en Panamá, Premios EMMY Award NY, Festival de Salsa Bacardi Puerto Rico, Miss Aruba, Sábado Sensacional Aruba, Antena Argentina.
Como productora ha desempeñado en la realización de concursos de belleza, Ferias, Carnavales, eventos corporativos y preparación de Mises, partiendo clases de pasarela, expresión corporal, movimiento escénico y manejo de cámaras para televisión. “También dicto clases de bailo-terapia y Zumba para empleados de grandes compañías corporativas, hotelería, gimnasios y competencias abiertas de deporte en Venezuela y Panamá”.
Y Frayani se nutrió de estas experiencias, porque su hija fue parte de su vida, llevándola de la mano, alimentando aquello que heredó. “He tenido la bendición de estar rodeada de los mejores de mi país en el mundo del arte, eso hizo que desde muy chica fuera nutriendo mis conocimientos con sólo ver y escuchar. Cuando me tocó llevarlo a cabo, sentía que ya tenía un camino importante recorrido, la teoría ya estaba en mis manos sólo tocaba demostrar en práctica lo que había aprendido. Hay muchos que nacen y no conocen su magia, hay muchos que se hacen y aprovechan cada lección. Todos somos capaces, todos nacemos con habilidades, depende de nosotros pulirlas o no”.
Empacar los sueños en dos maletas
Cada venezolano inmigrante, cuenta una historia que va teñida de retazos comunes: inseguridad, protección, salario deteriorado, proyectos truncados, sin embargo Francia y Frayani, con la abuela Rosa y la pequeña Miranda, se llevaron en las maletas esas esperanzas que las han acompañado toda la vida, corazones empeñados en apasionarse con lo que hacen en cualquier lugar donde se encuentren.
“La verdad mi maleta iba muy pesada, llevaba sueños y miedos de empezar de nuevo y dejar una gran estabilidad profesional, zona de confort que me gané luchado y haciendo lo que siempre soñé, mi carrera artística. También metí lo primordial, mi experiencia que era mi fortaleza para el comienzo. He aprendido en este viaje de emigrante que no ha sido fácil, pero tampoco difícil, una gran experiencia llena ya de madurez y manteniendo esa humildad que siempre ha ido conmigo a cualquier lugar del mundo”, narra con nostalgia Francia.
Frayani cuenta que cuando emigró dejó el miedo y las expectativas. “Llené mi maleta de fuerza, paciencia, visión, perseverancia, lucha, de la mano de mi talón de Aquiles llamado familia, no había nada más importante que meter. El reto estaba por comenzar y guerrear en suelos ajenos”.
Cuando le preguntamos cómo ha sido el proceso de adaptación, al unísono respondieron que no se trata de una aptitud acomodaticia sino de un proceso que comienza de adentro hacia afuera y más que tomar es dar. “Todo en esta vida es un proceso, los seres humanos nos retroalimentamos de experiencias, conocimiento. Hubo lágrimas, ansiedad, nostalgia; pero al tomar una decisión y llevarla a cabo, aprendí las nuevas costumbres y aprecie su cultura y todo aquello que tenía Panamá para mi familia, lo cual agradezco desde mi corazón”, precisó Frayani.
Cuatro generaciones de mujeres venezolanas en Panamá, para quienes sus hijas son “ese pedacito de mí que llegó para ser mi combustible” y emanar una sonrisa cuando la nostalgia por la Patria asoma.
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