En un mundo convulsionado, no se puede renunciar a la ética personal: a la manera de ver el mundo.
EL ROSTRO DE LAS AGUAS
El mundo entero se tambalea
y sopla burbujas sobre sí mismo,
observas
como si estuvieras flotando lejos,
tal vez solo una broma
con un terrorífico golpe de línea
como si estuviera golpearndo el techo donde estás
o a través de grietas estrechas en las tablas del suelo.
Si hay distancia entre una cosa
y otra es solo porque
las malezas aún no la han llenado,
tu semilla se aferra, dispersa la niebla,
desdoblas cada dedo,
tu pulgar presionando el anaranjado:
tu inclinación.
Creas un cuento en cada cosa.
Así es como dices, así es como es,
el lenguaje del agua hirviendo,
con sentido vas hacia.
A veces, callas.
Cualquier cosa puede pasar en este mundo:
pero tu ojo no vigila el límite entre la vida y la muerte.
Miras (el sabor en tu boca), para ti: un campo de trigo,
una corteza que fluye, una imagen espectacular.
Aquí, allá.
Todo contigo mismo. Tiembla el tiempo.
- El virus nos dejó en blanco, un poema de Eduardo Escalante - marzo 27, 2020
- El mal no se levantó del infierno, un poema de Eduardo Escalante - marzo 20, 2020
- Escribiendo cosas en silencio, un poema de Eduardo Escalante - marzo 6, 2020