En Venezuela se acerca una nueva elección y aunque no es la presidencial es bien importante por muchas razones. La vida me ha demostrado que las lecciones se repiten una y otra vez hasta que las dominas. Y a Venezuela como país le toca una vez más, en las urnas electorales, elegir su futuro.
Hace tres años de regreso desde el interior del país en un taxi hacia la capital, el taxista –que no llegaba a la treintena- venía conversando sobre eso de ‘como a mí no me afecta, no me importa’ y hasta se jactaba de que no votaba porque al fin y al cabo los resultados –fueran cuales fueran- no le tocaba en el bolsillo. Hoy me pregunto si seguirá pensando lo mismo y actuando en consecuencia. La ley de la causa y el efecto es inexorable. No perdona. A nadie, ni a un país siquiera.
Muchos damos por sentado la vida que llevamos. Como si todo nos fuera dado, sin más. La realidad del venezolano de hoy es tan distinta a la de hace tres años. Quizás hoy ese joven taxista ni siquiera tenga trabajo o esté ‘bachaqueando’ o rebuscando la manera de llevar la comida a la mesa y de garantizar la supervivencia familiar. Hoy con el bolsillo bien estrujado por una hiper meteórica inflación –que los expertos todavía no saben cómo calificar- y una escasez inaudita en los anales de la historia venezolana, seguro tendrá que ir a las urnas y cumplir con un deber y un derecho cívico del que todos gozamos.
Lewis Carroll en Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas nos presentaba el tema de cómo la pequeña Alicia, temerosa por asumir las responsabilidades propias de su sociedad y de su círculo familiar, caía a través de un hueco en un árbol y se transportaba a un mundo diferente. En realidad si Alicia sentía miedo por ajustarse a los retos de su vida, en ese sicodélico mundo encontró más que desafíos y solo cuando los enfrentó pudo hallar la fortaleza y el verdadero sentido interno con los cuales despertar de su ‘escapada’ y regresar a casa para comprometerse con lo que tenía por delante. Los cuentos infantiles enseñan mucho y es que como personas y como sociedad preferimos escapar a enfrentar las responsabilidades. Igualmente, la vida te estará esperando a que entiendas que la lección la tienes que aprender y cumplas con los pasos necesarios hasta que logres dominarla y vencerla. A la vida le vale muy poco que digas ¡Eso no es conmigo! Te va a devolver un sí muy rotundo. ¡Sí es contigo!
Como venezolanos, por ahora, podemos disfrutar de ese derecho y ese deber que es ir a expresarnos en las urnas electorales. El tiempo de la comodidad se acabó, del que otros arreen la carga porque ‘eso no es conmigo’, ‘no me afecta’ o el simple ‘no me importa’. En el pasado, mientras las mesas de votación estaban vacías y los cuadernos blancos y sin firma, los centros comerciales, los restaurantes, los cines y todos los sitios de entretenimiento, incluyendo las playas, estaban repletos de gente, amén de aquellos que planificaban sus vacaciones justo en período electoral. Cuando tenían que pasar casi que cuadra por cuadra gritando por parlantes que fueran a votar, nadie estaba en casa aguardando los resultados electorales con el dedo manchado de tinta, garantía de votación en Venezuela. Estaban disfrutando de una bonanza petrolera, de una comodidad grandísima, confiando en que unos pocos decidirían el destino de la mayoría.
Pues hoy esos pocos están muy bien, mientras la mayoría está muy mal. Y bien merecido lo tenemos porque en esta vida, como seres humanos debemos comprender que formamos parte de un TODO y que cualquier parte afecta a esa totalidad. Como país dimos por sentado muchas cosas. Hoy la vida sufriente nos da la oportunidad de ser responsables con nosotros mismos y con el país. No importa por quien se vote, no trato de hacer diatriba política en este artículo. Es más vote por la opción de su preferencia, sin prejuicio alguno. Lo que importa es que vote.
Aprendamos la lección, somos parte del mundo, estamos interconectados, asumamos las responsabilidades que la vida nos ha dado, por más duras que sean y busquemos en los desafíos la fuerza interna, el coraje y la luz para lograr el éxito. Cumpliendo con nuestra parte, porque más pequeña que sea, cambiaremos el destino o daremos un paso adelante rumbo a un cambio mayor.
Y ojalá el final sea más feliz como el que tuvo Alicia cuando regresó a casa luego de esa aventura en el País de las Maravillas y se incorporó con seguridad plena a su vida cotidiana.
Evelyn Navas @EcnaproAsesoria
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