Mi hijo se despertó esta mañana y se sentó como todos los días a la mesa, bostezando y con ojos dormilones. Entonces, mientras mi esposo le hacía el desayuno, le contó que Donald Trump había ganado las elecciones. Abriendo los ojos y lleno de emoción le preguntó, “¿De verdad ganó?“
Mi pequeño solo tiene cinco años y medio y claramente no entiende el contexto ni las repercusiones de este resultado. Sin embargo, durante meses lo escuché hablar de Trump con entusiasmo, porque era lo que estaba escuchando en el colegio. ¡Qué ironía! 16 renacuajos de kinder acertaron el resultado que los periodistas, expertos y encuestadores fallaron con verguenza.
Tal como pronostiqué hace unas semanas en mi columna sobre el resultado del plebiscito de Colombia, la maquinaria Demócrata perdió porque desafió un león dormido. Catalogaron a los simpatizantes de Trump como ignorantes desde que lanzó su campaña el año pasado, y silenciaron opiniones con encuestas ficticias y canciones ofensivas de celebridades que no han ido a hacer mercado o pagado un préstamo de vivienda en años.
“Esta elección comprobó la desarticulación de la clase política de Washington con sus votantes. Los “servidores públicos” viven en una burbuja de sobornos, carros blindados y restaurantes elegantes. Mientras tanto, la clase trabajadora sufre para salir de la pobreza. Muchos de éstos estadounidenses están recibiendo algún tipo de ayuda del gobierno, lo cual los averguenza, pues sus padres–en su mayoría inmigrantes–les enseñaron desde pequeños a trabajar en lugar de pedir limosna”.
Votos olvidados
“Los votos olvidados” son personas sencillas y humildes. Desde hace años, tienen las manos y el corazón listos para trabajar. En este segmento de la población–ignorada por Hillary Clinton–fue donde Trump encontró el nicho del electorado que lo llevó a la victoria. Una jugada maestra por la cual merece todo el crédito.
Aunque voté por Trump, no voy a decir que lo apoyé desde el comienzo. Por el contrario, voté para evitar que la saga de corrupción y escándalos de Los Clinton se adueñara de la Casa Blanca una vez más. Sin embargo, durante la última semana de campaña, el mensaje: “Dénme la oportunidad. ¿Qué tienen que perder?” me influenció al igual que verlo batallar contra su oponente, sus detractores y los periodistas sezgados.
“Si bien es cierto que Donald Trump hizo historia y cambió el mapa electoral de Estados Unidos, la bondad y confianza de sus seguidores también lo cambiaron a él. Ojalá entienda que su próximo rascacielos tendrá la vida de más de 300 millones de ciudadanos en el aire”.
Por último, como inmigrante hispana me siento orgullosa de los latinos que votamos por Trump. Todavía no hay cifras exactas, pero no fuimos pocos los disidentes (25% aproximadamente). El partido Demócrata asumió que tenía el voto hispano en el bolsillo, pues siempre nos han visto como ciudadanos de tercera clase, débiles y necesitados. Pero cometieron el mismo error de Mitt Romney en 2012 y descartaron nuestra influencia en el electorado. ¿Será que algún día van a aprender?
No puedo pronosticar si Trump va a ser un buen o mal presidente. Eso se lo dejo a Dios. Por el momento, pienso disfrutar el triunfo y el sentimiento de esperanza por estar en el equipo que venció contra todos los pronósticos.
Gracias por leer y compartir.
- La voz de la chicharra, un cuento de Xiomara Spadafora - abril 27, 2020
- Teletrabajo: ¿Cuál es su verdadero reto? - abril 1, 2020
- Coronavirus: ¿Cuál es la naturaleza del miedo? - marzo 17, 2020
