Gusto europeo, intimista y personalizado, assí es Villa Magalean una villa que muchos hondarribitarras conocieron a mediados del siglo pasado con el nombre de Villa Albertina. Los actuales propietarios, un matrimonio francés, adquirieron la villa para convertirla en un pequeño hotel boutique al que, con buen tino, decidieron poner el nombre de Magalean. Porque “Magal” en euskara significa cobijo, regazo, protección (Magalean: en el regazo, a cobijo, ) y es así, protegido, como se siente el cliente en el momento que atraviesa la gruesa puerta de madera del siglo XVII que, proveniente de una casa señorial, Caroline Brousser y Didier Miqueu encontraron en la localidad murciana de Lorca y es ahora la entrada a la Villa.
Esa es una de las muchas piezas con alma que decoran este hotel boutique que aúna preciosas historias personales ligadas a Francia y a Hondarribia, olvidando los siglos de luchas y rivalidades por este enclave separado de Francia sólo por las aguas del rio Bidasoa.
Caroline, la propietaria, no tuvo dificultades en convencer a su marido Didier para emprender un nuevo rumbo laboral. Ella, y como ella antes sus padres y abuelos, conocia Hondarribia donde habia creado recuerdos imborrables en el transcurso de sus vacaciones. Un entusiasmo, que sumado a la belleza innegable de la ciudad, contagió a su marido . Juntos apostaron por este hotel de 8 habitaciones
Nombre propio, Albertine, que también se le da al salón de lectura para no olvidar el origen de la villa que Caroline conoció de niña aunque, probablemente, nunca imaginara que la compraría en 2013. Cuatro años de trabajos después, Villa Magalean abría sus puertas incorporando novedades y metros respecto de la edificación primigenia.
Parte de esos metros se han destinado a la instalación del spa Henriette. Nombre propio que se vuelve a colar para rendir homenaje a una gran amiga de la abuela de la propietaria de Villa Magalean. Henriette, se casó con el poeta vasco Fernando Artola que se exilió desde Hondarribia (España) a Hendaya (Francia, al otro lado del Bidasoa) con el estallido de la guerra civil. La francesa, pinonera masajista, conoció a Monette, la abuela de Caroline también francesa, en Hondarribia, a donde Artola regresó tras 3 años de exilio.
En los bajos de la Villa, un edificio de estilo neo-vasco que ha sido rehabilitado teniendo en cuenta cada una de las características de la época, se encuentra el restaurante Mahasti. Al igual que el hotel o el spa es de tamaño manejable, intimo, muy cuidado. Cuidado que hace extensible al producto que sirve. Siempre de calidad superior y , siempre que se puede ,proveniente de KM 0. Resulta fácil con el pescado que llega del propio puerto de Hondarribia o de los cercanos Pasajes o San Juan de Luz ( Francia). Tampoco resulta complicado con las verduras que llegan de las huertas próximas o de la cercana Navarra. Las escasas concesiones son para el aceite que llega de Córdoba y el jamón de Guijuelo que procede de Salamanca. Los resultados hablan por si solos.
Pueden leer en La
- Pink Lady: la historia detrás de la manzana más famosa de España - mayo 15, 2023
- Valencia, el faro del Mediterraneo - mayo 10, 2023
- Elvira Roca Barea da el salto a la novela con la publicación de Las brujas y el inquisidor - marzo 23, 2023