Un paseo por el arte más desconocido del genio español en Zaragoza, su tierra natal
Francisco de Goya es uno de los pintores españoles más universales. Su estilo personal, dominio técnico y talento innovador lo llevaron no sólo a ser un referente de sus contemporáneos sino a sentar las bases de importantes movimientos artísticos posteriores. Es habitual encontrar la expresión “padre del arte moderno” para referirse a él. Pero, ¿quién fue Goya antes de convertirse en una figura de tal trascendencia? Un viaje a sus raíces, a su tierra natal, nos acerca a su obra de juventud, la etapa más desconocida de su trayectoria.
Goya nació en 1746 cerca de Zaragoza, una ciudad del norte de España a la que hoy se llega cómodamente en apenas hora y media en un tren de alta velocidad desde Madrid y Barcelona. La urbe fue el lugar donde creció y se formó el artista y donde recibió sus primeros encargos importantes anteriores a 1775, año de su traslado a Madrid. Hasta qué punto marcó al artista este periodo de su vida es una cuestión que los expertos resuelven con contundencia.
“El lenguaje materno, el lenguaje de Zaragoza, la luz de esta ciudad, el viento conforman la personalidad de Goya de una manera irreversible y para siempre”, afirmó Manuela Mena, conservadora jefe de la pintura del siglo XVIII y Goya del madrileño Museo del Prado.
Las palabras de Mena fueron pronunciadas durante la presentación de la exposición “Goya y Zaragoza (1746-1775). Sus raíces aragonesas” con la que recientemente abrió sus puertas tras una remodelación y estrenando nombre el Museo Goya de Zaragoza, el único en el mundo que expone de forma permanente todas las series de grabados del genial artista español.
Para la experta del Museo del Prado, donde se conserva el conjunto de obras más rico y variado existente del pintor, es importante poner en valor la producción de Goya antes de su marcha a Madrid pues en estos primeros trabajos, generalmente de temática religiosa, empezó el artista a dar forma a su inconfundible estilo, fuera de lo convencional.
“Lo que hoy entendemos por Goya empieza en esa pintura religiosa donde, cuadro por cuadro, podemos darnos cuenta de cómo subvierte la iconografía tradicional, la cambia, para mostrar mejor los sentimientos humanos. No importa que sea pintura religiosa, hoy en día minusvalorada. Para él, era lo mismo; en la pintura religiosa Goya propone sus propias ideas”, explica Mena.
Sus Obras
Sólo tendremos que caminar una corta distancia desde el Museo Goya para llegar hasta la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, declarada “Patrona de la Hispanidad”. Este monumento es punto de obligada visita para todo turista que se acerque a Zaragoza y es el lugar para el que Goya recibe, a los veinticinco años, su primer encargo importante: la decoración de la Bóveda del Coreto. Para este trabajo, el artista realiza el fresco “La adoración del nombre de Dios”, que termina en 1772.
A esta obra le siguieron otras de carácter privado, a las que se une el ciclo de pinturas murales que realizó entre 1772 y 1774 para la Cartuja de Aula Dei, monasterio situado a unos diez kilómetros de Zaragoza. Goya decora su iglesia con once escenas que cuentan la vida de la Virgen María y la infancia de Cristo, de las que se han conservado siete. Este trabajo es considerado como uno de sus mejores y más desconocidos conjuntos artísticos.
Los expertos destacan la influencia evidente en estos trabajos de las lecciones recibidas durante su viaje de dos años (1769-1771) a Italia. Para Manuela Mena, este viaje fue “un paso fundamental” en su trayectoria. “El estudio directo de la antigüedad clásica y de las academias de dibujo le sirve después para avanzar en su pintura”, destaca.
También podemos encontrar obra de juventud de Goya (pudieron ser pintadas a principios de 1770) en Muel, población situada a 27 kilómetros de Zaragoza. Éste fue el lugar destacado por Eugenia Blanco, organizadora de “Rutas con Alma, Vida y Corazón”, para proporcionar una experiencia de ocio diferente a cualquier interesado en seguir la huella del Goya joven en Zaragoza. No por motivos puramente pictóricos sino por la singular ubicación de la ermita que alberga los frescos.
“La ermita preside un parque natural junto al río que es una verdadera sorpresa para los que visitan Muel por primera vez”, destaca. “Es un espacio lleno de magia que invita a pasear. Hay un espacio infantil, un andador entre las rocas, fuentes y mesas tipo merendero pues son muchos los que disfrutan de un chapuzón en las pozas que se crean debajo de la cascada. Porque sí, ¡también hay unas impresionantes cascadas!”, detalla.
Casa natal en Fuendetodos
La última parada de este viaje por las raíces del genial artista la haremos en la que fue su casa natal, ubicada en la pequeña población de Fuendetodos, de poco más de 150 habitantes. Situada a 44 kilómetros de Zaragoza, fue el lugar donde Goya pasó los primeros seis años de su infancia mientras su padre, José, trabajaba dorando el retablo mayor de la iglesia parroquial.
La casa sigue conservando hoy todo el aspecto rústico y popular que tuvo en la época. En su fachada puede leerse: «En esta humilde casa nació para honor de la patria y asombro del arte, el insigne pintor Francisco Goya Lucientes. 31 Marzo 1746 – 16 Abril 1828. La admiración de todos rindió este homenaje a su imperecedera memoria».
Laura Gil González
Twitter @lauragilg
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