Venezuela: vivir en un país agónico | La Nota Latina

Venezuela: vivir en un país agónico

Ya nos hemos acostumbrado a vivir con la palabra crisis en nuestro día a día. No se trata solo de la muerte, de la pérdida de seres queridos, de una crisis económica, que con suerte será temporal, o de una crítica situación política como la que viven muchos países. En Venezuela se ha hecho más que una costumbre: la crisis se vive a diario, con una debacle que más allá de lo político, nos enfrenta en lo económico, en lo social, en lo intelectual y cultural, y va hasta lo más profundo, en nuestros sentimientos como venezolanos.

Aún así, nadie baja la guardia. Con todo, las familias siguen apostando por un continuar en tales circunstancias, cuando las prioridades las establece la cotidianidad marcada por una inflación que pulveriza los bolsillos en un instante. ¿Se tiene paz y tranquilidad para evaluar la vida y ver qué opciones presenta el panorama? Seguramente, no.

Las prioridades del venezolano son otras. Es como si una gran tormenta azotara con fuerza todo el país. Y se está muy pendiente de lo más urgente y de lo inmediato. ¿Cómo encontrar razones para continuar? Hemos vivido nuestras propias crisis personales y hasta como país y hemos logrado salir de ellas. Desde situaciones políticas hasta momentos personales, el venezolano siempre afrontó la vida con entusiasmo y con humor. Marcado por su generosidad, solía dar de más en los momentos más cruciales.

El problema no está en uno mismo: se reorganizan las prioridades y se trabaja en función de atenderlas lo mejor posible. No hace falta estar a la moda, o se puede postergar la compra de ropa y calzado, posponer asuntos personales para un mejor momento y hasta buscar fuentes alternativas para la distracción, así sea personal o familiar.

¿Cómo hacer cuando se tienen hijos? Es también una oportunidad para ellos muy difícil, pues el hecho de haber crecido con comodidades los enfrenta ahora a un país totalmente diferente, donde hasta si quieren comer deben afrontar las colas por el suministro de lo básico o saber de que en aras de garantizar el sustento, los padres no les darán las vacaciones acostumbradas o la ropa o implementos de última moda que tanto anhelan.

En los hogares todo ha cambiado: ahora como grupo familiar toca una mayor participación y la colaboración es fundamental para seguir manteniendo cierta rutina. Se trata de un aprendizaje colectivo que es doloroso porque es impuesto desde el exterior, forzadamente.

Aún así lo que nunca pierde el venezolano es la voluntad de seguir adelante, de dar cada día lo mejor de sí mismo. Y en este punto resulta fundamental mantener la calma ante lo impredecible y lo cotidiano, por más difícil que sea, sin ignorar la realidad.

Establecer un cable a tierra y enseñar a los hijos a seguir a pesar de lo que se vea y se experimente diariamente se ha convertido en todo un reto familiar. Es necesario buscar la paz en todo momento y apreciar alternativas para disfrutar de la vida: reconectar con la naturaleza, practicar actividades viables como la música, el arte, la cultura o la lectura, desde lo simple.

Seguro son alternativas que ya muchos padres venezolanos están implementando, pues la vida no se puede llevar con miedo, inseguridad y dolor. Ver lo positivo aún en la adversidad más compleja, nos ayuda a valorar la vida y a no dar nada por sentado. Seguir el compromiso de vivir con dignidad y una emocionalidad sana. Este tipo de crisis nos fortalece porque nos hace mejores seres humanos. Y como los males no duran eternamente, saldremos también fortalecidos como sociedad cuando todo esto pase.

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FOTO: nbcnews.com

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