Hace muchos años escuché decir que Cuba era el gallinero del Caribe. No lo llegué a entender hasta que me lo explicaron y no hubo dudas de la analogía por semejante comparación. Si les suena mejor algo parecido a un burdel, de eso se trata.
Eventualmente los hechos han convertido a la isla del archipiélago cubano en tráfico para todo tipo de residuos –es de lo que vive- a expensas de otros países aliados convertidos en ratoneras para la protección y cuidado de esa porción de tierra, bajo el comando de dos ancianos con kilométricos años en el poder.
En deshonra de la semejanza, Venezuela, principal país sustentador de la economía cubana, hoy ha pasado a ser, comparativamente, un laberinto y asentamiento del narcotráfico.
¿Pensaría El Chapo Guzmán que le están roncando los tobillos desde Venezuela? Probablemente está advertido de las andanzas de los militares tras el tesoro de la droga. Quizás piense que sigue siendo el rey, pero con ojo avizor por los tentáculos en movimiento desde el territorio venezolano.
Pero el asunto extraordinario para El Chapo y algún otro patriarca del narcotráfico, es que en Venezuela, a diferencia de otros países, las escaladas del “veneno”, son reconocidos, no con cárcel, sino con premiaciones de alto nivel para mantener en resguardo el músculo más letal del cuerpo humano que, al moverse, lanza misiles y descubre el paquete de la droga.
No en vano, el personaje aquel con apellido repetido, Aponte Aponte, cuando cantó lo alejaron de su tierra porque embadurnó con su lengua, tipo ventilador, a mucha gente ligada con el gobierno revolucionario.
Ahora es entendible que al recién nombrado Ministro del Interior, el general Néstor Reverol, acusado por una Fiscalía del estado de Nueva York de traficante de drogas, haya recibido tan prestigioso cargo para mantener su lengua en reposo; de no ser así, pondría al descubierto los verdaderos integrantes del Cartel de los Soles, lo cual comprometería las horas contadas que tiene el régimen, también por aquello de “no me voy a hundir solo”.
Los nuevos valores que ha impuesto el socialismo en Venezuela son: condenar y arremeter las ideas democráticas, perseguir y fracturar cualquier indicio de libertad y libre comercio de ilícitos. Por ningún lado se divisa el honor.
El cucarachero se ha estado moviendo hasta que el diario español ABC, sacó a la luz pública la semana pasada, el encuentro en la Isla de Margarita, donde los bandidos de la “apreciada” mercancía se reunieron, entre ellos Hugo Carvajal y el ex juez español Baltasar Garzón, bajo la égida logística del gobernador del estado Nueva Esparta, empresarios venezolanos, aeronaves, custodios, alojamientos de lujos y otros detalles.
Semejante triada dispuso inmediatamente un plan de emergencia recordando la frase «cuando las barbas de tu vecino veas arder, pon las tuyas a remojar». Cada personaje tiene su expediente acumulado, Carvajal y Garzón señalados por conductas “inapropiadas”. El otro por discapacidad para gobernar, por ahora.
“Garzón trabaja en un informe para cuestionar la validez de los procedimientos utilizados por EE.UU y que puede ser usado en la defensa de varios imputados, como los sobrinos de Maduro que se encuentran presos en Nueva York y ahora el general Néstor Reverol, que hasta julio era el jefe de la Guardia Nacional, y de Edylberto Molina, agregado militar en la Embajada de Venezuela en Alemania. Son acusados de ayudar al narcotráfico cuando eran director y subdirector de la Oficina Nacional Antidrogas”, reveló el diario español.
En Venezuela, todos se tapan y en Estados Unidos destapan la desmoralización de los venezolanos, el país del narcotráfico convertido en una letrina por la revolución socialista, justo en el siglo que pretendieron inmortalizar pero con prácticas “toxicotrópicas”.
Ahora el mundo lo sabe y comprobó que Cuba es el gallinero del Caribe y Venezuela es la letrina de la droga a paso de vencidos. La patria vive, la droga sigue.
@susanamorffe
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