Un simple bolso, o cartera como también se le conoce, fue capaz de motivar a una pareja de anticuarios hace 30 años para crear el Museo de Bolsos y Carteras Hendrikje. Se trataba de una pieza de singular belleza y originalidad: un bolsito de caparazón de tortuga y nácar. Hoy son más de 5000 piezas –agrupadas por época, diseñadores y estilos- las que cuentan la evolución social, artística y de la moda en nuestra sociedad occidental. Se exhiben en una hermosa mansión que anima a la tertulia y el encuentro con todo el lujo posible al alcance hasta de un clic en Ámsterdam, capital de los Países Bajos.
A todas las mujeres nos encanta un bolso o una cartera: grande, pequeña, práctica, de noche, para fiestas, multiuso, playera… lo que sea, como sea, del material que sea. Ahora, esta historia es cautivante porque demuestra que el ingenio, la pasión y el amor por el arte pueden llevarte muy lejos.
Un bolsito de mano, de una belleza extraordinaria, motivó a dos anticuarios a crear en su propia casa un museo y desde hace 30 años existe en Ámsterdam este Museo de Bolsos y Carteras Hendrikje que ahora recibe a más de 85 mil visitantes al año, convirtiéndose en uno de los mencionados en el TOP TEN de los museos más insólitos que seguro no conocías para visitar en Europa.
Cuando Hendrikje y Heinz Ivo compraron ese pequeño bolsito, se convirtieron en apasionados coleccionistas y con el tiempo en expertos y ávidos conocedores de bolsos, llegando a reunir una colección privada de calidad excepcional, que luego compartieron con el mundo entero en su propia casa por casi 20 años. En un pequeño pueblo inglés compraron un bolso de cuero de la década de 1820, con placas de concha de tortuga. Hendrikje Ivo, quien coleccionaba y comerciaba antigüedades, se apasionó inmediatamente por su increíble belleza: “sentimos éxtasis y nos lo llevamos a casa como una obra maestra real. Empecé a investigar la historia del bolso de mano y allí fue cómo generamos este museo”.
Las carteras y los bolsos, de todo tipo, pasaron a ser del interés total para Hendrikje y Heinz Ivo. Hendrikje explica: «Fue un proceso divertido y muy instructivo. Los viajes se convirtieron en un emocionante proceso de búsqueda. En las ferias de antigüedades encontramos bolsas y carteras y empezamos a comprarlas, volviéndose recurrente llenar maletas con muchos de ellas. La tentación fue irresistible. Con tanta belleza junta, sólo teníamos que compartirla. Nos llenaba de alegría mostrarlas y así fue como nació un pequeño museo en nuestra propia casa».
Hace 10 años se mudaron a una nueva residencia gracias a un mecenas privado. La hija del matrimonio, Sigrid Ivo, especialista en historia del arte, contribuyó notablemente al éxito del museo. La nueva residencia había pertenecido a un ex alcalde y fue reformada y amueblada lujosamente. La actual sede del Museo de Bolsos y Carteras Hendrikje, cuenta con una espléndida ubicación, con exposiciones de alto perfil, que ofrece mucho más: salones especiales para encuentros privados, de alto perfil, con comida de primera línea y todos los servicios para que los eventos sean espectaculares. Los salones están ambientados en los siglos XVII y XVIII y tienen capacidad para albergar entre 40 y 80 personas. El alquiler va desde los 450 euros por persona. Y es tan variado el servicio que ofrece que se adaptan para realizar una reunión de negocios o hasta una boda. Y lo mejor, puede reservar su evento con un clic a través de la página web.
Hoy es un museo consagrado, que aplica un interesante formato de mercadeo. Las exhibiciones son atractivas y muy singulares. Este año presentan la exposición Ugly/Feo, donde plantean una discusión sobre cuestiones de gusto y belleza a través de diversas épocas. Y luego ‘Keecie’ del diseñador holandés Klaartje de Jong, con su colección que se caracteriza por los diseños originales hechos a mano a mano con serigrafías únicas, inspirada por los propios bolsos y carteras del museo. Si se anima a visitar Ámsterdam hasta julio tiene tiempo de ver estas muestras.
Estas señas le van a servir para deleitarse en una visita a la capital holandesa y disfrutar mucho más de sus tradicionales lugares de interés: Herengracht 573, 1017 CD, Ámsterdam; TassenmuseumHendrikje en Facebook y Tassenmuseum en Twitter y/o directamente a esta página.
500 años de historia, arte, lujo y confort
Desde la Edad Media hasta nuestros días, la cultura occidental está reflejada en bolsos y carteras de todas las épocas, incluyendo las elaboradas a mano por hábiles y exquisitos artesanos hasta las creaciones de los más importantes diseñadores de moda actual. El Museo de Bolsos y Carteras Hendrikje es único, reflejando en sus exhibiciones 500 años de historia occidental. Es el más grande de su tipo en el mundo y es el único dedicado al tema en Europa. Su impresionante colección reúne carteras, bolsos, maletas, zapatos, sombreros y accesorios que hacen juego.
Hoy los bolsos y carteras son prácticamente objetos de culto femeninos. Pero en realidad, fueron creados en la antigüedad para los hombres, pues no existían los bolsillos. En sus bolsos y carteras llevaban dinero, bienes personales, documentos, cartas, limosnas y reliquias, amén de alimentos y hasta transportaban bebidas. Los había de diferentes cueros de animales, telas tejidas y con cordones o cierres. Algunos colgaban al hombro, otros era tipo sobre, y lo que sí: se llevaban unidos al cinturón o la faja. Los hombres más ricos los mandaban a elaborar en finos cueros o telas preciosas con bordados en seda e hilos de oro y plata, así como adornados con piedras preciosas, plata y oro. Las mujeres comenzaron a usar sus bolsos también por esa época, siempre colgando a la cintura. Cuando los bolsillos interiores dominaron la moda masculina, la cartera de hombre paulatinamente desapareció. Las carteras y bolsos nacieron como artículos útiles para todos, y sólo en el caso de los aristocráticos, el lujo en la elaboración marcaba la diferencia. La bolsa más antigua en este museo data del siglo XVI y se está elaborada en piel de cabra, con botones elegantes y broche de metal, tiene 18 compartimientos y cerraduras secretas.
En este museo se encuentra de todo. Desde costosos bolsos con broches de fina elaboración en plata, un detalle netamente holandés del siglo XVII; carteras de segunda mitad del siglo XVIII con broches especiales, que eran legados de madres a hijas, y los primeros bolsos con cierres para cuero y telas como terciopelo, damasco o seda. Se usaban con cadenas y luego dominaron ampliamente los inicios del siglo XIX. Ya para estos tiempos se une el neceser, como un elemento principal a la hora de viajar en tren o en barco de vapor. Fue este siglo el que vio la luz a las maletas, las cajas para zapatos y sombreros y otros tipos de maletines con formas especiales, fácilmente apilables para techos de carruajes y embarcaciones. También nacieron los estuches de manicura, porta botellas y cajas decoradas con plata, cristal, marfil y madre perla, precursoras de un lujo y creatividad que hoy es común en el diseño.
El descubrimiento de Pompeya en el siglo XVIII motivó un cambio total en la moda del vestir y es allí cuando se empiezan a diseñar bolsos delicados con cadena, más acordes con la vestimenta dominante de la época. El impacto fue tal que hasta las primeras décadas del siglo XX se empleó este tipo de cartera. Durante la revolución industrial del siglo XIX empezaron a utilizarse materiales muy diversos como el cartón duro, hierro y acero pulido. Muchos diseños variaron para hacer más cómodo el hecho de viajar en tren y barco. Los bolsos de viaje en tren fueron los precursores de lo que se conoce como equipaje de mano. Como eran cómodos, se fueron creando versiones para visitas cortas o simplemente hacer compras.
El siglo XX con toda la practicidad e innovación que impuso en todos los campos del quehacer humano, también planteó un reto de diseño en esta área de bolsos y carteras, que luego combinaron con zapatos, sombreros y alhajas. Nacieron las carteras para diversas ocasiones; de día, las de ir a la oficina, para ir al supermercado, las del gimnasio o simplemente recrearse, las de oficina, las de noche para eventos elegantes, con todo el lujo y brillo posible. Los vanity case, los bolsos con garras metálicas, los bolsos de plásticos con toda su transparencia, los de neón, con formas extrañas, desde un beso, hasta gatos, búhos y demás. Los porta maquillajes de todos los tamaños, las cigarreras; toda una gama de carteras y bolsos en todos los tamaños posibles e imaginables, que vieron un auge después de los años 50, dando lugar a la incorporación de cualquier clase de material.
En los años 60 los diseñadores de moda como Mary Quant, Pierre Cardin, Paco Rabanne e Yves Saint Laurent, miraron a su alrededor y se dejaron capturar por el espíritu juvenil y la decadencia del momento e inventaron nuevos bolsos, con estilos audaces, indolentes, que llamaban la atención de jóvenes y hasta de los más maduros y no solamente mujeres, sino hombres que volvieron a portar al hombro sus carteras, rumbo a sus trabajos. La marca italiana Prada, conocida por décadas por sus bolsas de cuero clásicos, se adueña del mercado usando simple nylon negro y nace la mochila –tan amada por todos hoy día- y actualmente, no hay marca en el mundo que no tenga siquiera una en sus colecciones.
Para ilustrar este siglo XXI este maravilloso museo reúne piezas Must-Have, muchas de las cuales han sido creadas por diseñadores de marcas como Chanel, Dior, Dolce& Gabbana, Hermès, Gucci, Louis Vuitton, Bottega Veneta y Prada. Actualmente, la moda de los bolsos y carteras cambia constantemente, por temporada, y mucho del diseño va en combinación entre bolsos, zapatos, perfumes y demás productos relacionados con las propias casas de moda. Forma parte fundamental del mercadeo de la marca. De allí el notable esfuerzo por tener a las estrellas del espectáculo, cine, televisión, reality shows, deportes estelares, teatro, música y modelaje, usando estos accesorios altamente consumibles. Algunos bolsos y carteras se han convertido en íconos, permaneciendo incólumes por décadas y se cotizan carísimos en el mercado vintage como el Birkin de Hermès y el Lady Dior de Dior. El bolso Kelly se diseñó en la década de los 30, pero se convirtió en un icono en 1955, cuando la actriz Grace Kelly, princesa de Mónaco, fue vista con él. Otro verdadero clásico es el Chanel 2.55 con su modelo característico de piel de ternera envejecida con cadena de oro, que data desde los tiempos de la propia diseñadora y suele ser aún uno de los más vendibles del catálogo de Chanel. En esta lista entra el Speedy por Vuitton (originalmente de la década de los 30), el Jackie de Gucci, el Saffiano de Prada y el Baguette de Fendi.
Evelyn Navas @EcnaproAsesoria
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