Les confieso que hasta hace apenas cinco años comencé a cobrar por mi trabajo. Me costaba muchísimo decir: ¡No! Entonces, en esa lucha por echar a andar mi emprendimiento, asistía a eventos, escribía entrevistas, publicábamos artículos para redes sociales y notas de prensa sin ningún tipo de costo. Sencillamente, no valoraba mi trabajo ni mucho menos mi profesionalismo.
Algunos de los empresarios que lean este relato pensarán y ¿cómo ha podido sobrevivir por tanto tiempo? Es una boba. Los emprendedores, en cambio, quizás, se identifiquen, pero ¿qué pueden hacer? Les recuerdo a los empresarios que todos tenemos procesos diferentes. Quizás, alguno de ustedes contó con un “músculo económico” o capital para comenzar, realizaron un efectivo plan de marketing, dieron “al tiro” con su negocio, se asociaron con otros, en fin, los caminos pueden ser muchos e inusitados. En mi caso, he trabajado con un equipo mínimo, muchas veces en solitario, tengo un esposo que siempre me ha apoyado, soy perseverante a morir, amo lo que hago y Dios nunca me ha abandonado.
Gentiles lectores, los cuentos de cómo desperté pueden ser escabrosos, graciosos y más largos que el cabello de Rapunzel; sin embargo, hubo uno que calo en mi mente y corazón. Un sábado, salía apresurada y mi esposo me dijo:
–Qué evento es ese tan importante que me dejas solo en nuestro día de descanso: ¿Te van a pagar?
Subí a mi carro con sentimiento de culpa. Atravesé todo Miami y cuando llegué al evento, obtuve la cachetada esperada. Muchos de los comunicadores presentes recibieron honorarios por la cobertura y Marybel, ni siquiera para la gasolina que en aquel momento estaba barata y, lo peor, ni las gracias.
Entonces, además, de profundas reflexiones, realice un par de sesiones de coaching donde aprendí que si no valoro mi trabajo, nadie lo hará por mí. Que estaba muy equivocada al querer buscar exposición de mi plataforma en Miami sin recibir compensación. Me desvalorizaba. Tenía miedo a la reacción de los demás.
De esas reflexiones les dejo estas:
Al no cobrar por tu trabajo, le quitas, a quien se está beneficiando, la oportunidad de exigirte mejores resultados.
Fortalecerás la creencia: “Mi trabajo no vale tanto como para cobrar por él”.
Lo valioso cuesta. Tus clientes le pagan a otro porque tienen la falsa creencia de que como regalas tu servicio, este no es el mejor.
En consecuencia, tú trabajo, tiempo, esfuerzo y experiencia tiene valor. Si alguien te pide algo de forma gratuita significa que no aprecia lo que estás haciendo. Debe existir equilibrio. No permitas la ley del embudo: grande para el otro, angosto para ti. Entonces, cobra aunque sea 100 dólares y si no existe esa posibilidad, establece una alianza que los beneficie a ambos.
En La Biblia, ese gran libro al que siempre hacemos referencia, el mensaje, es claro: «Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo”. 2 Juan 1:8
Gracias, gracias, gracias por leerme, compartir nuestros relatos y publicitarse con nosotras. Recuerden que aquí estamos para redactarles una nota de presentación, la entrevista que les ayudara a potenciar sus marcas, llevarles sus redes sociales desde cero o escribirles su historia y convertirla en un libro.
Pueden leer en La Nota Latina-La Nota Latina.com
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