Ya los más pequeños de la familia terminaron su año escolar, o están a punto de hacerlo. Mayor tiempo de los hijos en casa, lo que amerita la organización de actividades para ellos, quienes luego de disfrutar los primeros días descansando, comienzan a quejarse de un “aburrimiento” crónico. Por su parte, la rutina de los padres amerita cambios, en el caso que no posean ayuda de otros familiares o no puedan contratar los servicios para el cuidado de los hijos. Es un tiempo de alegrías por los logros obtenidos y el reencuentro, pero posibles dolores de cabeza por las reorganizaciones a realizar.
Sin duda, son tiempos de tensiones. Los padres deben decidir cómo hacer compaginar sus obligaciones, compromisos, estudios, hobbies y vida social con el mayor tiempo de los hijos en la casa. Papá y mamá tienen sus compromisos, pero ninguno tan primordial como los hijos. Por tanto, priva el conversar, negociar y planificar. Tendrán que posponerse o enlentecerse procesos como la asistencia a cursos de mejoramiento personal o profesional. Los padres se deberán alternar, acordando los tiempos que cada uno dedicará al cuidado de los hijos.
En el caso que existan recursos económicos suficientes, puede contratarse los servicios privados de cuidadoras o colocar a los niños en campamentos o actividades vacacionales en instituciones. Pero, como puede que esa no sea la situación de muchos, queda entonces hacer uso de todos los recursos disponibles dentro y fuera de la casa.
Muchas veces, aunque existan las posibilidades de salidas a campamentos o cursos, los niños reclaman su tiempo de estar en la casa, para descansar, jugar o simplemente haraganear.
Para nada es recomendable intentar realizar con ellos actividades de índole académica, como colocarlos a escribir, leer o hacer operaciones matemáticas, ya que apenas están saliendo de las obligaciones del colegio y por tanto están saturados de las mismas. Si existe alguna deficiencia que subsanar, no es el momento para hacerlo. Pero sí es el tiempo de sacar los juegos de mesa, permitirle que usen todos sus juguetes y jueguen todo lo que quieran.
También es tiempo de películas, siestas, baños de piscina o playa, según se tenga acceso. Salidas a los parques cercanos, el uso de las bicicletas, patinetas y patines. Se puede retomar juegos tradicionales como saltar la cuerda, para lo cual, en muchos casos, deberemos enseñarles o aprender con ellos a saltarla. Por otra parte, no debemos dejar de explorar las opciones gratuitas o de bajo costo que organizaciones gubernamentales y privadas ponen a disposición en esta temporada. Nos podríamos llevar una muy grata sorpresa, con la variedad de opciones que podemos tener a la mano.
Es un tiempo de disfrutar al máximo con los hijos y que ellos aprendan de nuestra mano a utilizar satisfactoriamente el tiempo libre. Así como enseñamos normas, responsabilidades y hábitos, también nos corresponde enseñarles a disfrutar del ocio y tiempo libre. Y si nos encontramos con el hecho que nosotros no sabemos cómo, pues aprendemos a hacerlo junto a ellos. No imagino una mejor compañía.
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