Recuerdo haber escuchado alguna vez la frase que dice: “no hay quien entienda a los seres humanos…”
No tengo idea de cómo o dónde surgió esta frase, pero podemos percibir en ella una mezcla de confusión, frustración e impotencia. Te explico.
Somos seres bien complejos. Nos quejamos de aquello que nosotros mismos, sabemos la solución para que eso no nos afecte más. Sabemos alternativas que podemos incorporar y ajustar para evitar sentirnos así y, sin embargo, no lo hacemos.
Como sociedad hemos ido evolucionando, pero en lo particular hemos normalizado el sentirnos estresados y ansiosos como si fuera el estilo de vida anticipado y esperado.
Desde la ansiedad más ligera y aparentemente irrelevante, hasta los trastornos de ansiedad crónica, todos tienen un factor común: la falta de control de nuestros propios pensamientos.
Siempre parece haber algo por que sentirse ansioso: la economía, la salud, tener una relación de pareja, no tener pareja, la política, las finanzas personales, tener trabajo o no tenerlo, en fin… Es una lista de nunca acabar.
Estamos en el momento perfecto para hacer cambios importantes en nuestra vida y uno de estos cambios es “desnormalizar” la ansiedad como estilo natural de vida. Necesitamos comprender que la ansiedad persistente nos roba calidad de vida y nos causa enfermedades terribles que pueden causarnos la muerte.
Dicho esto, veamos algunas de las recomendaciones más comunes y más efectivas para ayudarnos a contrarrestar la ansiedad (y que por lo general dejamos de lado o no somos constantes al incorporarlas):
- Limitar la cantidad de noticias e informaciones negativas y pesimistas que consumismos. Tanto en las redes sociales como cualquier otro medio de comunicación están altamente cargados de noticias alarmistas que no ayudan en lo absoluto y en ocasiones son proyecciones exageradas. Sé responsable contigo y filtra lo más que te sea posible todo lo que te proporcione ruido mental y pensamientos negativos.
- Practica diariamente la gratitud, enfocando toda tu atención desde el inicio del día a razones específicas por las que sientes gratitud y/o aquellos aspectos de tu vida que funcionan satisfactoriamente. De ser posible, ten un ritual diario poniendo por escrito mínimo tres (3) cosas por las que estás agradecido.
- Haz el ejercicio consciente de hacer todo más despacio y desacostumbrarte así al ritmo rápido de todo lo que te rodea. Dicha rapidez suma a la ansiedad, por lo tanto, tomar tu tiempo al alimentarte, bañarte, tomarte un café o té, levantarte en la mañana son todas acciones en las que puedes proponerte hacerlo relajadamente.
- Identifica en tu círculo social quienes son personas que te animan, te estimulan, motivan y apoyan; y dosifica las interacciones con aquellas otras personas que siempre están quejándose o hablando en forma negativa. Tanto el optimismo como el pesimismo se contagian. Elige lo que reconoces es lo más conveniente para ti y tu estado de ánimo.
- Contempla la naturaleza. Sentarte a mirar los detalles, observar y reflexionar ante la perfección de toda la naturaleza alrededor de ti tiene un efecto relajador extraordinario.
Haz un banco de “pensamientos reemplazos”, una simple lista de pensamientos que te devuelvan enfoque y perspectiva en cualquier situación. Esta es una de las herramientas más poderosas para ayudar a reentrenar tu atención y tu mente.
Como ves, todos podemos accionar a favor de nuestra salud física y mental, haciéndonos conscientes y responsables de incorporar con constancia todo aquello que nos ayuda, y por supuesto, mantener alejado lo que claramente sabemos no nos favorece. Espero con estas pautas puedas comenzar a sentir cada día menos ansiedad y abraces el sentimiento de que mereces vivir en paz.
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