Un cuento que es una Nota | La Nota Latina

Un cuento que es una Nota

MarybelTorresEn febrero del año 2007 aterrice literalmente en los Estados Unidos. En ese momento no formaba parte de la ya larga e interminable lista de compatriotas venezolanos que salen del país agobiados por la escasez, inseguridad y por el desgobierno. Este no fue mi caso, la aventura fue por amor, así como lo leen, por amor, como dice José Luis Perales, decidí dejar a mi querida isla de Margarita, donde la tranquilidad es un legado heredado de nuestros ancestros: los indios Guaiqueríes.

Así que, después de una relación tortuosa-que no les contaré porque haría este cuento muy largo, triste, aburrido- y luego de recuperar a mi amado hijo Andrés, llegué a Miami, una tierra que no se me hizo tan ajena porque al principio me hice la idea de que aún estaba anclada en un pueblo cualquiera de Margarita. Cuando me iba de paseo a Los Cayos, me imaginaba que andaba por la Laguna de la Restinga, solo que no podía ver las Tetas de María Guevara y las embarcaciones eran, ni más ni menos, mis lanchas Nueva Esparta. Lo cierto es que hasta hace nada, seguía diciéndole a los dólares bolívares, no he dejado de decir bomba, cambur o auyama y me niego a perder mi esencia de ser servicial y mucho menos dicharachera. En fin, mi esposo Jorge dice que vivo aquí, pero que parte de mi corazón se quedó allá y que mi alma sale a pasear por las calles de mi Altagracia, a visitar a mis muertos, a saludar a mis hermanas y a tantos amigos y familiares que sigo extrañando.

Una vez en esta nueva vida y con mi trayectoria profesional, muchas personas me decían que se me iba a hacer muy fácil ejercer mi profesión: el periodismo. Resulta que no, por causalidad-porque estoy convencida que nada es casual y todo forma parte de un engranaje y de un por qué-, apareció Marina, una colombiana que había conocido en mi andar y que sin proponérselo se convirtió en uno de mis primeros ángeles en este país y quien me introdujo en la compañía Directv. En esta empresa aprendí técnicas de ventas por teléfono, a diferenciar a nuestros hermanos latinos, me volví experta en servicio al cliente y sobre todo, disfruté una etapa maravillosa de mi vida donde gané, además de experiencia, un montón de amigos.

Paralelamente apareció en mi camino, Anelith Ortega, a quien conocí cuando llevaba a lavar mi ropa. Allí estaba ella trabajando como manager. Inmediatamente comenzamos a hablar, -por aquello que somos venezolanas- y nos hicimos panas. En una de mis tantas idas y de conversaciones en retazos surgió el tema de la profesión. Le dije que era periodista, pero que no había encontrado trabajo en mi área y que mi sueño era ejercer lo que había estudiado. Detrás de sus gafas, me miró y me dijo: “Mary y si hacemos un periódico en internet”. Mi respuesta fue y ¿tu sabes de eso?. Me contesto, no, pero le “echo bolas”. Ese día, Anelith me abrió mi camino, como me decía ella a “tener mi propio medio”.

Comenzamos a reunirnos, porque además, por sus sugerencias, fui a parar con mi familia a la urbanización donde ella vive, así que estábamos muy cerca para arrancar el proyecto. Anelith empezó a estudiar diseño de páginas web y por mi parte comencé a armar la estructura de nuestra página, crear contenido y buscar colegas colaboradores. El nombre de La Nota Latina, surgió porque queríamos que fuera un portal dedicado a nuestra gente y nota, pues para el venezolano decir es “una nota”, es que todo está muy bueno.

Comenzamos LaNota-Latina.com, como un pasatiempo, ya que ningún de las dos nos podíamos dar el lujo de dejar nuestros respectivos trabajos y teníamos que apoyar a nuestros esposos. Así que en los ratos de libres de ella y en los míos, nos dedicamos a La Nota, que cual niña fue creciendo. Tuvimos la suerte y la bendición de ser pioneras, puesto que en las redes sociales no existía nada o muy poco de portales dentro de los Estados Unidos, dirigido a la comunidad latina y en español. Nuestra misión siempre fue resaltar el trabajo creador y en positivo de tantos latinos que por diferentes motivos abandonaron sus países y han podido alcanzar el llamado “sueño americano”. Por eso nuestro primer slogan “cuéntanos tu historia y forma parte de La Nota”.

Ahora, vuelvo a estar en otro momento de vida. Y en ese andar he conocido a tanta gente que me ha apoyado, entre ellas mi muy querida Margaret Romero, quien siempre me insistió a que nunca dejara este proyecto. Lo cierto es que luego de un corto receso La Nota, próxima a cumplir ocho años, inicia otra nueva etapa, ya no con mi querida amiga Anelith, a quien nunca me faltaran palabras y bendiciones, para agradecerle tanto impulso, tanto cariño. En esta nueva etapa se suma otra amiga, Minin Arévalo, quien había sido en el inicio de La Nota, una de las colaboradoras, y que por esas causalidades vuelve a mi vida en el preciso momento para que este sueño, convertido en Nota, siga apoyando a tanto latino y sea nuestro soporte de vida.

 

 

 

 

 

 

Marybel Torres

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