Su imagen política hace énfasis en aspectos como su fuerte fe evangélica, algo que lo pondrá en contacto con decenas de millones de estadounidenses a lo largo del país.
La victoria de Ted Cruz en las primarias republicanas de Iowa es tal vez el triunfo electoral más notorio que haya tenido una persona de ancestro latino que aspire a la presidencia de Estados Unidos. Y paradójicamente, es una de las victorias menos celebradas por los hispanos en ese país.
En realidad, su biografía personal y su carrera personal hacen difícil encasillarlo. Cruz es una criatura bien peculiar en el mundo político estadounidense. Su padre es cubano, pero su ascenso político no transcurrió en Miami sino en Texas y sus primeros años los pasó en Canadá.
Cuando se graduó, fundó una empresa en el sector petrolero pero en Canadá. Así fue que en Calgary, el 22 de diciembre de 1970, nació Rafael Edward Cruz, lo que ha sido aprovechado por rivales políticos como Donald Trump para plantear si está descalificado para aspirar a la presidencia por haber nacido fuera de territorio estadounidense.
Uno de sus rivales por la nominación republicana, el también cubanoestadounidense Marco Rubio, recuerda incesantemente el origen inmigrante de sus padres.
Mientras que para Cruz, el punto destacado de la biografía de su padre es su papel como pastor evangélico. Es una fe que el candidato también ha abrazado públicamente y que estuvo en el centro de su exitosa estrategia para ganar los caucus de Iowa.
Algunos dirigentes republicanos creen que el ancestro latino de candidatos como Cruz y Rubio es una manera de acercar más el partido a la comunidad inmigrante que está cambiando la cara de Estados Unidos. Los latinos constituyen el 17% de la población de EE.UU., y entre la comunidad se oyen muchas voces que, para ponerlo en términos claros, simplemente no reconocen a Cruz como uno de ellos.
«La gente se pregunta por qué vamos a reclamar como latino a una persona que él mismo no se presenta como latino», le dice a BBC Mundo Pilar Marrero, comentarista política del diario La Opinión de Los Ángeles.
«Ted Cruz rara vez menciona sus orígenes. No habla nunca español en público, y por supuesto, está su postura en temas que interesan a buena parte de la comunidad latina, como la inmigración», asegura la periodista de origen venezolano que hace décadas vive en Estados Unidos y mira con grandes dudas que los latinos vayan a votar por él.
Cruz por supuesto no sería el único dirigente que escoge no hacer énfasis en su etnicidad, cuando lo que quiere es llegarle al mayor número posible de estadounidenses.
Al fin y al cabo, nadie esperaba que Obama, de padre keniano, hablara en un idioma africano en sus intervenciones públicas cuando aspiró a la presidencia por primera vez en 2008.
Pero en la política estadounidense, el apoyo de las comunidades étnicas ha sido en muchas ocasiones un bastión importante para apuntalar las intenciones de dirigentes ambiciosos provenientes de afuera de las estructuras tradicionales de poder.
John F. Kennedy se apoyó en su ancestro irlandés para llegar a la Casa Blanca en 1960. Y generaciones de políticos cubanos de Miami han hecho gala de su latinidad para buscar escalar posiciones en el sistema político estadounidense.
Fuente: elcomercio.pe
Foto portada: www.cnn.com
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