Simonetta Vespucci, “la bella”, solo vivió 22 años entre amigos y parientes, pero su cuerpo y rostro son de los más conocidos en el mundo. Si le menciono “el Nacimiento de Venus» de Botticelli imagino que sí sabrá de qué le hablo, porque era “impelable” en los libros de Educación Artística de mi época de bachillerato.
Esa mujer curvilínea de firme busto, tuvo un efímero paso por este plano, aunque su impacto fue trascendente en el arte. Es como si abriéramos una revista de modas editada en 1476 y en sus páginas principales se exhibieran las top models de ese momento. Evidentemente no estarían mostrando vestidos, sino una proverbial belleza. Hay una historia que se cuenta entre los aficionados de arte que dice que ella era tan deslumbrante que todos los artistas querían pintarla y hacerla su modelo exclusiva. Le faltó tiempo a la chica para volverse la Cindy Crawford, Naomi Campbell o Kendall Jenner del renacimiento.
Simonetta en la élite italiana
Simonetta Cattaneo fue su nombre original, pero luego de casarse con Marco Vespucci, además de perder el apellido original ganó prestigio entre las élites italianas de la Génova de esos años. Se volvió la modelo preferida, aunque algunos dicen que es falsa tanta adoración de la chica. Resulta un dato curioso de esta muchachita, que ese apellido Vespucci estaba ligado al navegante que viajó con Cristobal Colón a las costas americanas, el marino Amerigo Vespucci (conocido luego como Américo) quien a su vez era primo del esposo de Simonetta. La hermosa chica se casó a los quince años en Florencia, la cuna del arte italiano. En ese tiempo los famosos hermanos Lorenzo y Giuliano Medici se hicieron sus amigos y como ocurre hoy día, los contactos con los artistas hicieron que la chica destacara.
Sugieren algunos autores que Sandro Botticelli se habría enamorado de ella, al punto que este pintor decidiera que sus restos reposaran en la iglesia parroquial de los Vespucci en Florencia, conocida como la iglesia Ognissanti. La célebre pintura del Nacimiento de Venus se terminó de pintar en 1486 cuando habían pasado casi diez años de la muerte de Simonetta, por eso los estudiosos de arte como Ernst Gombrich aseguraban que era poco probable que la propia Simonetta hubiese modelado para Botticelli.
Si es cierta la tesis del enamoramiento del pintor, la imagen de un ser amado no se olvida tan fácilmente y pintó inspirado en sus recuerdos. Entre las historias que aún hoy circulan se cuenta que el cuerpo de la muchacha fue llevado a la tumba en un féretro descubierto para que la gente pudiera admirarlo por última vez. La bella mujer murió entre el 26 y 27 de abril de 1476, aparentemente de tuberculosis. No soy experto en arte, pero no es coincidencia que por lo menos 7 cuadros de Botticelli tienen modelos muy parecidas a Simonetta.
Pensando en las vueltas que da la vida, quizás si la chica hubiese vivido unos años más, se pudiese haber embarcado con el primo de su esposo a viajar por el Nuevo Mundo. La imaginación y el arte son socios indisolubles, así que en mi mente esa Venus pudo haber visitado América y el título de la obra sería “El nacimiento de la Venus Americana”.
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