Hoy les voy a hablar de la traición, un tema peliagudo, solicitado por una lectora que acaba de recibirla de parte de una amiga a quien adoptó como una hermana. Entonces a Marybel le tocó buscar en su armario interno, porque también lo he sufrido, para poder hacer esta reflexión lo mejor posible.
¿Quién no se ha sentido traicionado? Creo que todos. En algún momento de nuestras vidas hemos experimentado esa profunda herida. Sin embargo, quiero hablar con ustedes sobre la traición en la amistad, aunque también tiene mucho en común con la amorosa. Ambas experiencias te dejan un corte en el alma y nos hacen cuestionarnos: ¿qué hicimos para que nos lastimaran? Como no encontramos respuesta, entonces, sacamos la botellita y, escuchando a Paquita Rivera, nos embriagamos. O nos escondemos como la tortuguita para expiar en solitario la pena. Pero esa no es la solución. Es algo más profundo que arrastramos desde la niñez y que, esa herida de la traición, al igual que la del rechazo, abandono, humillación e injusticia, aflora en cualquier momento, si no la trabajamos.
«Al grano, Marybel», cuestionarán ustedes. Cuando entregamos nuestro amor y confianza, sentimos esas mariposas amarillas revoloteando en nuestro estómago por las personas que apreciamos. Sin embargo, llega el momento en que, por alguna razón, nos traicionan.
Es crucial entender que la confianza no significa esperar que la otra persona se comporte como nosotros deseamos. La verdadera seguridad es permanecer en paz con lo que los demás decidan hacer, porque de lo contrario, estaríamos autoimponiéndonos un encarcelamiento emocional. No debemos tener expectativas de los demás, ya que estas crean un terreno fértil para el dolor. Eso cuesta, pero es lo mejor. Tampoco tú quieres ser la víctima.
El ejercicio es liberar esas expectativas y dejar volar la mariposa negra que queda atrapada revoloteando en el estómago. Al hacerlo, liberamos también nuestra alma de esa pesada carga.
Seguiremos aprendiendo porque estamos en una escuela y no nos vamos a cerrar a nuevas amistades, solo que debemos tener los ojos, oídos y mente abiertos sin expectativas. Cada error es un aprendizaje. Enfócate en lo realmente importante porque en la vida todo es temporal y tu felicidad no depende de las acciones de los demás, sino de lo que tú construyas. Tampoco puedes darle todo tu poder a la otra persona, así de fácil.
El artista Marc Chagall lo resumió perfectamente: «Cuando los viejos amigos te abandonen, no te desesperes; cuando aparezcan nuevos amigos, no te ilusiones. Mantén la calma.» En otras palabras, no generes expectativas para que, cuando te den la espalda, no te duela. Y cuando lleguen nuevos amigos, no te ilusiones para que puedas mantener la claridad en tu vida. ¡Mantén la calma!
En la Biblia, ese libro al que siempre hacemos referencia, encontramos este salmo que complementa lo anterior descrito: «Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría esconder. Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo, con quien convivía en dulce intimidad cuando íbamos con la multitud a la casa de Dios» (Salmo 55:12-14, NVI).
Gracias, gracias, gracias por leerme, compartir nuestros relatos y publicitarse con nosotras. Recuerden que aquí estamos para redactarles una nota de presentación, la entrevista que les ayudara a potenciar sus marcas, llevarles sus redes sociales desde cero o escribirles su historia y convertirla en un libro.