El alma expuesta en un espacio que se emplaza en los tejidos (des)bordados que van trenzando la orilla de una vida íntima, la que resuena detrás del silencio, un silencio que está colmado de “majestuosos sonidos” y “cumbres borrascosas”. El trazo se hace translúcido para recibir una disposición de imágenes (y a veces texto) que va componiéndose de escenas que se entrelazan de manera tal, que siempre dan origen a descentramientos y a una sinuosidad de las subjetividades vividas.
Sacudiendo la vida en su cuerpo
En el brazo izquierdo tallado,
la tormenta del otoño,
la víctima de un daño,
ella comenzó a abrir las puertas
de su templo naranja
rugientes hechos fluorescentes.
Ella multiplicó las imágenes
en escenas de tambores rizados de color naranja.
Ella permaneció en la misma postura,
ver la sinfonía de pigmento a menudo ahogado
por las aguas negras y silenciosas,
y los espacios furiosos del fuego por los demonios que distraen.
No pudo borrar el dibujo de los objetos
difícil de roer
Partes cosidas demarcadas,
pequeñas secciones vagaron desapercibidas
a través de la mente y directamente a través de
y aunque trató de disfrazarlos,
algunos pedazos vadearon junto a la corriente
de su propia sangre,
chispas y destellos que lo dejaban oscura para sí misma.
Podemos ver fragmentos de su vida abandonada por la gracia.
Esta es la liquidez inmaterial de esta joven.
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