Considerado el joyero de las celebridades Hollywood, Rodrigo Otazu crea piezas de ensueño que engalanan las alfombras rojas. Este argentino tiene un negocio que cuenta con 500 empleados y diseña piezas exclusivas para Lady Gaga, Madonna, Britney Spears y Sarah Jessica Parker, entre otras. Es Poder Latino.
Rodrigo Otazu a sus 46 años es reconocido como uno de los diseñadores más importantes del siglo XXI. Sus joyas de alta gama y accesorios modernos y de vanguardia para mujeres y hombres, son ostentados hoy en todo el mundo. En Hollywood sus radiantes piezas han sido lucidas en las alfombras rojas o en los escenarios por Madonna, Lady Gaga, Sarah Jessica Parker, Britney Spears, Kylie Minogue, Beyonce y Jennifer López o por miembros del jet set internacional como Máxima Zorreguieta.
Nacido en Villa Mercedes, provincia de San Luis, Argentina, es hijo de Titi Otazu, afamada presentadora de la televisión argentina y de sus inicios Rodrigo ha dicho a la prensa que ya a los 15 años prefería ayudar a su mamá con la escenografía de su programa periodístico y aconsejarla a cómo lucir estupenda frente a las cámaras, en vez de jugar al fútbol. Sería su pasión por el diseño la que le llevaría de ser artesano callejero a diseñador VIP.
Según ha contado el propio joyero, ya a los 18 años estaba inquieto por recorrer mundo y con 50 dólares en el bolsillo, casi nada, viajó a España. Estuvo en Australia trabajando un tiempo, pero luego decidió incursionar en Europa y conocer las grandes urbes. En Grecia diseñaba aros con chapitas de Coca-Cola y los vendía a los turistas.
Todo su peregrinaje lo llevó a visitar Londres y cuando no pudo instalarse por falta de visa, se fue a Ámsterdam, de cuya estancia recuerda que pasó meses terribles, haciendo trabajos tan variados como para una empresa que inflaba globos con gas y como ayudante en una agencia de modelos. Terminó solicitando la ciudadanía holandesa: “Mi vida social cambió completamente y hasta me ofrecieron vivir gratis en un viejo hospital deshabitado. Allá es muy común que el gobierno les pida a distintos ciudadanos que se instalen en edificios abandonados para cuidarlos y evitar que otras personas se asienten ilegalmente. Comencé a arreglar el lugar, a pintar las paredes y a decorarlo con muebles que la gente tiraba a la calle. Quedó espectacular, por fuera el edificio seguía siendo una ruina, pero por dentro quedó algo súper moderno. Una vez que estuvo todo listo, puse manos a la obra y retomé la Bijou”.
Así fueron sus inicios, un poco inusual, y con sus creaciones en mano visitó las casas de moda más importantes de Ámsterdam, llegando a preparar colecciones para cada una de ellas: “Casi no dormía para cumplir con los pedidos. Descansaba dos o tres horas y volvía a armar cada collar. Fue agotador y maravilloso a la vez. Gustaba lo que hacía y vendía como loco. Me pasé todo un año full”.
Persistencia a toda prueba
Si hay algo que distingue la historia de Rodrigo Otazu es que en su vocabulario no existe la palabra derrota. En su peregrinar por España supo que no regresaría a Argentina: “No sabía hacer nada y en la playa vi a chicos haciendo pulseras tejidas; compré hilos y empecé a tejer. Lloré toda la noche”.
La ocurrencia de los aros con chapitas de Coca-Cola fue más por hambre: las pintó con brillos y enseguida se vendieron todas, el primer día. Tal como ha confesado en muchas entrevistas con la prensa: “Ahí aprendí disciplina, a trabajar en serio. En Holanda empecé de cero, fue alucinante. No tenía plata, vivía en un departamento de un metro por dos (risas). Era mi palacio y el tipo más feliz del mundo. Pero yo quería ser una súper estrella. Y nunca bajé los brazos. En la vida te caes, pero si estás bien entrenado, te vuelves a levantar”.
Su primer showroom en el hospital abandonado tenía onda bioquímica y con lo que se ahorraba del alquiler invirtió en piedras. Un día le escribió su historia a Swarovsky y le mandó fotos de sus creaciones con las chapitas. Tiempo después recibió una respuesta de Maia Swarovsky con una caja llena de cristales para que creara lo que su corazón sentía: “Con con eso armé mi primera colección. En una semana vendí todas las piezas, tuve que hacer más. Nunca más paré de trabajar. Empecé con dos empleados y hoy son 500”.
Diseños estelares para las más famosas
Diseñar una prenda para una celebridad hizo que Otazu creara piezas grandes, intrincadas, llamativas, que acompañasen la belleza o el estilismo, incluso los alocados diseños de una Lady Gaga ataviada en carne. Hoy ese es su sello distintivo.
La primera artista de talla internacional fue Britney Spear. Cuando la mamá de la cantante de paso por Ámsterdam compró varios collares y luego, muy poco tiempo después fue invitado a reunirse con los asistentes de la Spear y así comenzó una relación de trabajo que lo catapultó a la fama.
El diseñador Jean-Paul Gaultier invitó a Otazu a participar en el vestuario de Madonna, para quien ha creado piezas. Los diseñadores Christian Lacroix y John Galliano también se han apoyado en la creatividad de este gaucho, que embellece con sus joyas el vestuario de muchas personalidades de la vida pública europea. Sus creaciones son tan variadas, inusuales, nada vulgares, que van desde plástico, piedras, cristales y todo tipo de diamantes.
Entre las famosas que han usado sus prendas están Kate Middleton y la Reina de Inglaterra, aunque cuando quiso vivir en Londres, ni siquiera pudo salir del aeropuerto y sólo tuvo la opción de irse a Holanda. Era el destino.
En la gran pantalla sus creaciones sobresalen en Sex and the City 2, cuando Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Kristin Davis y Cynthia Nixos, lucen espléndidas en sus alhajas.
Su relación con Lady Gaga viene de los accesorios especialmente creados por Otazu para los MTV Video Music Awards, donde la diva lució un traje elaborado con carne y prendas de diamantes. Luego en su video Bad Romance las joyas que luce son de Rodrigo y para el lanzamiento de su disco ARTPOP, la Gaga volvió recargada con más prendas. Así como también para la aparición de la estrella en Saturday Night Live. Todo eso hizo que el trabajo del diseñador argentino fue más apreciado por el público.
Rodrigo Otazu ha sido claro con los medios cuando habla de su historia, que cautiva por su energía y una disposición a ir más allá: no cree en el no se puede o no lo hagas.
Actualmente vive entre Nueva York y Ámsterdam, donde pasa 6 meses en cada ciudad y vigila sus tiendas, mientras abre sucursal en Tokio, Japon. Viaja por el mundo, inspirándose, contribuyendo y llevando el mensaje a todos lo que le consultan, como si fuese un coach motivacional: sí se puede, atrévete, sueña y haz. De vez en cuando regresa a Argentina y pasa tiempo con los jóvenes en su natal San Luis. Eso sí, cumple con una apretada agenda de presentaciones para sus diseños en Nueva York, París, y las capitales del mundo.
Ha creado piezas sofisticadas, teatrales y coloridas, incluyendo a artesanos y orfebres argentinos de su propia provincia, trabajando con perlas, cristales y coronas, logrando ese efecto de ‘algo nunca visto’ que es como su propio sello personal. ¿Quiere una prenda de Rodrigo Otazu? No hace falta viajar, la compra en internet.
Evelyn Navas @EcnaproAsesoria
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