Roberto Ramos es propietario de CubaOcho Museo y Performing Art Center, un lugar único en Miami donde se mezclan las artes. Es también el autor «Grandes Maestros del arte cubano(1800-1958)», libro que recopila la historia del arte y la cultura de ese país borrada por el Castrismo.
La historia de Roberto Ramos, propietario de CubaOcho Museo y Performing Art Center, es tan interesante como su vida misma, esta aderezada con la magia de lo real maravilloso que cautiva, que emociona. Él es una suerte de Bruce Lee, Rambo y Robin Hood, personajes con los que se identifica.
Vivía una vida al mejor estilo Bruce Lee en su Habana “dando patadas”, “piñazos” y “rompiendo huesos” como entrenador de Karate y Yudo. Aunque fue campeón nacional en esas disciplinas, el deporte estaba lejos de la espiritualidad que su alma buscaba y la encontró a los diecisiete años cuando por primera vez se topó con el arte y se convirtió en Rambo. Un señor a quien él y su hermano Carlos le hicieron una mudanza le regaló un cuadro de un famoso pintor a cambio. Quiso venderlo por 20 dólares para comprarse un “jean americano” y porque quería “levantarse a todas las jevitas de la fiesta” y no lo logró. Su hermano le propuso buscar la historia del pintor quien era nada más y nada menos que Carlos Sobrino, en la Galería y el Museo Nacional de Cuba para vender mejor la pieza, pero no la encontraron. Para su sorpresa descubrieron que el gobierno había desparecido o quemado un siglo de la Historia del Arte de su país.
El Rambo que llevaba dentro salió para denunciar su hallazgo y le valió varias entradas a la cárcel de Cuba, hasta que un día del año 1992 le dijo a su querida mamá: “Tengo que darte dos malas noticias. Ella me dijo que vas preso de nuevo. Le conteste, no. Me compre un pequeño bote y me voy a lanzar al mar con mis dos hermanos, porque prefiero morir que vivir sin libertad”.
A Roberto no le valieron las suplicas de su madre, quien vivió la angustia de perder a tres hijos de sus cinco hijos. Él y su hermano se embarcaron en un estrecho bote rumbo a la Florida y tuvieron cinco días a la deriva sin comida y sin agua porque lo último que le quedaba se cayó al mar. Estaban listos para morir cuando apareció un buque de la Guardia Costera de los Estados Unidos y los salvó. “El guardacostas cuando nos rescató me dijo que tenían que hundir el barco, pero me negaba y le decía que no porque que tenía una pequeña colección de arte en mi barco y no iba a permitir que se hundieran en el océano. Me miraron sorprendidos, nunca habían visto un balsero coleccionista de arte. Me salvaron mi vida, la de mis hermanos y las 14 obras de arte que traía conmigo entre ellas el cuatro “El Saxofonista” de Carlos Sobrino, que me cambio la vida para siempre”.
Grandes Maestros
Establecido en Miami, su corazón de Robin Hood le indicaba que tenía que cumplir una gran e importante misión en este mundo. Cuatro años después, en el 1996, cuando aún era perseguido, emprendió una arriesgada cruzada a cuba con el propósito de recolectar libros viejos de historia del arte y cultura cubana y buscar cuadros de pintores famosos. Una vez que completaron una colección de más de 600 obras, él y su hermano decidieron exponerlas en un “warehouse” en Miami al que llamaron “Cuba Master Collection”, un lugar oculto de quienes los buscaban, -destartalado por fuera, pero mágico por dentro-, allí se acercaban coleccionistas millonarios y amantes del arte quienes se quedan sorprendidos por las valiosas piezas expuestas y, más aún, por la historia de cada cuadro contada por un “balsero”. Este trabajo como galerista les permitió subsistir mientras cumplían un sueño con el que pasarían a la historia. “Cuba Master Collection” operó desde 1992 hasta el 2008, tiempo que dedicamos para escribir el libro «Grandes Maestros del arte cubano (1800-1958)». Este libro representa es nuestro mayor contribución a nuestro pueblo porque pudimos recuperar la historia cultural de mi país que el gobierno comunista la había borrado durante más de cincuenta años, quemando libros y censurando la expresión más libre que el ser humano, el arte. Este texto es utilizado en muchas universidades de los Estados Unidos y en más de 500 universidades de todo el mundo. La historia del arte cubano cambió con esta publicación”.
CubaOcho
Con la publicación de “Grandes Maestros del arte Cubano (1800-1958)”, seguir operando “Cubas Master Collection” no tenía sentido para Roberto quien estaba cansado del trabajo de galerías. Entonces se le ocurrió crear CubaOcho Museo y Performing Art Center un concepto exitoso de negocio, único y diferente. “Me di cuenta que Miami no existía un centro cultural cubano y que los cubanos no habían logrado unir su cultura en un solo lugar. Quise terminar con las divisiones que existen entre los que llegaron en el 1960, 1970, 1980 o 1990, porque todos somos cubanos no importa el año en que llegaste. Mi idea era a lograr un lugar donde pudieran venir a disfrutar del arte todos los cubanos y los latinoamericanos. El concepto fue crear un lugar donde se mezclan las artes, que fuera diferente, que no existiera ninguna igual en el mundo y lo logre. No se parece a ningún otro, es único. Como la base de mi negocio es la galería entonces usamos las paredes como exposición y las mesas también son obras de arte, por eso digo que el arte me salvó y yo salve al arte y a los artistas porque aquí todo esta cubierto. Lo que más me gusta de este lugar es que se transforma todos los días con eventos y presentaciones, me gusta esa energía, me gusta su magia, por eso es un ícono en Miami”.
Ciertamente CubaOcho tiene una magia que enamora, a diario suceden cosas interesantes y Roberto tiene un sinfín de historias que contar, pero para él la memorable fue cuando llegaron en anonimato unos jóvenes, gemelos, quien posteriormente descubrió como los nietos del gran pintor costumbrista Oscar García Rivera, su autor preferido. Ese pintor retrato como nadie la crudeza del régimen castrista. No quiso seguir a su familia al exilio. Le costó la prisión, que el régimen le cortara los tendones para que no pudiera pintar jamás y al ser limitado de su pasión terminó suicidándose. “Ellos vinieron a comprar con sus ahorros tres cuadros de su abuelo y me estaban dando una oferta muy por debajo del valor real de esos cuadros y no me querían decir quiénes eran. Los descubrí. Lloramos juntos y al final no solo acepte su oferta sino le regales dos cuadros más de su abuelo y varios libros”.
Como Roberto le hace honor a algunas características de su signo Acuario, humanitario, original, creativo, que luchan por sus sueños, las causas justas y planifican el futuro, la próxima misión de este Robin Hood es que su colección de más de cien obras de autores cubanos, que actualmente está de gira por varios países del mundo, se quede fija en un museo que podría ser edificado en Cuba o en Miami. Él no quiere que vayan a servir de adorno a la casa de cualquier millonario. Él quiere que ese legado que con tanto esfuerzo busco, rescató y preservó quede para las generaciones futuras. Roberto Ramos es #Poder Latino.
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