La Corte del Circuito del Condado de Pinellas en la Florida admitió a trámite una demanda por difamación contra Robert Mazur al entender que había motivos suficientes para llevarle a juicio por mentir en su libro y en la película El Infiltrado al señalar sin pruebas a un personaje de su obra.
La Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), ante el imparable avance del narcotráfico en Colombia, y otros países de Latinoamérica, bajo la bandera de Pablo Escobar Gaviria, jefe del Cartel de Medellín y uno de los narcotraficantes más conocidos de todos los tiempos, decidió a finales de los años 80 infiltrar en la organización criminal al agente encubierto Robert Mazur, quien logró escalar hasta lo más alto del cartel que acabó convertida en una película de Hollywood llamada «El Infiltrado», basada en el libro del mismo título firmado por el propio Mazur.
Sin duda estamos ante una de las más arriesgadas apuestas personales en una operación policial, donde el trabajo de Mazur aún hoy en día se aplaude por la consecución de logros que ayudaron a desarticular el entramado del más conocido capo colombiano de la historia.
Sin embargo el relato del ex agente de la DEA ha presentado ciertos agujeros a lo largo de los años, que sin menospreciar su labor si cuestionan directamente la desmemoria que pudo producirle la tensión a la que estuvo sometido en los años de infiltración o su afán por ganar interés literario en su relato posterior, siendo uno de los casos más claudicados el señalamiento que hace de reconocido empresario del que nunca, ni antes ni después, se ha tenido constancia de expedientes policiales u acusaciones similares, sin menospreciar que el referido empresario llevaba años residiendo en Europa cuando Mazur lo sitúa inequívocamente en Panamá y Colombia.
Tanto en su libro, como en las versiones cinematográficas de The Infiltrator, Mazur salpicó directamente a este reconocido empresario dedicado a la consultoría internacional al haber sido exdiplomático, y del que preservaremos su identidad, interpuso contra el ex agente de la DEA varias demandas judiciales. La demanda interpuesta en los Estados Unidos se basa por la difamación y los errores recogidos en la versión inglesa de la película The Inflitrator, y la versión inglesa del libro con mismo título.
En Europa, en los tribunales de Madrid, España, se sigue la demanda contra Robert Mazur por la versión en castellano de la obra El Inflitrado, en donde la editorial y los productores de la película tras las acciones judiciales corrigieron el guion original.
La vía judicial, muy complicada de rastrear en este caso dado el opaco sistema estadounidense y la protección de la que goza Mazur, el cual aún hoy en día por seguridad no ofrece entrevistas a cara descubierta e incluso distorsiona su voz para realizar intervenciones públicas, no se sabe si por seguridad o porque fuentes cercanas señalan que su salida de la agencia fue algo turbulenta por sus vínculos algo cuestionados, y tras ciertas operaciones al parecer no autorizadas por la propia DEA, le propició cierta enemistad con las autoridades de su propio país.
Los erróneos señalamientos que realizó fueron corregidos en la edición española del libro, así como la versión en castellano de la película, ante las reclamaciones jurídicas del demandante. Sin embargo, el señor Mazur acusado de mentir por su obra el Infiltrado, y ante las demandas interpuestas en los tribunales por mentir, rehúsa a recibir las notificaciones judiciales de los pleitos.
El motivo del grave error literario de «El Infiltrado»
Consultadas fuentes próximas tanto de la obra literaria como de la demanda interpuesta, las evidencias apuntan a que el ex agente de la DEA reconvertido en escritor sobrellevó un error durante su obra al otorgarle una identidad real a un personaje ficticio creado para darle empaque a la publicación. Una herramienta literaria que ha supuesto mancillar el nombre de un ciudadano “limpio”, arruinando el honor de un hombre inocente, que no pudo participar en las acciones que se le atribuyen ni por oportunidad (al no encontrase físicamente en los lugares y fechas donde el “El Infiltrado” le sitúa) ni por perspectiva (ya que no consta documento alguno, ni anterior ni posteriormente, por el que las autoridades le requirieran para ser procesado, juzgado, ni tan siquiera interrogado).
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