En mi andar he visto, he aprendido a observar a las personas de fe, muchas veces buscando una luz en la oscuridad, tratando de salir de las penas y tristezas. Me han estremecido hasta los huesos. Los he visto coleccionando reliquias religiosas y siempre me han quedado dudas que las expreso a través de este poema. Todo con mucho respeto porque son temas del alma.
Reliquia
No sé cómo algunos creyentes
viven acondicionados a heridas que no comprenden.
En ese corredor, se guarda una espina con mucho cuidado,
se almacenó en una botella azul,
también hay un clavo que se dice se desprendió de la Cruz.
Más allá, la astilla de un hueso de un dedo en su propio ataúd.
El vendedor proclama sus productos
en una calle pavimentada con grava de arena
que guarda los suplicios de sus habitantes.
Los compradores se acercan,
se pueden redimir los pecados.
Sí, creo en lo que dijo sor Juana Inés de la Cruz:
Examinad primero las conciencias.
sin manos, sin pies, pero uno mismo,
lo contrario es quedar rezagado
o abandonado en el camino.
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Entiendo las palabras del autor. Comprendo a la gente que se «aferra» a elementos religiosos como si pudieran retener en algo físico, aquello que ya no esta, un alma que partió y trascendió. A veces lo veo como una pequeña falta de fe,si creemos en Dios, y El nos envió a su Hijo a la tierra, para qué asirnos de algo material? Él nos espera cada momento en el enfermo, en el desvalido, en el pobre (de alma y material), en el que está solo, en el que nadie quiere, en el que es despreciado. Necesitamos objetos materiales para tener una representación de Dios? Creo que si vemos a nuestro prójimo sufrir, allí es donde está la reliquia a la cual debemos adherirnos.