Durante mis vacaciones en Colombia, mi hijo y yo tuvimos la oportunidad de compartir unos días de descanso en una finca a las afueras de Bogotá en compañía de mi mejor amiga del colegio y sus tres hijos.
Dos mamás y una abuela nos convertimos en los árbitros para controlar las emociones de cuatro niños–dos de ocho años, uno de seis y el menor de tres años y medio. Como era de esperarse hubo situaciones en las que el uno clamaba justicia cuando el otro le quitaba el flotador.
Sin embargo, mi amiga y yo siempre estuvimos listas para escucharlos y tomar una decisión salomónica. Al final del día, todos sabían que no podrían salirse con la suya ya que a las mamás no nos temblaba la mano para corregirlos.
Ahora, ¿qué pasó en el Congreso de la República de Colombia el pasado 19 de junio? Los niños–“honorables congresistas”–se pasaron el flotador de la Ley Anticorrupción sin supervisión de nadie durante más de un año y medio y al final lo pincharon y lo hundieron.
Fingiendo una confusión a la hora de conciliar los textos aprobados por Cámara y Senado, el Congreso hizo honor al dicho y todos se taparon con la misma cobija. Unieron sus esfuerzos sin importar la bandera de sus partidos y evitaron el fin del beneficio de casa por cárcel para los pícaros de cuello blanco.
La corrupción en el sector público existe en todo el mundo y así lo demuestran las cifras de Transparency International. Desde 1993 esta coalición global en contra de la corrupción se ha mantenido ocupada calificando a 180 naciones por medio del Índice de Percepción de Corrupción (CPI por sus siglas en inglés).
Analistas económicos y empresarios califican los países con una escala de 0 a 100–en la que 0 representa altamente corrupto y 100 honesto. Según el CPI de 2018 (Ver informe), el promedio a nivel mundial fue 43 y más de dos tercios de los 180 países sacaron una calificación por debajo de 50.
Los cinco países más honestos fueron Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Singapur y Suecia con puntajes entre 88 y 84. Los cinco países más corruptos fueron Somalia, Syria, Sudan del Sur, Yemen y Corea del Norte con puntajes entre 10 y 14.
En América Latina los países menos corruptos son Uruguay con 70 puntos en la posición 23 y Chile con 67 puntos en la posición 27. Colombia quedó en la posición 99 con una calificación de 36 por encima de Brasil y Perú quienes obtuvieron 35 y se ubicaron en la posición 105. La calificación de Estados Unidos fue 71, ubicándose en la posición número 22.
En conclusión, Colombia no es el único país corrupto en el mundo. Pero las desvergonzadas acciones de nuestros “honorables congresistas” nos hacen sentir como si fuéramos los únicos y los peores.
Foto portada: elcolombiano.com
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