Una de las virtudes de la especie humana es haber logrado diferenciar su habilidad comunicacional al punto de que parte del desarrollo tecnológico moderno se sustenta en responder a las necesidades individuales y conjuntas de establecer vínculos con otras personas para poder comunicarse. Sin embargo, al margen de las bondades que hoy nos brindan la ciencia y la tecnología en este campo, pareciera que sigue siendo un reto en las organizaciones modernas obtener los resultados que se esperan en determinado ámbito a partir de la capacidad conversacional de la empresa.
Dado cierto sistema de interacción, valga decir un equipo de trabajo, conformado alrededor de ciertos intereses comunes como: misión, visión, objetivos y valores organizacionales, es posible o no que ciertas cosas sucedan a partir de las competencias conversacionales de sus miembros. Cuando de objetivos mancomunados se trata, es fundamental que estas habilidades individuales se expresen en la generación de los resultados que espera la organización en sus distintos niveles de acción.
Es muy común dar por sentado que ciertas cosas van a ocurrir por el solo hecho de mencionarlas en una reunión, por incluirlas en la planificación o por solicitarlas expresamente a través de determinado medio. Pasa, de hecho con más frecuencia de lo imaginado, que a veces lo dicho en las reuniones no queda lo suficientemente claro, que las programaciones no se cumplen como se espera o que las comunicaciones impresas o electrónicas no surten el efecto deseado. Entonces, ¿por qué no ocurre lo que se necesita que pase en el seno de las organizaciones, si los miembros que las conforman están allí para que eso suceda?
En las empresas, tal como ocurre en las familias y en otros sistemas humanos, aquello que se conversa viene determinado por la cultura que es inherente a la organización. Así, si el liderazgo predominante es disciplinado y humilde para aprovechar las oportunidades de aprendizaje, flexible en la toma de decisiones e integrado para lograr la coordinación de acciones efectivas, entonces la calidad conversacional permitirá avances orientados al logro de las metas.
Ahora bien, accionar y coordinar posibles acciones en el seno organizacional son las manifestaciones de una serie de competencias individuales que están relacionadas con el pedir y el ofertar, es decir, con la posibilidad de declarar, sostener y ejecutar compromisos con otros. Y esto es vital para poder alcanzar los resultados acordados por un conjunto de colaboradores.
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