Mis amigos, ah mis amigos | La Nota Latina

Mis amigos, ah mis amigos

Hay mucha gente que exclama: “yo no tengo amigos, solo conocidos”. A ellos les digo, pues vamos, haz amigos hijo mío, que si no la vida es aburridísima.

Yo soy “amiguera” de toda la vida. Como se dice en mi patria: “compinchera”, porque me encanta andar para arriba y para abajo rodeada de gente. Como a cualquiera, me hace mucha falta el silencio de cuando en vez, pero para mi no hay nada más sabroso que estar inmersa en un mar de gente conocida.

El concepto de amistad, digo yo, tal vez está sobrevalorado, porque hay amigos de amigos. Obviamente, los del alma, los de la vida, los que ya no son eso sino que se convierten en familia; son los que van a quedarse contigo en las buenas y en las malas y de eso ya hay mucho bla bla bla. Pero a una gente que vez más de 3 veces y en cada una de esas oportunidades, te ríes, disfrutas y gozas un montón, pasan a ser tus amigos también y de forma natural e inmediata.

Me entristecen mucho las personas que vociferan que no tienen amigos, que “amigo es ratón del queso” o que lo que coleccionan son conocidos, porque a sus amigos los cuentan con los dedos de una mano. ¡Ay por favor! Que vida tan triste.

Keyla, mi amiga de toda la vida
Keyla, mi amiga de toda la vida

A la gente se le disfruta y el corazón sabe poner a cada cual en su justo lugar. Uno sabe, siente, mejor dicho, si un amigo es para un vinito, si es para ir de compras, o si por el contrario es de esos con quien compartir un buen chisme. ¿O me van a decir que ustedes no chismean? Hay personas, sin embargo, en nuestra vida que más allá de todas las anteriores, son para abrirse desde lo más interno, para analizar la propia vida, para apoyarnos en los peores momentos y para disfrutar de los mejores.

Mis amigos, ah mis amigos

Soy una mujer inmensamente afortunada. Tengo muchos y excelentes amigos. Y de eso no solo me jacto, sino que le agradezco profundamente a Dios. Me permito, por ejemplo, compartir esta anécdota que demuestra que no estoy sola. Como sabrán muchos de quienes me leen, hace menos de 6 meses que vivo en Miami, pero aún me quedan muchos lazos sin anudar en Venezuela.

Uno de ellos, fue un tema bancario que no me permitía transferir divisas desde la tierra donde nací a esta que me verá envejecer. El cuento corto fue que lo puse en mi muro de Facebook como para liberar tensiones. Dos horas después de haberlo publicado, casi 200 personas me habían mostrado su solidaridad y ofrecido ayuda. Un par de días más tarde, uno de esos amigos, que coincidencialmente trabaja en ese banco, me avisaba que mi asunto estaba resuelto.

20 años más tarde, mis amigas siguen siendo mis amigas.
20 años más tarde, mis amigas siguen siendo mis amigas.

En fin, que tengo amigos actores, actrices, periodistas (por camiones), médicos, abogados, choferes de taxi, autobuseros, expertos en computación o en redes, influenciadores, magos, políticos, escritores, sociólogos, psicólogos y psiquiatras. Amas de casa, sacerdotes, secretarias, directores, profesores, cocineros, trabajadores, flojos y mentirosos. Los tengo de todas las gamas, de todos los pesos, contexturas, colores, aromas y sabores. Tengo amigas preciosas y amigos horrendos. Los tengo en mi patria y hasta en la China. Tengo buenos amigos, malos amigos y otros súper amigos.

Lo bueno es que tengo a mucha gente. Que cada vez que hablo hay un par de oídos para escucharme y cuando escribo más de dos ojos para leerme. Si lloro me consuelan y si tengo hambre me dan de comer. Mis amigos son mi todo, son mi alegría y mi amargura, porque hay más de uno a quien me provoca darle con un palo por la cabeza.

Cultiva a tus amistades, celebra que están contigo. Bebe un buen vino con ellos, sal al cine, cena, camina. Disfrútalos. Mis amigos son mi tesoro. Mis amigos, mi razón para seguir riendo.

Minín Arévalo / @minincita

 

Redacción La Nota Latina
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