¿Qué representan los regalos navideños? | La Nota Latina

¿Qué representan los regalos navideños?

Así como la navidad hace surgir en muchas personas las más refulgentes emociones, con ellas vienen asociadas el aumento de la generosidad, el deseo de compartir y de expresar estas emociones a los otros a través de regalos.

 

Podríamos decir que el área comercial coloca su buena parte de influencia, al bombardearnos de aparadores encantadores y coloridos, así como de ofertas abundantes y atractivas. Sin embargo, existe una tradición ya establecida de considerarse un período donde el intercambio de obsequios se hace presente.

Lo mismo sucede en la familia, y si bien, esta cuenta con varios momentos en el año donde cada miembro recibe por lo menos dos regalos (cumpleaños y la conmemoración de su rol en la familia), con las fiestas decembrinas que llegan al final del año como resumen o conclusión de un período, podemos querer sintetizar en ellas, mucho de lo que no pudimos expresar u obsequiar durante el año que transcurrió.

Pero, cuando regalamos a un familiar: ¿Qué esperamos comunicar? ¿Nuestro deseo de expresarle afecto? ¿Agradarle? ¿Compensar ausencias o fallas? ¿Pedir disculpas por errores? ¿Ostentar solvencia económica? ¿Sucede igual con los niños que con los adultos? Por otra parte, ¿Qué valor o tradición se ha desarrollado en la familia hacia la entrega de obsequios?

Comencemos por esta última pregunta debido que, desde la misma, se pueden dar respuesta a las anteriores. Es muy importante revisar el significado o significados que se han tejido en la familia, al dar regalos entre los miembros. Como toda tradición familiar, ésta ha sido introducida por los adultos de la familia, en este caso los padres, quienes a su vez, pueden dar continuidad a sus respectivas tradiciones familiares. Será entonces esta dinámica, influenciada por las perspectivas de la pareja-padres.

El acto de regalar

Si regalar ha sido considerado como un hecho puntual, dictado por ocasiones sociales señaladas y expresada fundamentalmente en obsequios materiales, muy probablemente en este tipo de dinámica familiar, el regalar estará direccionado hacia el valor en costo monetario, es decir,  el ser la última expresión del mercado en su tipo y la simbolización subyacente de “te compro algo costoso porque te quiero” o “hago todos los sacrificios económicos que sean necesarios por ti” o “tu te mereces lo mejor, por eso te doy lo mejor”.

Sin parar a detallar esas frases, que es sí mismas poseen mucho que decir, esta perspectiva se concentra, fundamentalmente, en los obsequios materiales en esta época y para el resto del año dentro de la dinámica familiar, sirviendo los regalos como sustitución de presencia; el subsanar faltas y fallas; como disculpas por errores o daños causados o la expresión del afecto en tanto y cuanto, este tenga una expresión en objetos o situaciones que cuesten dinero. Me atrevo a realizar esta aseveración del regalo material como sustitución de afecto y presencia, porque cuando se está presente y expresa afecto en la familia, ni los regalos en fechas puntuales son indispensables, ni mucho menos son costosos o buscan sustituir carencias.

No pretendo indicar una situación dicotómica de “te quiero y cuido, por tanto, no te regalo o te regalo algo económico” por un lado y por el otro, “no te quiero o te descuido y por tanto compenso mis fallas, materialmente”. Las familias se mueven en intervalos donde en poquísimos casos se experimentan los extremos puros; son más bien un fluctuar entre dichos extremos, donde la ponderación, intermedio o combinación de elementos según la situación, sería lo ideal, pero bastante complejo conseguirlo. Este punto medio sería, dar afecto, regalar no solo materialmente y no necesariamente en fechas señaladas, pero dependiendo de la situación, si las condiciones económicas lo permiten y la convivencia lo estimula, los obsequios materiales en fechas señaladas vienen a ser corolario de la relación desarrollada.

Cuando el regalo se convierte en la materialización de la expresión afectiva, se corre el riesgo de hacer pensar, sobre todo a los más pequeños que, si no hay regalos, entonces no se les quiere.

Si esta práctica se ha instaurado en la familia y con los hijos particularmente, entonces los padres se convierten en esclavos de estas fechas donde deben cumplir, en la mayor medida, todos los deseos que sus hijos expresan y más aún, si estas están representadas en cartas a “seres especiales” que “mágicamente” hacen llegar los obsequios que indican que ellos son “buenos niños”.

Creo importante y como práctica familiar sana, que desde pequeños enseñemos a nuestros hijos y concienticemos nosotros como adultos, que los regalos no tienen fecha, ni necesariamente deben estar representado en objetos. Cuando el afecto y la armonía predominan en la vida familiar, la compañía, el apoyo, la seguridad de contar con el otro, son obsequios. A los más pequeños identificarles las situaciones que son obsequios como el estar juntos y disfrutando, regalarse momentos divertidos, regalarse solidaridad. No es que se dejen de lado las expresiones a través de objetos, ni que estas situaciones no materiales sean valoradas solo cuando no hay dinero. Cuando los regalos se den, que su mayor valor sea la complacencia que generarán porque en ellos se resume el gusto, un sueño o una necesidad del obsequiado y no los deseos de reparar, deslumbrar o el gusto de quien obsequia.

Desde esta perspectiva, todos los miembros de la familia son capaces de regalar, no importando su edad. No debemos descargar a los más pequeños del gesto de agradar a otros con un presente porque no tienen dinero, deben ir aprendiendo a conocer e identificar los posibles obsequios que agradarán a sus familiares, obsequios claro está, que serán inmateriales inicialmente y desde allí, se cultivará el sentido y valor de obsequiar como expresión de una relación y no como sustitución o reparación centrada en un objeto.

Twitter/Instagram: @crispaz05

 

 

Cristina Paz
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