La Isla del Encanto ya no es un paraíso de ensueño. Tal como el caso de Grecia, lo que se avecina es quizás más fuerte que un huracán caribeño y en lo que coinciden los expertos y hasta organizaciones ciudadanas es que éste es el momento perfecto para construir las bases de un nuevo Puerto Rico. La Nota Latina analiza el tema desde varias perspectivas.
Para el presidente de la Junta de Directores de la Fundación por Puerto Rico, Jon Borschow, y el economista y presidente de Estudios Técnicos, José Joaquín Villamil, éste es el tiempo para sembrar las bases de un nuevo país, ya que la profunda crisis económica y fiscal no es más que una oportunidad para reformular la realidad: “Un Puerto Rico donde la mezquindad política ceda a la unión de todos por buscar soluciones”. Y es que están conscientes de las palabras del Premio Nobel en Economía, Joseph Stiglitz, cuando visitó la isla, recomendando que “no desperdiciáramos la crisis por la que estamos pasando”.
En un comunicado emitido en la Revista Perspectiva, publicación de Estudios Técnicos, dijeron: “Aún en momentos como el actual podemos aspirar a un mejor Puerto Rico, que debe también estar firmemente anclado en un entendimiento de nuestro entorno global y de las transformaciones que en él ocurren».
Estos especialistas son conscientes de que tras la crisis se produce la transformación: “De la Gran Depresión de los años treinta, en los Estados Unidos, surgió lo que es aún hoy una nueva manera de gobernar y de afrontar los problemas sociales y económicos. Lo mismo podría decirse de otros países en Europa, Asia y aún en nuestra América, donde las grandes transformaciones surgieron de crisis profundas».
Sobre la clase de crisis que vive la isla, avistan más allá: «Peor es la crisis de visión que hemos padecido por décadas. Sin una visión del futuro que queríamos como sociedad, fuimos ajustándonos al deterioro con medidas que lejos de movernos a una transformación renovadora, la pospusieron y los problemas que nos han aquejado desde hace tiempo empeoraron», afirman.
¿Qué hay que hacer? Borschow y Villamil dicen que lo primero en la lista es reconocer que el modelo vigente de conducir la sociedad y atender los problemas económicos y sociales ya no responde a las nuevas realidades locales y globales: «Necesitamos un nuevo modelo que incorpore, no solamente versiones oficialistas de nuestro futuro, sino que recoja el sentir de una sociedad civil resurgente y lo haga parte integral de una nueva visión. En efecto, que sea capaz de delinear un modelo de sociedad que nos permita exitosamente aprovechar las oportunidades económicas que tenemos ante nosotros en el siglo XXI», consideran.
Para ello creen necesario que se fomente las exportaciones industriales, de tecnología y de servicios innovadores, así como también el desarrollo de la isla como destino para el resto del mundo, donde la convivencia sea incluyente. Eso seguro implicará el cambio del marco legal vigente, para que se ajuste a la nueva visión del Estado y por supuesto, la necesidad de crear cultura social alineada con esta propuesta: «No podemos ser exitosos en la transformación de nuestra economía y nuestra sociedad con las mismas estructuras, procesos y cultura social, económica y política que se engendraron en el contexto de una realidad que ya sale de escena. Tenemos que transformar la cultura del crecimiento a la cultura de la sostenibilidad, sobre todo social», agregan.
Pero la transformación económica, que es lo más urgente, pasa por entender cuáles son las oportunidades que ofrece el entorno global: “Es más que turismo, hay que buscar ser parte de las tendencias globales en la tecnología, que inserte nuestra cultura y nuestras empresas en el escenario global. Podemos ser nuevamente un modelo para el mundo, ahora sería por nuestra capacidad de gobernar de manera incluyente y por ser jugadores efectivos en dicho escenario». Borschow y Villamil reiteran entonces que es la hora de una nueva visión para Puerto Rico.
Propuestas en debate
Mientras la crisis sigue su curso, el grupo Puerto Rico Cambia, movimiento civil de carácter universitario sin fines de lucro fundado para afrontar la crisis con optimismo, propuso crear un comité para evaluar más de 100 propuestas para mejorar la situación fiscal de la isla.
La Universidad de Puerto Rico es la sede para debatir, anunció Jorge Pagán, director de Puerto Rico Cambia. Profesionales y estudiantes universitarios, determinarán si las propuestas son válidas para ofrecerlas al Gobierno y a otros sectores incluyendo a los políticos. Y es que hay muchas opciones como la creación de un plan electrónico para el recaudo del impuesto a la venta y uso, impulsar la agronomía y crear escuelas especializadas.
Este movimiento ha sido respaldado por el presidente del Movimiento de Acción Social y Comunitaria de Puerto Rico, Jorge Rodríguez, ya que se trata de una acción inclusiva que busca aportar soluciones y eso habla de responsabilidad civil: “Ayudar, colaborar y aportar es responsabilidad de todos. Nos encontramos en un momento crucial para nuestro país. No basta sólo con observar desde lejos, se trata de responsabilidad y compromiso que debe traducirse en acción social”.
¿Habrá remedio?
Rolando Emmanuelli Jiménez, abogado notario, presidente del Bufete Emmanuelli en Ponce, presidente de la Alianza Pro Sur y vicepresidente de Disur, relata que la situación de Puerto Rico es crítica, es una crisis estructural, con fundamento en las estructuras políticas, económicas y sociales del país: “Puerto Rico no tiene un modelo económico, no tiene poderes soberanos para controlar cabalmente su economía y no tenemos la capacidad para imprimir papel moneda. Puerto Rico ha vivido bajo un sistema económico que colapsó estrepitosamente cuando se eliminó la Sección 936 y el principal motor económico dejó de funcionar, sin tener herramientas eficaces que le sustituyeran y en total desamparo de nuevas ideas o planes estratégicos”.
En su visión, se requiere planes estratégicos con ideas nuevas, importantes, creativas y la voluntad de implantarlas, inmediatamente: “Lamentablemente, ninguna idea se ha asomado al panorama, que cuente con el aval o compromiso del gobierno para su implementación inmediata. Se dice de manera engañosa que esta crisis es global y que por eso no tenemos la culpa de nuestros problemas económicos.
Sin embargo, si miramos los números de crecimiento real (GDP) de los países que compila la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, vemos que la mayoría no tienen problemas y lo único que los separa de nosotros es que tienen poderes soberanos”, ha descrito Emmanuelli Jiménez .
En su evaluación apunta a las cifras de crecimiento reveladas en estudios y se pregunta ¿Por qué la mayoría de los países del mundo crecen y Puerto Rico se hunde? La política surge: “Cuando llegó el gobierno de Luis Fortuño Burset al poder, se amparó en promesas populistas de mejorar la economía y de aliviar la situación económica del elector, pero se encontró con un cuadro económico para el cual no tuvo idea de posibles soluciones. Por eso, nombró al famoso CAREF. El problema con el CAREF fue que estuvo compuesto por personas de una sola dimensión económica y social, el sector adinerado y poderoso, por lo que sólo expuso recomendaciones para proteger sus maltrechos intereses económicos. El gobernador Fortuño, como estaba ausente de ideas coherentes, se aferró visceralmente a esas recomendaciones y a la idea republicana anacrónica y disparatada de reducir el gobierno y el gasto público, imponiendo las medidas de austeridad que al día de hoy han conllevado más de diez nuevos impuestos y el despido de 19 mil empleados públicos”.
Como analista indica que mientras el papel del gobierno en tiempos de crisis es estimular la economía, mediante la reducción de impuestos, la inversión, el aumento del gasto y la creación de empleos, Fortuño hizo en su tiempo todo lo contrario: “Para colmo, hasta hoy tenemos un escenario totalmente negativo de ausencia de planes y poderes para controlar totalmente la economía, lo que convierte la situación en una desastrosa, pues seguimos hundiéndonos sin esperanza de repunte”.
La situación apremia porque no hay voluntad política: “Lo que hay es una falta total de liderazgo y de ideas para resolver los problemas del país”.
¿De qué va esta crisis?
Mientras tanto, el gobierno de Puerto Rico no pagó 58 millones de dólares a sus acreedores, así que los que esperaban un cheque se quedaron con las ganas. Muy mala noticia. Alejandro García Padilla, ha dicho que Puerto Rico encara la espiral de la muerte de la deuda y el estancamiento político. ¿Rescate? Ya la isla debe miles de millones de dólares.
Por una ley de los Estados Unidos, se creó un subsidio fiscal para la deuda de Puerto Rico y se animó a estadounidenses de clase media a invertir en el préstamo desenfrenado de dinero a la isla, sin medirse las consecuencias. Así que ahora no hay forma de devolver ese dinero.
Y aunque desde 2006, la antigua isla del encanto perdió la capacidad para sobresalir a la crisis, tiene 10 años descendiendo por una espiral sin fin, con la consecuente subida de impuestos, recortes de gastos, emigración cada vez mayor y tasas de interés ya en las nubes.
No habrá recuperación del dinero invertido, esa es la respuesta de la isla para el estadounidense continental. Refinanciar la deuda implica un alto riesgo para cualquier inversor y eso se traduce en mayores tasas de interés, ya impagables por los ciudadanos de a pie. Hay otra cosa, que la gente quiere vivir bien, sin pagar grandes impuestos y gozar de servicios gubernamentales de alta calidad. Si se dedican a pagar la deuda, la calidad de vida va a desmejorar significativamente. Así que si Puerto Rico no acepta sufrir, no podrá pagar sus deudas y seguirá sumido en esa espiral sin fin. Hablamos de un total de 72 mil millones de dólares, una cifra pequeña para la economía general de Estados Unidos, pero inmensa para la isla. Es también pequeña si se contrasta con los dos estados de ese país que tienen más deuda: California y Nueva York, ambos muy ricos.
Ya en 2013 The Economist informó que en 50 estados de los Estados Unidos, la proporción promedio de la deuda estatal a la renta personal es del 3,4%, mientras que la agencia de calificación Moody dice la cifra comparable para Puerto Rico es del 89 por ciento. Hawai, el estado de los EEUU más endeudado por esta medida, tiene una proporción de 10 por ciento. Así que dese una idea de lo que realmente implica.
Parte de los préstamos provienen de inversiones para la jubilación en fondos de bonos municipales, como una oportunidad de diversificar las carteras. Así que mucha gente prestó dinero pensando en algo tan simple. Lo único es que se lo prestó a Puerto Rico en tiempos en que parecía que iba por buen camino, sólo que hace 10 años que la fortuna económica de la isla se esfumó. Lo increíble de esta historia es que esos fondos no se usaron para invertir en proyectos de obras públicas o servicios sociales que sentaran bases para la prosperidad. Más bien, fue para el derroche en un bienestar generoso que la isla no podía permitirse y así creció la deuda.
Hoy invertir en Puerto Rico no es viable para las empresas que veían ventajas fiscales para hacer negocios. Ni el turismo es atractivo. Desde el 2010 se sabe que esta deuda es impagable y aún así la falta de voluntad del gobierno y de los actores políticos y civiles, es palpable. La quiebra de Detroit –otrora cuna de la industria automotriz estadounidense- en 2013 marcó la sentencia de muerte para la isla, ésta corre a su suerte. Así que mientras sus políticos y gobernantes sueltan labia, la gente sale corriendo de la isla. A falta de dinero, se acabó el amor, por más que haya encanto y un paisaje fabuloso.
¿Se irá a la quiebra Puerto Rico?
Se habla de bancarrota, pero habrá que revisar las leyes estadounidenses sobre Quiebra. Bush y Clinton ya han sugerido eso, eso sí, no hay precedentes. Primero habrá que ver cómo se reestructura la deuda, se crean los acuerdos de pago y se toman medidas para resolverlo. Eso marca la teoría. Habrá que esperar la decisión final del gobierno de Puerto Rico al respecto. Sería un largo camino con implicancias legales.
Y quizás también sea el momento para que debatan si ya es hora de que la isla se independice: para los continentales ésa parece ser la opción más viable. Estados Unidos ya no necesita las bases navales de la isla y como en la práctica, hay una diferencia económica, cultural y lingüística muy grande, no resulta muy interesante seguir teniendo la rémora como vecino.
Así que quizás Puerto Rico pueda librarse de las políticas económicas estadounidenses que no impactan positivamente en su desarrollo, crearía su propia moneda y la ajustaría a sus necesidades en un marco regulatorio más adecuado. Ahora, el dilema está en si los ciudadanos querrán ser libres: desde 2012 se ha venido tratando el tema y en un referéndum 60% de los consultados dijo que la isla debería convertirse en un estado más de Estados Unidos. Y es que los puertorriqueños se sienten estadounidenses con una fuerte conexión con su país y hasta sus familias están en territorio continental.
Mientras sigan aspirando a ser Estado, continuarán los problemas que los llevaron a esta deuda impagable. Ah, sin mencionar que Estados Unidos no quiere un incumplidor entre sus hijos. Tremendo detalle.
Evelyn Navas, Redacción La Nota Latina
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