Puerto Rico: lo que hay que conocer en la Isla del Encanto (Parte I) | La Nota Latina

Puerto Rico: lo que hay que conocer en la Isla del Encanto (Parte I)

Este verano hice algo que vengo haciendo desde que me convertí en una estadística más de la diáspora boricua: ser turista en mi tierra.

Puerto Rico es un pequeño paraíso caribeño de 100 x 35 millas. Si le fuera a hacer una guía a un extranjero, esta NO sería necesariamente la ruta que le haría. Pero para nosotros, fue absolutamente perfecta.

Desde que no vivo en Puerto Rico, usualmente llego a San Juan para visitas cortas y hago algún paseo fuera del área metro (¡si tengo el tiempo!). Esta vez, acompañada de mi hijito, alquilamos un auto y nos dimos a la aventura de recorrer Puerto Rico y verlo a través de sus ojos. Arrancamos estos 10 días en el noreste de la isla.

Noreste / Sureste de la isla:

Nuestra primera parada fue en el Wyndham Grand Río Mar, un resort emblemático que lleva muchos años de excelencia; ha cambiado de dueño y de cadena, pero cualquiera en Puerto Rico sabe lo que significa “Río Mar”. Alejandro tuvo todas las olas que quiso.

Siguiendo la ruta de las olas, fuimos a una playa que es especial para mí porque era la favorita de mi papá, Costa Azul. En el noreste de la isla, el pueblo de Luquillo marca el comienzo de la reserva natural del corredor ecológico del noreste, que termina en la playa de Seven Seas en Fajardo. Luquillo es 26 millas cuadradas con 12 millas de hermosa costa atlántica, acurrucado en las orillas de la reserva de El Yunque. Costa Azul es una de esas playas a las que todos fuimos de chiquitos, en lo que en Colombia le llaman “paseo de olla”; ustedes saben, las tías y la mamá te llevan con las ollas de arroz con salchicha (o cualquier facsímil razonable), hacen BBQ improvisado en la arena, la hamburguesa te queda con saborsito a sal y tu mamá te hacía una casita con toallas para quitarte el traje de baño mojado antes de irte porque si no te enfermabas.

Esta parte de Luquillo siempre me ha parecido detenida en el tiempo; los edificios todos parecen de los años setenta. Pero sigue teniendo el mismo encanto de cuando yo tenía la edad de Alejandro. La arena es de color rojo dorado natural y hay arrecifes de coral llenos de coloridos peces y vida marina. Hay una gran variedad de alojamientos de alquiler como condominios, villas, apartamentos y casas para alquilar en la playa o cerca de la playa en las calles laterales. Allí también está la playa La Pared, una de las playas de surfing más famosas de Puerto Rico; más adelante encuentras la playa La Selva, una zona perfecta para los más aventureros con un oleaje más pesado.

Faro Punta Tuna, Maunabo.

Nuestro recorrido lo seguimos hacia el sureste de la isla, hasta el pueblo de Maunabo. Específicamente, fuimos al Faro Punta Tuna. El faro es lindo e impresionante, pero casi tan lindo e impresionante es el camino para llegar hasta él. El faro se encuentra localizado en el punto más meridional del este de la isla; fue construido entre 1891 y 1893, y se encendió por primera vez en 1892. El faro pasó por los embates de dos tormentas devastadoras para Puerto Rico, San Ciriaco en 1899 y San Felipe II en 1928. El pueblo de Maunabo quedó totalmente destrozado, pero el faro se mantuvo intacto y en 1981 entró en el Registro Nacional de Lugares Históricos de los Estados Unidos. Aunque no se puede entrar al edificio del faro como tal, solo la vista vale la visita.

Maunabo

Cuando íbamos de regreso, paramos a realizar el nuevo deporte nacional boricua, “chinchorreo*”, en la carretera de Yabucoa. De ahí nos dirigimos hacia el Malecón del pueblo de Naguabo, donde realizamos mi deporte favorito: ¡comer! Los municipios costeros cuentan con una oferta gastronómica donde los mariscos son protagonistas. Naguabo no es la excepción, desde el pescado en leña hasta el mofongo relleno de mariscos; y como dato curioso les contaré que Naguabo fue el lugar que vio nacer la creación de la empanadilla de chapín.**

En ese mismo Malecón hay una estructura muy llamativa pero abandonada: los restos del Castillo Villa del Mar,  que guardan testimonio de un pasado de plantaciones, trapiches y esclavitud, cuando aún la caña de azúcar era reina del Caribe. Es uno de los pocos ejemplos del estilo arquitectónico victoriano que hay en Puerto Rico. Fue eje de comercio por contar con su propio atracadero y era usada para la exportación de azúcar. Dicen que tiene uno que otro fantasmita. Voy a tener que investigar más sobre este tema…

Castillo Villa del Mar, Naguabo (foto actual).
Castillo Villa del Mar como lucía antes (foto de archivo).
Las Pailas

El último lugar del recorrido por el este de la isla fue una visita al Río Las Pailas, que nace en las aguas de El Yunque y por cuyas rocas uno se tira tal cual parque acuático y cae en una piscina natural. Se llega muy fácil entrando por el pueblo de Luquillo y uno se estaciona en una casa privada y baja por un camino dentro de la misma propiedad. Como en cualquier aventura al aire libre, vayan con precaución. El traje de baño de Alejandro no regresó a Miami y salimos con una rodilla hinchada. ¡Pero cómo gozamos!

 

*chinchorreo – en Puerto Rico conocemos por “chinchorro” un espacio que invita a pasarla bien en un ambiente de pura informalidad; comer y beber en chinchorros es ‘chinchorrear’.

**chapín – “trunkfish”: pez que se suele encontrar solo en arrecifes de poca profundidad y áreas rocosas.

 

 

Norte:

Barriada La Perla

Por primera vez, pasé muy poco tiempo en mi amada San Juan. ¡Esto no se lo recomiendo a nadie que vaya de visita a Puerto Rico! El Viejo San Juan, el casco histórico de la ciudad, es una joya arquitectónica. Recientemente la ciudad completa ha tenido un renacimiento gastronómico espectacular, contando con lugares que van desde “hipster” food trucks y conceptos de estudios de cocina, hasta lugares mucho más elegantes y tradicionales.

Paseamos por los fuertes históricos de San Cristóbal y San Felipe del Morro, ambas edificaciones españolas del Siglo XVI que servían de defensa para la ciudad de atacantes marítimos de Europa. En 1983, el Viejo San Juan entró a la lista del Patrimonio Mundial de las Naciones Unidas (UNESCO) y sobre 2 millones de visitantes los recorren anualmente. El Morro es uno de los sitios turísticos más visitados de la isla. Tal cual turista en nuestra tierra, recorrimos garitas y nos sentamos en balas de cañón. Alejandro quedó muy impresionado con la historia de la infame Garita del Diablo de San Cristóbal, pero esa historia se las guardo para otro día.

Mi Viejo San Juan

Fuimos a los lugares típicos de cualquier visita sanjuanera: La Capilla del Cristo, la Catedral Metropolitana Basílica San Juan Bautista (¡se queda sin nombre!), el Hotel El Convento, el Parque de las Palomas, la casa más estrecha del hemisferio en la Calle Tetuán, los chorritos de la Plaza del Tótem. Algo que me llamó la atención como amante del arte “callejero”, ante la crisis fiscal por la que está atravesando la isla, es cómo ha seguido creciendo esta expresión artística en San Juan. Mucho mural de protesta, pero mucho mural de nuestra bandera, símbolo inequívoco de nuestro orgullo patrio, no importa las circunstancias.

 

Fuerte San Cristóbal

 

Arte callejero
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