Los inumerables incidentes en los que oficiales del gobierno estadounidense se han visto involucrados con prostitutas colombianas demuestra que éstas son como la criptonita para Súperman: una sustancia letal.
El artículo publicado por el Miami Herald el pasado 26 de mayo sobre el más reciente escándalo parece el resumen de una película, sobre todo porque las autoridades colombianas y de EEUU mantuvieron el incidente en secreto desde el 3 de febrero de este año.
A continuación les traduzco las mejores partes. Imaginen música de suspenso como banda sonora y la voz grave del narrador:
“Un trío de marines gringos se toman las calles élite de Bogotá. Luego de visitar dos populares lugares de entretenimiento –Ugly American Bar Grill y Colombian Pub– los tres hombres casados deciden aventurarse en la zona prohibida para funcionarios del Pentágono llamada Galerías. Luego de ingerir masivas cantidades de una bebida alcohólica altamente embriagante llamada Aguardiente, los militares llegan en compañía de cuatro mujeres al hotel Jazz Blue Doors Hotel a las 4:30 a.m. Horas más tarde, dos de los marines terminan en la sala de emergencia de un hospital debido al consumo de la poderosa droga Benzodiazepina, conocida como escopolamina. Aunque todo apunta a que las damas de compañía solo querían robar sus víctimas, el oficial que no es drogado sospecha otro objetivo: las yayitas no son simples bellezas voluptuosas sino agentes encubiertas en busca de documentos militares clasificados. La misión de recuperar la vital información, su carrera militar y la confianza de sus esposas apenas comienza”.
Definitivamente como dice el dicho “la realidad supera la ficción” y estos tres marines parecen Los Tres Chiflados. Según el Miami Herald, los oficiales involucrados en el bochornoso incidente habían sido informados sobre la modalidad de robo perpetrada por mujeres en los sectores frecuentados por cuerpos diplomáticos. Aún así, dos de los marines cayeron en la trampa y el oficial que no consiguió compañía, decidió pagar dos prostitutas con los avances en efectivo de la tarjeta de los viáticos pagada por el gobierno estadounidense.
Estos tres soldados profesionales tuvieron que superar uno de los entrenamientos militares más rigurosos conocido como SERE, Survival, Evasion, Resistance and Escape (supervivencia, evasión, resistencia y escape por sus siglas en inglés). Este entrenamiento enseña las herramientas necesarias para sobrevivir en zonas de combate en caso de separarse de su pelotón o cruzar la línea enemiga.
En otras palabras, este entrenamiento transforma a un soldado común y corriente en Rambo. Entonces yo me pregunto, ¿cómo carajos cuatro mujeres armadas solo de curvas y siliconas fueron capaces de engatusarlos?
En medio del tambaleo de Ecopetrol y la grave situación de la industria de hidrocarburos en Colombia, los expertos recomiendan invertir en el agro, el turismo y la industria de servicios para diversificar la economía. Yo en cambio, propondría comercializar seminarios para enseñarle a los espías del mundo la eficaz modalidad de “Yayitas Encubiertas” si lo que quieren es apoderarse de inteligencia clasificada de los Estados Unidos.
O mejor, Colombia podría abrir un campo de concentración de cooperación bilateral con la administración Trump para capacitar a sus cuerpos militares y de inteligencia a la hora de enfrentar tentaciones carnales que pongan en peligro la seguridad nacional.
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