“La vida te da sorpresas”, decía Benedicta Sánchez cuando, en la gala de entrega de los Premios Goya subió, a recoger el premio a la mejor actriz revelación. Palabras que todos hemos usado en alguna ocasión y que el cantante panameño Rubén Blades incorporaba en la canción dedicada al proxeneta Pedro Navaja.
Pero Benedicta, una actriz por casualidad a sus 84 años, lo exclamaba a punto de enmudecer plena de satisfacción. Y no es para menos porque, esta mujer de largo pelo blanco, con marcadas arrugas en la cara y de cuerpo enjuto, nunca pensó que, pese a que haber hecho frente en su vida a avatares suficientes como para protagonizar no ya un film sino toda una serie, podría ser la protagonista de una película. Una gallega a la que su hija llevó al casting y que terminó protagonizando con otro de sus hijos, que estuvo en prisión por pirómano, la película “O que arde” del director, también gallego, Oliver Laxe y que ha aupado a Mauro Herce con el premio a la mejor dirección de fotografía. “O que arde” quizá nunca consiga cifras espectaculares en taquilla y, posiblemente, a Benedicta le importe poco. A Laxe, ocurra lo que ocurra en un futuro su corta filmografía- es su tercera película- ya le ha valido para que directores de la talla de Pedro Almodóvar reconozcan su talento.
Precisamente ha sido “Dolor y gloria”, película del director manchego, la que en esta XXXIV edición ha logrado el premio a la mejor película. De Almodóvar, como de Antonio Banderas o Penélope Cruz, dos de sus protagonistas, no hay cinéfilo que no haya oído hablar pero, dada la humanidad que desprende Benedicta y la generosidad de los veteranos multi-galardonados, asumo que no se sentirán molestos de que sea Benedicta quien arranque los renglones de esta crónica. Siete, si, siete “cabezones”, como llaman a los goyas, se ha llevado el último trabajo de Almodóvar porque, además del premio a la mejor película, los 108 minutos del film han conseguido el premio a la mejor actriz de reparto (Julieta Serrano, de 87 años) , actor protagonista ( Banderas), dirección y guión ( Almodóvar ), música original y montaje….Siete premios, de un total de 17 nominaciones, para un film del mago del séptimo arte.
Las sufridoras madres, papeles de Benedicta y Julieta, se extendían también al de doliente esposa que protagonizaba en la “Trinchera infinita” Belén Cuesta, quien se alzaba con el premio a la mejor actriz protagonista, al que también optaba Penélope Cruz. Puede decir ahora Belén que “a la tercera va la vencida”, ya que había estado nominada en otras dos ocasiones, aunque con papeles radicalmente diferentes; un cambio de registro que, probablemente, haya valorado la academia. La actriz protagonista del film, dirigido por 3 directores vascos, da vida a la mujer de un topo “franquista” que permanece oculto durante 3 décadas en su propia casa.
Frente a las dos estatuillas de “La trinchera infinita” (también se llevó el premio al mejor sonido) o de “Intemperie” de Benito Zambrano (mejor canción y mejor guion adaptado), están las 5 de “Mientras dure la guerra”, de Alejandro Amenábar, que vuelve a poner ante los ojos del espectador la deriva de la guerra civil española con el fin de la república. Amenábar convierte a Miguel de Unamuno, interpretado por Karra Elejalde, en eje del film que le ha servido a Eduard Fernández, quien no acudió a la entrega, para hacerse con el premio al mejor actor de reparto por su interpretación del militar Millán Astray.
Por un desliz cometido durante una entrevista con Pedro Almodóvar, podemos saber que Penélope Cruz será la copresentadora del Oscar a la mejor película internacional…..y que en la próxima película, que se rodará en España, la madrileña tendrá como compañero de rodaje al malagueño Antonio Banderas.
El hecho de que el escenario de esta edición de los premios fuese Málaga había servido para alimentar la ilusión de que Marisol quien, por voluntad propia, lleva 35 años fuera de la escena pública, acudiese a recoger el Goya de Honor. La niña prodigio del cine español, fiel a su decisión, no lo hizo, pero sí acudieron sus hijas que agradecieron el homenaje y se fundieron en un estrecho abrazo con Amaia, que interpretó alguna de sus canciones.
Emulando a mi adorado Luis Eduardo Aute, me despido tarareando “Cine, cine, cine. Más cine, por favor…que todo en la vida es cine y los sueños, cine son”.
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