Los audífonos se han convertido en un apéndice de los oídos de millones de personas. Cada cinco jóvenes entre los 20 y 29 años en los Estados Unidos sufre de pérdida prematura de la audición.
Los escenarios socio-políticos de Colombia y de Estados Unidos estuvieron tan descarados la semana pasada que me provocó hacer lo que los jóvenes de hoy hacen para escapar de la realidad que los rodea: ponerme unos audífonos.
Sin embargo, por más que lo intento no puedo con esos aparatos. Las orejas se me calientan y el cartílago me empieza a doler pasados cinco minutos. Llegué a pensar que ya estoy “veterana” y pasada de moda. Pero luego de leer un artículo el domingo pasado me sentí aliviada, ya que por lo menos no voy a sufrir de sordera prematura.
El artículo citaba el reporte de los centros de prevención y control de enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) publicado el pasado 7 de febrero, sobre las estadísticas de la audición en la población estadounidense. La cifra más alarmante es el 19% de incremento de la sordera prematura en la población joven.
“En otras palabras, uno de cada cinco jóvenes entre los 20 y 29 años sufre de pérdida prematura de la audición y el uso excesivo de los audífonos es el sospechoso número uno.
Estos accesorios se han convertido en un apéndice de los oídos de millones de personas en el mundo. Quieren vivir la vida al ritmo de su banda sonora favorita así se vean como creaturas de las películas de ficción; cabezones o con cables colgando.
Aunque les agradezco que mantengan sus gustos musicales privados–sobre todo teniendo en cuenta las letras bochornosas de muchos intérpretes de moda–al parecer los también llamados “manos libres” se han convertido en un campo de fuerza o barrera magnética que aisla a las personas de su entorno.
“Si bien es cierto que en espacios de la cotidianidad, como las salas de espera o los aviones, no falta el personaje que habla más que un perdido y uno trata de evitarlo desesperadamente, también es importante estar alerta a lo que ocurre a nuestro alrededor para prevenir peligros inminentes”.
Por ejemplo, el 2 de agosto de 2016, una joven que trotaba en un parque de Queens en el estado de Nueva York, fue violada y estrangulada en plena luz del día. El asesino fue capturado el pasado 5 de febrero y está a la espera de juicio a final de este mes.
Lo más escalofriante del caso es que el asesino confesó haber escogido a su víctima, entre las otras mujeres que corrían en el parque, porque ella estaba distraída trotando con sus audífonos puestos.
“Recuerdo que un detective retirado de la policía recomendó en un noticiero que, si las mujeres trotaban solas, no se pusieran los audífonos o por lo menos se dejaran un oído destapado para escuchar los pasos de un atacante y evitar un trágico destino.
Al parecer estos accesorios, imprescindibles para muchos, tienen las estadísticas en su contra. Pueden causar sordera prematura, infecciones de oído por falta de higiene y hasta accidentes de tránsito. No obstante, para mí, el peor peligro es que los audífonos nos atrofian la capacidad innata de socializar, privándonos de una sonrisa o un saludo amable.
Hace unos días mi hijo de casi seis años me pidió unos audífonos de DJ luego de visitar a uno de sus amiguitos. Así que por los siguientes 10 años, me seguiré haciendo la sorda pues por nada del mundo se va a salvar de mis cantaletas.
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