¿Por qué los hermanos mayores no son padres? | La Nota Latina

¿Por qué los hermanos mayores no son padres?

 

“María, ve a  bañar a tu hermana”; “José, ¿revisaste que tu hermano terminara la tarea?”. Expresiones como estas se nos hacen bastante comunes y cotidianas dentro de la vida familiar. Haciendo un pasaje muy superficial sobre ellas podrían, en sí mismas, no plantear ningún cuestionamiento y, por el contrario, podríamos considerar que es un ejemplo de cooperación y apoyo entre miembros de la familia. Eso sería cierto siempre y cuando suponga una condición ocasional y no diaria; que sea la expresión de una solicitud de apoyo y no el recordatorio de una tarea asignada que se debe cumplir.

Conocemos altamente la práctica que poseen algunas familias, en las cuales los hijos mayores se “hacen cargo” de su (s) hermano(s) menor(es). Las razones o circunstancias pueden oscilar desde la costumbre transmitida como pauta familiar, pasando por circunstancias ambientales y económicas que ameritan la incorporación de los hijos más grandes en la atención de los más pequeños, hasta por circunstancias inesperadas, como lo puede ser la enfermedad de una de las figuras paternas, que amerita el cuidado por parte de la otra.

Cuando se habla de “hacerse cargo”, se alude a una condición permanente, una tarea cotidiana asignada a un hermano de mayor edad, tendiendo a ser el mayor de los hijos. No se trata de una colaboración ocasional, por el contrario, se convierte en una responsabilidad de la que debe dar cuenta. Dicha condición ha sido denominada “parentalización”, situación que se sucede cuando los padres delegan en uno de sus hijos, tareas inherentes a su rol de padres.

Salvador Minuchin (1921- ), psiquiatra y terapeuta familiar de origen argentino, planteó en 1974, la propuesta de la familia como una estructura que posee jerarquías, límites, roles y funciones; identificando y denominando  los sub-sistemas que componen a la familia: conyugal, parental y fraterno. Bajo esta propuesta, los padres poseen la función de guiar el hogar, establecer límites, normas, pero igualmente son quienes velan por el cuidado y protección de los hijos, función que les define y caracteriza. Por tanto, si es función de los padres, que se suponen adultos, maduros y en capacidad de asumirlas, es muy osado pensar que un niño o adolescente, pueda asumirlas de manera medianamente eficiente, por muy mayor que sea o muy maduro que parezca.

La literatura acerca del tema coincide en el entorpecimiento del sano desarrollo de los hijos que son sometidos a este tipo de interacciones. Porque tanto el hermano cuidador como el hermano cuidado, presentan repercusiones de esta situación impuesta por los padres. Y es que, si bien pudiera considerarse una explicación atenuante, alguna circunstancia inesperada como la muerte o enfermedad de uno de los padres, la misma no disminuye los efectos desfavorables que tal experiencia trae para los hijos.

Dentro de dichas consecuencias se encuentra la presencia de frustración y sentimientos contradictorios que experimenta el hijo parentalizado, cuando al enfrentar tareas que le sobrepasan física y emocionalmente, obstaculizan las manifestaciones propias de la edad que poseen. La delegación de intereses personales por el cumplimiento del “deber”, el hacer uso de su incipiente sentido común y manejo de las normas, para hacerlas efectivas ante sus hermanos menores, tendiendo a la rigidez, comportamientos impositivos y hasta agresivos. Se anulan las emociones de igualdad exponenciándose la rivalidad de los más pequeños y la culpa en los mayores ante los errores que naturalmente puedan cometer. La ambivalencia e inseguridad se convierten en experiencias continuas, las cuales tendrán repercusión en el hijo y en la personalidad del adulto que está en construcción.

Por tanto, los padres pueden ejercitar la cooperación de sus hijos mayores, en circunstancias puntuales y para tareas de poca relevancia, pero nunca en sustitución de ellos. Si se da la necesidad imperiosa de suplencia, que sea realizada por otro adulto, que bien puede ser un miembro de la familia extendida: abuelos, tíos, primos adultos o por medio de asistencia contratada de personas o instituciones. No debe ponerse más carga de la que significa vivir los retos que plantea cada etapa de vida.

Twitter/Instagram: @crispaz05

 

 

Cristina Paz
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