La Organización Mundial de la Salud asegura que la adicción al cigarrillo cuenta 1.1 billones de fumadores en el mundo. En consecuencia, 8 millones de personas mueren al año. De éstos, 7 millones son consumidores activos y más de un millón son fumadores pasivos.
Debido a la dificultad que representa contrarrestar esta adicción, los cigarrillos electrónicos o vaporizadores de nicotina (ENDS por sus siglas en inglés) encontraron un nicho fértil para su propagación masiva desde su origen en China en 2003.
Pero luego de posicionarse como una alternativa menos nociva que el cigarrillo combustible, la OMS proclamó en septiembre de 2008 que los cigarrillos electrónicos no pueden ser considerados como una ayuda para dejar de fumar.
Desde ese momento y luego de estudios independientes, países como Canadá, Australia y Estados Unidos han determinado que los cigarrillos electrónicos son adictivos. Por este motivo, fueron clasificados dentro de la categoría de los productos de tabaco incrementando su regulación e impuestos.
Aún así, el vaping o vapeo se puso de moda por medio de sabores dulces que han seducido, no solo a las personas que quieren dejar de fumar, sino también a más de 3.6 millones de niños estudiantes de bachillerato, según cifras del centro de control de enfermedades estadounidense, CDC.
Aunque ya se habían reportado algunos casos de intoxicación y quemaduras, las alarmas se prendieron el pasado viernes 6 de septiembre luego de la quinta víctima mortal por enfermedad pulmonar severa. Hasta el momento 450 casos han sido reportados en 33 estados.
A pesar de que el CDC no ha identificado un tipo de dispositivo o sabor específico como causa de la epidemia, la mayoría de los pacientes (84%) en Illinois y Wisconsin, con una edad promedio de 19 años, reportaron el vapeo de productos que contienen tetrahidrocannabinol, el agente sicoactivo del cannabis.
Los síntomas incluyen tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, nausea, vómito, diarrea, fatiga, fiebre y pérdida de peso.
Fumar es una moda que por lo general se adquiere en la adolescencia. Recuerdo los cigarrillos que me fumaba en la “playita” de la facultad de Comunicación Social de la Javeriana esperando por clase o echando chisme con un tinto.
Así mismo recuerdo la cantaleta de mi mamá cuando me olía la ropa. En cambio hoy, los chicos llegan a casa oliendo a galletas o frutas ya que los cigarrillos electrónicos disfrazan el olor de lo que sea que están fumando.
La moda del vapeo es difícil de combatir precisamente porque es una moda que no incomoda. El olor del vapor en público no desagrada como el del cigarrillo. Por esto los vapeadores no son discriminados como los fumadores de cigarrillos a quienes tratan como zorrillos.
En Estados Unidos las tiendas de vaping aparecen en los barrios como si fueran Dunkin Donuts y aunque prohíben su venta a menores de edad, su presencia los normaliza. Las autoridades continúan sus esfuerzos para prohibir los sabores y empaques que atraen a la población más susceptible pero una vez más, la comunicación entre padres e hijos es la única defensa.
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