En el principio de la Historia, las mujeres eran consideradas imperfectas por naturaleza, y se decía que las mujeres no lograban alcanzar la sabiduría o madurez ante las acciones relevantes de la vida humana, eran consideradas incapaces de afrontar cualquier decisión y obligadas a obedecer a sus padres o a sus maridos.
Durante muchos siglos, las mujeres no podían aprender a leer o educarse, solo trabajaban en casa haciendo las tareas domésticas, y tampoco tenían derecho al voto. Encontramos adjetivos para los géneros de orden radical, como fuerte/débil, práctico/complicado, básico/complejo, inclusive que son guiados por los planetas Venus/Marte.
En todo caso, digamos no a los radicalismos, al neutralismo; es importante identificar qué nos vincula y en qué consiste la inconsciente rivalidad entre hombres y mujeres.
Todo empieza con Eva
Si hablamos de feminismo todo inició con Eva, creada por Dios a partir de la costilla de Adán. Pudieron vivir en el Edén con condiciones que fueron quebrantadas al probar el “fruto prohibido”. Aquí comienza la creencia que se ha desarrollado de la mujer pero realmente, ¿cuál fue el sexo débil? Como consecuencia, las mujeres fueron representadas durante muchos siglos como débiles, pecadoras y, por lo tanto, inferiores a los hombres.
Hace poco tiempo escuché en una villa de Portugal a una señora decir que ser mujer era una maldición por todo lo que tenemos que pasar. Este comentario me sorprendió, no pude resistir y le pregunté el motivo de su malestar, a lo cual respondió: «La culpa es de Lilit, por no quedarse en el Edén».
Me dejó aun más confundida y este nombre me llevó a las interpretaciones en el Génesis. Lilit fue creada por Dios al mismo tiempo que Adán. Rebelde y considerada la primera feminista de la historia, fue la primera esposa de Adán, ella no estaba dispuesta a ser su criada y no entendía que por ser hombre, tuviera más privilegios que ella, ya que los dos habían sido creados de la misma manera. Desde el origen de la humanidad existe la fuerza de la mujer. Esto es un dato curioso: encontrar la primera feminista en el Edén.
Imposible defender lo indefendible, las mujeres somos únicas e irrepetibles, sin ánimo de ser sexista o de discriminar. Tenemos una condición biológica, física, hormonal, neurológica que nos define, defender la igualdad no es realizar las labores de los hombres o vestirnos en oposición. Sigue siendo un problema de percepción.
Crecimiento continuo
Estas barreras generadas en la historia nos han fortalecido para ser resistentes a los cambios, siendo más adaptables, inclusive, vivimos más y con mayor estabilidad emocional. Considero esta discrepancia como una gran oportunidad de crecimiento continuo. Pensamos demasiado antes de actuar, medimos más de una consecuencia. ¿Hasta qué punto nos hace efectivas? ¿Dónde está la diferencia? ¿En la oportunidad o en cómo la abordamos?
Las mujeres abarcamos fronteras emocionales y psicológicas de mayor alcance, lo que nos hace más decididas y consistentes; con el pasar del tiempo hemos incrustado en nuestro ADN cambios biológicos en el género.
La sociedad se encuentra en un potencial crecimiento y de manera equivalente, inclusive, según los datos más recientes de las Naciones Unidas del 2019, en el mundo hay actualmente un 50,5 % de hombres y un 49,5 % de mujeres, teniendo en cuenta que la población mundial para este año 2019 ronda los 7.500 millones de personas. ¡Sorpréndete!
La competitividad del hombre es por naturaleza debido a la presencia de la testosterona, la encargada de sus acciones. Se pudiera decir que el comportamiento de las mujeres es diferente al de los hombres debido a sus diferencias hormonales. Los hombres que temen competir con las mujeres son los que tienen a flor de piel su inconsciente, desde el principio de su existencia fueron femeninos, y reconocen el poder del cromosoma X en todo su esplendor.
Por Francis Bell
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