Uno de los mayores problemas de salud es la obesidad. Es una pandemia generalizada a nivel mundial y, sin embargo, muchos ignoran como nos afecta en nuestra calidad de vida el tener un peso por encima del promedio.
Para preservar, mantener y mejorar la calidad de vida, la ingesta nutricional debe ser suficiente y equilibrada. El aumento de peso se produce cuando la ingesta de energía excede el gasto energético. Eso funciona cuando se trata de unos kilos de más. El sobrepeso y la obesidad son parte de un conjunto complejo de interacciones entre factores genéticos, conductuales y ambientales, incluyendo la dieta y el nivel de actividad física.
Resultado de la dieta: un yoyo de sube y baja
¿Qué pasa cuando rebajo de peso y vuelvo a subir mucho más? Seguro hemos oído eso de que estamos con un yoyo al hacer dieta, perder kilos de más y al poco tiempo no solo recuperarlos, sino doblar la cifra perdida. También hemos sido partícipe de cuanta dieta nos recomiendan, de las pastillas milagrosas de moda, de lo que a las estrellas de cine y televisión les funcionan para estar como pitillos.
Y aunque existan esas “soluciones” la etiología multifactorial del sobrepeso desafía a los profesionales e investigadores a identificar estrategias permanentes y efectivas para la pérdida de peso y su mantenimiento.
Solo del 1 al 3% de la gente que pierde peso, realmente lo mantiene en el tiempo. Pues sí, grite… o asústese, pero es la realidad. Y aunque la genética pueda jugar a favor para quienes se mantienen esbeltos, no explica por si sola el creciente y alarmante aumento del sobrepeso y la obesidad en la población (en todos los grupos etarios y por edades).
Más allá de la genética, los factores conductuales y ambientales conspiran para inducir a las personas a realizar muy poca actividad física y comer demasiado en relación con su gasto de energía. Expertos de salud hablan ya de que la pérdida de peso no debería ser la motivación principal detrás de los cambios saludables en el estilo de vida.
Con la biología en contra
La mayor parte de las personas que intentan perder peso por su cuenta frecuentemente informan que abandonan sus esfuerzos debido a la frustración con la cantidad o tasa de pérdida de peso. Un importante número de investigaciones muestran que más del 95% de aquellos que lograron algún tipo de pérdida de peso significativa lo vuelven a recuperar, incluso más, en un par de años.
Esta sombría perspectiva que abriga la pérdida de peso se debe a que la biología lucha contra ella, y lo hace de manera muy efectiva. A medida que aumentamos de peso, la biología de nuestro cuerpo cambia, asume y defiende ese mayor peso corporal como la nueva normalidad. Y es que el cerebro nos hace trampa, pues tiene elementos a su disposición que usa con ese único propósito como aumentar el apetito e incrementar la sensibilidad del gusto y el olfato.
La siguiente estrategia que utiliza el cuerpo para combatir cualquier pérdida de peso sustancial es reducir la cantidad de calorías que quema, y si eso no fuera suficiente, ante la reducción de calorías, el cuerpo se vuelve más eficiente en el uso del combustible, reduciendo el consumo de calorías durante la actividad física.
Además de esto, el factor ansiedad es determinante. Por más fuerza de voluntad (en la mayoría de nosotros es débil), no importa qué dieta o programa de ejercicio de siga, seguramente recuperaremos el peso perdido o seguiremos jugando al yoyo con nuestro peso. Perder peso es todo un reto, es verdad, y también nos debe motivar a buscar un estilo de vida saludable sustentado en una dieta equilibrada y el ejercicio o activad física regular.
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