Para quienes me conocen de cerca, saben que uno de mis sitios favoritos a visitar es la playa. ¡Adoro la playa! ¡Amo la playa! ¡Me encanta la playa!¿Queda alguna duda de que me gusta la playa? ¡Creo que no!
Cuando empiezo a indagar en los gustos de alguien y me dice que no le agrada la playa, me asombro (En ese momento soy la persona menos empática del universo). Sin embargo, aunque no pertenecen a un grupo mayoritario, algunas personas no son amantes de la playa, por diversas razones como tiempo, distancia geográfica, aversión al sol o a la arena, inseguridad al vestir un traje de baño y otras tantas razones y/o excusas que no vienen al caso.
Mi intención con esta nota no es convencer de ir a la playa a aquellos que no les gusta visitarla. Entre gustos y colores, no han escrito los autores. Y respeto las elecciones de cada quien. Más sí quiero recordarle a los que no les atrae la playa y a todos los que creemos que es un paraíso tropical, las bondades de visitarla, tanto para el alma, la mente y el cuerpo.
¡Adiós al estrés!
Estar en la playa nos relaja. Caminar en la arena es un rico masaje para los pies. Nadar en el mar relaja nuestros músculos. Tomar sol (siempre con protector solar, por supuesto) nos hace sentir más felices, debido a que los rayos UV aumentan la producción de un neurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar: la serotonina, que también interviene en la regulación del sueño, la temperatura del cuerpo y la conducta sexual. Y si son varios días que estamos pasando junto al mar, los beneficios para el descanso se multiplican, ya que nos olvidamos de despertadores, tráfico pesado y obligaciones. Sólo hay un deber: ¡Disfrutar!
Niños felices y tranquilos
La playa le permite a los chiquitos de la casa poder explotar toda su imaginación, correr, saltar, nadar y un sinfín de actividades que los dejarán rendidos al final del día. Además, las actividades playeras abren el apetito de los niños, lo que provocará que –milagrosamente en el caso de algunos- se devoren todo lo que les sirvan el plato. Ello sin dejar a un lado que dormirán plácidamente toda la noche, pues en la costa la presión atmosférica baja y esto contribuye a conciliar un sueño más profundo.
Piel saludable
Siempre insisto con la importancia del uso del protector solar. Y en el caso de nuestros momentos playeros, esta protección debe reforzarse, ya que estamos expuestos al sol de una forma más prolongada y con mucha menos ropa de la que solemos andar. Si protegemos nuestra piel, nuestra visita a la playa puede ser de gran beneficio para el órgano más grande del cuerpo humano. Gracias al sol la piel puede sintetizar la vitamina D. Además, el agua marina tiene una especie de efecto antibiótico, maravilloso para apoyar en procesos de cicatrización de heridas y en tratamientos de enfermedades de la piel como la psoriasis
Todo esto debido a la especial composición del agua del mar, que tiene zinc, yodo, sodio, potasio, magnesio, entre otros elementos que resultan muy beneficiosos para la salud en general y muy especialmente para la piel.
¡Inhala! ¡Exhala!
Quienes practicamos yoga sabemos cuán importante es saber respirar. Sin embargo, respirar frente al mar es ¡otro nivel! Respirar el aire marino es un aliciente automático para la tristeza o la depresión, así como es muy beneficioso para neutralizar la mente y contribuir con una buena meditación. Por si fuera poco, está demostrado científicamente que combinar la brisa marina con el darse baños en el agua salada, favorece a que los pulmones puedan eliminar toxinas. ¿No han escuchado cuando a alguien en gripado le dicen: “¡Anda a la playa, para que dejes la enfermedad en el mar!”? Pues la recomendación no es del todo desacertada, ya que un bañito de playa ayuda a mejorar la tos con flema, catarros y otros padecimientosrelacionados.
Un sitio perfecto para leer
Cuando visitan la playa muchos están dentro del agua, otros jugando en la arena, otros casi dormidos bajo el sol y otros, con un porcentaje importante, están leyendo un libro. ¿Eres tú de los que lee cuando va a la playa? ¡A mí me encanta! Combinar la lectura con la playa es una unión ideal ya que, si sumamos las ventajas relajantes y oxigenantes del mar con el ejercicio neuronal que conlleva la lectura, estamos activando de una forma fabulosa nuestro cerebro, combatiendo su deterioro y hasta aumentando sus capacidades.
Sin duda alguna, visitar la playa le regala infinitos favores a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu. Así que les invito a animarse e ir junto a su pareja, familiares o amigos (Estoy convencida de que acompañado todo es mejor) a la playa y disfrutar de todo lo que nos regala. Y si son de lo que dudan de ir a la playa por sufrir de algún complejo con su aspecto físico, les recuerdo que para obtener un cuerpo de playa sólo se necesita: ¡Tener un cuerpo y llevarlo a la playa!
Albelidys Guzmán
albelidys@gmail.com
@EspacioChic
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