Después de varias décadas de discusiones sobre la construcción de la megaobra para dotar a Bogotá de un metro funcional, teniendo en cuenta los costos, se llegó a la conclusión y firma del contrato en el periodo del exalcalde de Bogotá, Enrique Peñaloza. Y la conclusión fue que lo mejor, por presupuesto, era un metro elevado. Pero llegado al poder, el presidente Gustavo Petro, de izquierda radical, dijo que un metro elevado era un esperpento, lo cual no es totalmente cierto. Y si no, miremos el ejemplo del metro de Medellín, el de los paisas, como les decimos en Colombia.
Pero ni modo, con un presidente caprichoso, que llegó no para hacer rendir la platica del presupuesto nacional, sino para gastar más, hay que hacer lo que el presidente dice y lo peor, bajo amenazas. La polémica se encendió con la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien se enfrentó férreamente al presidente, aduciendo además los sobrecostos de un metro subterráneo. Los azotes de lengua se dieron en las redes sociales como testigos de un enfrentamiento que, a todas luces, tiene tintes políticos y económicos, porque no nos digamos mentiras: Claudia López quiere ser la próxima presidenta de Colombia, para el periodo 2026-2030, y Gustavo Petro quiere perpetuarse en el poder.
Discutir por todo lo alto
Luego de amenazar y chantajear a la ciudadanía, diciendo que si no había metro subterráneo, no habría plata para el resto de las obras de la capital colombiana, finalmente López y Petro se fueron a discutir por todo lo alto los acuerdos para cumplir los caprichos del presidente. Aprovechando entonces la celebración del evento de Asocapitales en San José del Guaviare en los llanos orientales, el pasado 9 de febrero, alcaldesa y presidente tomaron un vuelo chárter, con único testigo, una cámara fotográfica. Papel en mano y cuentas hechas como se ve en la fotografía publicada por ellos mismos en las redes sociales, y una cámara montada en un trípode que hizo una fotografía para mostrar a la opinión pública nacional, que ambos mandatarios llegaron, no solo a uno, sino a varios acuerdos secretos, llegaron a San José del Guaviare para fundirse en un fuerte abrazo. ¿Qué se dijeron? ¿Qué acordaron? Según ambos mandatarios, se ceñirán a los nuevos estudios técnicos y a los conceptos jurídicos para entregarle a los bogotanos al menos un tramo subterráneo, porque el resto seguirá siendo elevado. Pero el punto central es el sobrecosto que según el presidente, será solo de 2 billoncitos de pesos. ¿Será cierto esto? Varios expertos sostienen que el sobrecosto se duplicará al término de las obras.
Los caprichitos y sus costos
Entonces el caprichito del presidente le costará a los bogotanos un 55 % más de lo que costaba al principio, y eso sin contar las posibles demandas de los contratistas chinos, y de los ciudadanos que tuvieron que ceder sus terrenos para la construcción del megaproyecto. En mi opinión, este es un pacto de caballeros por todo lo alto y sin testigos. Y qué mejor que hacerlo en terreno neutral, es decir, en un jet contratado para la ocasión, a pesar de que existen otros espacios como la propia alcaldía de la capital, o el Palacio de Nariño, en los que no había que pagar un solo centavo.
Los colombianos ya estamos acostumbrados a que nuevas firmas en este tipo de proyectos significan más platica en juego, y lo digo porque en los gobiernos de derecha también se presentaron estos fenómenos.
¡Caramba! Cuándo entenderemos que las modificaciones y adiciones a presupuestos son negociados y cada firma tiene un precio. Porque ganas de meterle mano a ese presupuesto, con toda seguridad, no faltaron.
Ahora, si hablamos un poco más de los costos, la propia página web del megaproyecto, metrodebogota.gov.co, señala que los costos de un metro subterráneo duplican los que se generan con un metro elevado. Y concretamente, dicen que un metro elevado cuesta en promedio entre 2 y 2,5 veces los de un metro a nivel, y subterráneo su costo se elevaría, y óigase bien, entre 4 y 6 veces si fuera a nivel. Entonces el cuentico de que el caprichito de Petro solo costaría 2 billoncitos de pesos más, es puro cuento. Sobre la financiación de los sobrecostos, Petro viajará a China y personalmente le entregaría en concesión a los chinos, el cobro de las tarifas de transporte a la compañía constructora, y quién sabe por cuántos años más. Con 24 kilómetros, el presupuesto inicial de la primera línea, a día de hoy, es de 23 billones de pesos, unos 4.675 millones de dólares. La segunda línea, elevada por ahora, con 15,4 kilómetros, tiene un presupuesto inicial de 36.8 billones de pesos, unos 7.472 millones de dólares, aproximadamente.
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