Nos engañamos cuando decimos que “perdonamos pero no olvidamos”, así como si quedara pendiente algo que alguien tiene que pagar algún día…entonces…eso es perdón?
En el momento que perdonamos a otros, estamos realizamos un acto de liberación hacia nosotros, pero cuando nos perdonamos a nosotros mismos, lo que damos es una gran muestra de amor.
Cuando alguien nos hizo algo que consideramos un daño, injusto para nosotros, tenemos el derecho de sentirnos mal por ello, sobre todo si la persona no se hizo cargo de reparar el daño que nos causo. Pero ante ello tenemos dos caminos, el primero es continuar culpando al otro, recordar su falta, lo que incrementará nuestro malestar y deseos de no verla. Por este camino nos hacemos esclavos de esa persona, dependeremos de ella porque donde se encuentre, evitaremos estar nosotros allí, cerrando sin darnos cuenta nuestros espacios de convivencia. Y quien pierde en este caso somos nosotros, porque nuestra vida estará sesgada por el entorno que debemos compartir con esa otra persona.
Lo segundo es, conversar con esa persona, hacer un reclamo justo, o si esa persona no está, o no ve su falta, en un acto de compasión (no de lastima), reconocer las incompetencias de la persona para hacerse cargo y reparar lo que nos hizo, tratar de ponernos en sus zapatos, de entender porque actúa de la manera que lo hace, podremos estar en una posición mas clara y así de forma sincera, perdonar. Al hacerlo, la emoción de libertad que sentimos es muy grande, ya que estamos en ese momento soltando las amarras que nos tenían atados a esa otra persona por el hecho de no haberla perdonado. Entonces el bienestar que brindamos es a nosotros en primer lugar, porque podremos decidir en paz si continuar o no en la relación con el otro, si negociar o no, trabajar con ella o no, pero desde otra perspectiva de “no dependencia”, donde con seguridad tomaremos una mejor decision.
Ahora bien, existe una esclavitud peor y es cuando no nos perdonamos a nosotros, ya que nos convertimos en nuestras propias victimas, nos hacemos daño recordando aquello por lo cual nos sentimos avergonzados o molestos y por esa razón nos recriminamos constantemente, haciéndonos daño sin darnos cuenta. Amigo lector, desde la perspectiva del coaching ontológico aprendimos que cuando actuamos de la manera por la cual nos auto flagelamos, entendemos que esa era la manera como veíamos las cosas, pero tenemos la capacidad de reflexionar, aprender y de cambiar aquello que no nos gusta. Debemos si, asumir la responsabilidad por lo que hicimos y reparar aquello que no estuvo bien. Pero perdonarnos en un acto importante de liberación y de amor hacia nosotros y de reconocer que podemos ser mejores, porque al tener la capacidad de observar nuestra falta y corregirla, ya de por si es un aprendizaje y no seremos los mismos de antes. Demuéstrate amor…Perdónate.
Edda Caputto
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