El amor siempre requiere aire fresco, a pesar de las ondulaciones de la existencia. Es un relato de dos y también un relato de cada uno.
Pasión con un cine interior
Te prometo, no olvidaré
La singular existencia de esta hora en el tiempo,
Girando el cielo de oro y naranja.
Las piedras escuchando con la boca abierta,
El jardín floreciendo con ventanas emergentes,
no somos golpeados por un rayo
tampoco atados al silencio,
hemos encorvado la locura en su viaje
hacia aguas lunares,
nunca enterrados en la ceguera del invierno
mordemos con fuerza cada historia no resuelta.
La chakra del cielo nunca se equivoca: huertos de frutillas
alineando el horizonte. Metemos los pies en el agua.
Digo todo esto ha sido verdad. Lo que recuerdo ahora
Es justo: el ritmo de tu paso,
Tu mano izquierda separando el cabello,
Tu mirada como ofrendando el pan al sol
Para saber quien estaba mintiendo.
Caminamos, caminamos una brisa tierna
asomándose en los pastos marinos,
colocamos piedra sobre piedra
y levantamos las arenas y tocado con la frente
para saber si todo ha sido real
o si los mitos entraron a nuestras vidas.
Dime si la noche no ha sido suficiente
y si has navegado por las formas frágiles
y estrellas oscuras.
Dime ahora, entre esta agua y este fuego,
si has contado las horas en jaulas,
si las palabras volaron en todas las direcciones,
y una forma peligrosa eligió nuestro camino.
Dime si me preocupé de la fiesta y el miedo.
Dime: si la llama sigue encendida,
con una oración, el resto se lo dejamos al infierno
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