Los servicios de un coach pueden ser requeridos en distintas circunstancias de la dinámica organizacional, como por ejemplo: cuando se decide brindar un espacio de crecimiento personal a toda la plantilla gerencial o al equipo de ventas; cuando ante la posibilidad de promover a un ejecutivo en particular se piensa en el fortalecimiento de determinadas competencias requeridas para su nuevo cargo; o cuando el rendimiento de un miembro del equipo está por debajo de lo esperado y desea superarse esta deficiencia. En todas estas situaciones, el apoyo del coach puede generar resultados satisfactorios.
Se ha comprobado que el coaching en el ámbito organizacional impacta tanto en el fortalecimiento del compromiso de las personas que lo reciben, como también en el incremento de los niveles de rentabilidad de los negocios que han integrado la cultura del coaching como práctica regular. Pero, ¿qué es lo que hace el coach concretamente?
Si un coach se capacita en escuelas donde se desarrollan programas cuyo eje es la vivencia transformacional del ser, entonces como profesional tendrá la capacidad de facilitar cambios de esta naturaleza en otros, porque él ya los ha hecho cuerpo durante su formación. Siguiendo esta hipótesis, el coach que experimentó procesos profundos de aprendizaje tiene las competencias para procurar cambios similares en las personas que acompaña. Esto permite que el coach sea poderosamente consciente de que puede ayudar a su cliente a alcanzar un desempeño distinto, superior, transformador, con base en los cambios que él decida hacerse cargo.
Desde esta mirada, con las herramientas que tiene, el coach ayuda a que sus asistidos distingan aquellas oportunidades y/o desafíos que permiten alcanzar esa mayor efectividad individual. Y como en la práctica, lo hace mostrando y no sugiriendo, acompañando y no guiando, la capacidad de apropiación del aprendizaje por parte de los coachees marca una diferencia notable cuando las personas deciden por su cuenta qué pueden hacer distinto para lograr los resultados que desean.
Por ello, un coach que se ha preparado con rigor puede empoderar al ejecutivo para que asuma sus desafíos como oportunidades que llevarán a la organización a desarrollar su máximo potencial. Esto no tiene nada que ver con la magia, pero sí es un camino íntimamente mágico, porque cuando cada quien eleva su conciencia y se permite reconocer que puede convertirse en una mejor versión de sí mismo, esta decisión personal puede trascender en lo colectivo, beneficiando al equipo y, por añadidura, impactando positivamente en los intereses de la organización.
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