Amante 1:
Escucha mi latir
que calmado acaricia
la pequeña roca en la que estuvimos ayer,
esa que nos sacó del laberinto de la noche.
Amante 2:
Déjame en este silencio,
el jardín florece en
la quietud de mis ojos.
Posa tu dulce cabeza en mis rodillas.
Vistamos de risa al invierno.
Coro:
Acallamos el silencio
Cavamos para ver si hay malignidad en la trama:
gestos venenosos, cegueras inconclusas,
fármacos que despiertan ilusiones desmedidas,
sueños desligados, ataduras forzadas
Convocamos antídotos terminales,
que liquiden el orgullo terco
la inservible noche de temores,
las cien agonías en blanco y negro,
la seducción de la egolatría.
Lo nuestro distante, muy distante
de la derrota, del escape,
de la huida que desvanecería los hilos
que hemos tejido juntos con las yemas de los dedos,
secando con los ojos los sonidos de malagüero.
Mil o cinco mil suplementos de aliento el domingo,
bailes tropicales entre el desayuno y el almuerzo.
Que se detengan todos los relojes,
el universo duerme y sueña con nosotros.
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Excelente poesias de Eduardo Esclante Gomez, para los amantes del amor.