One & Only Ocean Club, tiene un jardín inspirado en Versalles, un claustro del siglo XII traído pieza a pieza de Francia, un chef Michelin y unas vistas de postal sobre el Caribe.
Es difícil que un fan total de James Bond se vea en otra así. Para empezar, la entrada no ha cambiado ni un ápice a cómo aparece en la ya mítica entrega Casino Royale de la saga de 007. Igual de colonial, de blanca y de imponente que la que recorre el personaje de la bellísima Solange Dimitrios en la película antes de encaminarse a su villa privada, la 1.085 para más señas.
Hablamos del edificio principal del hotel One & Only Ocean Club (cinco estrellas), perteneciente a la exclusiva red de The Leading Hotels of the World y aposentado en las Islas Bahamas. En concreto, en Paradise Island, una atolón de apenas siete kilómetros de ancho unido a Nassau, la capital del archipiélago, a través de dos puentes. Más idílico no puede ser el enclave, cuyas vistas a un Atlántico turquesa se cuelan desde cualquier esquina de este complejo de estilo colonial británico.
Y cualquiera es cualquiera, ya sea la piscina infinita que se precipita sobre el mar, el afamado restaurante Dune, con su mezcla de cocina asiático-francesa firmada por el chef Jean-Georges Vongerichten, poseedor de varias estrellas Michelin, o las elegantes suites con terraza a pie de jardín repleto de palmeras. Ahí se casó la top model Cindy Crawford con el financiero Rande Gerber hace ya unos cuantos años. Alquilaron el hotel completo. Y eso que sólo tiene 105 habitaciones.
El coctel de la casa
La huella de James Bond sigue en la recepción, por donde el espía interpretado por Daniel Craig se pasea solemnemente en la citada película. También se le ve jugando al póquer en el lounge-biblioteca del hotel, que sigue igual de exquisito que en el filme, con la excepción de las obras de arte contemporáneo que se van sucediendo cada cierto tiempo. Es el mejor sitio para pedirse el cóctel estrella, que, obviamente, no podía llamarse de otra manera, Casino Royale, un interesante combinado de vodka, ginebra y vino. La carta de 7 a 11, el té, el café y las obligadas pastas de acompañamiento corren por cuenta de la casa.
No podía faltar en la ruta cinéfila de 007 una visita a los jardines de estilo versallesco del interior del complejo, calcaditos a los del palacio francés. Fueron capricho directo de su primer dueño, el empresario sueco Axel Wenner-Gren, que cayó por aquí con su yate en 1939 cuando Paradise Island no era más que un arenal hasta arriba de cocoteros, iguanas y, dicen, cerdos. De ahí que los locales llamen al lugar Hog Island. O la isla del cerdo. A su propiedad la llamó Shangri-La.
Llenó los jardines de estatuas de inspiración clásica y hasta le dio por traer, pieza a pieza, desde Francia un claustro agustiniano del siglo XII. Todo sigue aquí, junto a la piscina en la que te prestan revistas y gafas de ver por si acaso. Y eso que Wenner-Gren vendió la propiedad en 1962 a Huntington Hartford II, un rico heredero. Éste último hasta pidió al Gobierno bahameño cambiar el nombre de la isla por el de Paradise. También fue él quien convirtió el lugar en un lujoso hotel de 52 habitaciones con campo de golf incluido. A la inauguración acudieron condes, duques y personajes como William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación en el que se inspiró Orson Welles para su Ciudadano Kane, o la actriz Zsa Zsa Gabor.
Mayordomo las 24 horas
Más de 50 años después, el cliente puede elegir entre 105 habitaciones para dormir, distribuidas en dos alas (las de Crescent y Hartfort). También están las cabañas con jardín o las Villas Residences, escondidas entre buganvillas e hibiscos en flor a lo largo de una playa de arena blanca nuclear. Si es más de piscina, sepa que todas tienen una privada, perfectas para degustar las fresas con champán que reciben al huésped. Su diseño está marcado por la madera oscura combinada con tonalidades en crema y blanco, aunque siempre sobresale algún toque de color en almohadas y tapicerías.
Acabamos el recorrido por el One & Only (a estas alturas ya se habrá dado cuenta de que hace honor a su nombre: único en su especie) con la lista de servicios premium del hotel: concierge que te soluciona qué hacer en tus vacaciones en un segundo, mayordomo las 24 horas del día, casino, club de niños, Neo-boutique con una línea de ropa diseñada en exclusiva para el hotel, servicio de shuttle a los principales puntos de la isla y un spa repartido por varias villas de estilo balinés cuya única finalidad es mimar al cliente. ¿Quién diría que no?
Fuente: ocholeguas.com
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