La situación de criminalidad como asaltos, asesinatos y robos en motos que se están viviendo en las calles de Nueva York, denunciada por el FBI y la policía local y mostrada a diario por las redes sociales que indican que son cometidas por migrantes ilegales hispanos, entre ellos venezolanos, me vino a la mente este refrán “no metamos a todos en el mismo saco”, que se refiere a la idea de que las personas no deben ser generalizadas ni tratadas de la misma manera, ya que cada individuo es único y tiene sus propias circunstancias, experiencias y características. En otras palabras, significa que no se puede juzgar o etiquetar a todas las personas de un grupo basándose en las acciones o características de unos cuantos.
Entonces, Marybel, quiso abordar este tema que considero de suma importancia y relevancia no solo para nuestra comunidad, sino para el mundo en general: la manera en que se etiqueta y estigmatiza a ciertos grupos de personas, especialmente en el contexto de la migración. Me toca como venezolana de bien porque le he “echado pichón” desde que obtuve legalmente mis papeles en este amado país. Me produce pena y vergüenza observar los actos de fechorías que cometen esos desalmados en Nueva York. Nos hemos ganado este país que nos acogió con trabajo y amor. En cambio, ahora, la consigna es: «Vengan, la frontera Sur está abierta para ustedes, serán mantenidos con los impuestos de quienes trabajan. Pueden hospedarse gratis en un hotel cinco estrellas y tienen una tarjeta roja para que se alimenten». Descaro total.
Es crucial recordar que la situación en Venezuela no ha sido fácil en los últimos años. La llegada al poder de ciertos líderes políticos y la continuidad de regímenes han llevado a muchos venezolanos a irse a nuevas tierras en busca de seguridad, estabilidad y oportunidades para ellos y sus familias. La inseguridad en el país, impulsada por diversos factores, ha sido un motivo adicional para emigrar en busca de una vida mejor.
Es impresionante ver cómo muchos coterráneos que han emigrado, especialmente a Estados Unidos, han demostrado una increíble capacidad de emprendimiento y resiliencia. Han establecido negocios, creado empleos y contribuido positivamente a sus comunidades de acogida. Sin embargo, también es cierto que la política irresponsable y sin control de fronteras abiertas ha permitido la entrada de elementos peligrosos y criminales que dañan el trabajo ejemplarizante de la comunidad venezolana de bien. Me indigna ver cómo maleantes ensucian nuestra bandera y la de este país.
No todos los venezolanos son iguales ni a todos se deben meter en el mismo saco, tampoco los miembros de ningún grupo étnico, nacionalidad o cultura lo son. Estigmatizar a un grupo entero de personas basándose en las acciones de unos es injusto e inexacto. Recordemos cómo en el pasado se etiquetó a los cubanos con el término «Marielitos», a los colombianos con Pablo Escobar, y a los mexicanos con los grandes carteles de la droga. Estas generalizaciones no solo son erróneas, sino que también perpetúan estereotipos dañinos. No debemos permitir que delincuentes definan la percepción de todo un grupo.
Es hora de que exijamos un cambio real en las políticas migratorias. Recordemos que, así como no abriríamos las puertas de nuestra casa a desconocidos sin filtro, debemos abogar por políticas que protejan nuestras comunidades. Nuestra seguridad y libertad está amenazada y hay que poner freno a tiempo porque de lo contrario será muy tarde y el vandalismo reinará y campeará en las calles de las principales ciudades de esta nación. Recuerden que la delincuencia es, como el comunismo, difícil de salirse una vez se instaura.
En la Biblia, ese gran libro al que hacemos referencia, encontramos el Proverbio 15:3: «Los ojos del Señor están en todas partes, observando a los malos y a los buenos». Este versículo nos recuerda que Dios está consciente de todo lo que sucede en el mundo, incluyendo las acciones de maldad. Nos insta a reflexionar sobre nuestras elecciones y acciones, sabiendo que seremos responsables ante Dios por las decisiones que tomemos
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