Cada uno escribe su nuevo día con lo de ayer, lo de hoy, o dibujando lo que vendrá (o no vendrá). Algunos eligen las zonas más espinudas, otros las tediosas, y otros deciden ser vagabundos en el acontecer. Cada uno elige su caja de resonancias y tiene una conversación consigo mismo que enaltece, o quisiera olvidar, “algo” o a “alguien”.
[7.00 escribiendo]
empiezo temprano
cuando las manos me lo piden
las primeras palabras
hacen sus ruidos
quieren cantar sencillo
algún asombro
aunque siempre esconden sus misterios
debajo de las letras
cuando empiezo a disfrutar, como son esquivas
se resbalan hacia la izquierda
dejan la página
quieren que las vaya a buscar
(recuerdo antiguas soberbias)
las atrapo, las limpio, las pellizco
cáscaras sobrarán
me encomiendo para saberlas
debo reconocer, me atemorizan
se pueden mandar a cambiar
son sensibles a mi torpeza
y a mi cuento
puede ser la identidad de una vecina,
o de un loco feliz,
o de la vieja que le echó el ojo a un joven
o a la mosca molestosa que interrumpió un beso
A medio camino del escrito siento
los coqueteos de las letras y guiños de ojos
pero también se burlan de mí
les gusta clavarme un aguijón
así me rasco y dejo de escribir.
de algún modo me las arreglo
ahora escribo sobre el vestido blanco
de la novia embarazada.
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