Si usted recuerda estar pegado al televisor, de aquellos en blanco y negro, viendo la película “El Monstruo de la Laguna Negra”, seguramente ya está pensando en su jubilación o retiro. Pero quizás desconoce que escenas de este clásico del cine fueron filmadas no muy lejos de Miami y Orlando, en un rincón justo al lado del océano Atlántico, y que hoy en día es un destino turístico muy cerca de la histórica ciudad de St. Augustine, en Florida.
En la carretera A1A, entre Palm Coast y St. Augustine, Marineland Dolphin Adventure es sin duda un lugar único en el Estado del Sol. A pesar de que es muy probable que haya disfrutado con anterioridad de espectáculos con delfines en lugares como SeaWorld de Orlando o Seaquarium de Miami, hay algo muy especial aquí y es tener al océano como telón de fondo mientras recorre sus instalaciones o participa en algunos de los programas interactivos con delfines.
Marineland abrió sus puertas en 1938, y su historia tiene mucho que ver con la Gran Recesión y con el auge de la industria fílmica. Cuando fue inaugurado se llamaba Marine Studios y fue considerado como el primer “oceanario”, pues ofrecía a los visitantes la posibilidad de explorar de cerca lo importante que es mantener y conservar los mares — y justo al lado del Atlántico.
Y para Hollywood fue la respuesta para poder filmar, de manera segura y con buena calidad, escenas debajo del agua. Por muchos años, antes de Walt Disney World y del Centro Espacial Kennedy, fue una de las principales atracciones turísticas en Florida.
Y si cree que los que llegaban ahí presenciaban sofisticados espectáculos con delfines cuello de botella, no, no era así: el acto principal consistía en un entrenador que sostenía un pescado que desaparecía cuando el delfín saltaba fuera del agua para atraparlo.
Hoy en día, Marineland está afiliada al Acuario de Georgia (que vale la pena visitar cuando ande por Atlanta), pero su énfasis sigue siendo la conservación, sobre todo de los delfines. Enormes piscinas repletas de agua que es extraída y procesada directamente del mar son el escenario ideal para su aventura acuática.
Jugar con delfines
Son muchas las alternativas que ofrece Marineland, que se ajustan a todos los presupuestos familiares y al tiempo que quiera dedicar para visitar las instalaciones. Una de las más populares es “Touch and Feed”, o “Tocar y alimentar”, en la que los participantes (grupos pequeños, de dos o tres personas), junto a un entrenador, interactúan con uno de los delfines (hay más de una docena en total) por un buen rato.
El entrenador se encarga de darle a conocer el nombre del delfín, y comparte algunas características de la personalidad del animal, o datos como su edad o procedencia. Luego le explica algunos de los gestos que debe hacer para que el delfín se acerque hasta usted, y cómo es la manera adecuada de alimentarlos.
Pero antes del festín, puede acariciar al delfín, tocar sus aletas y, mucho cuidado, no se asuste cuando coloque su mano sobre el espiráculo o blowhole, que se encuentra en la parte superior de la cabeza, y que es por donde respiran. Su amigo en esta experiencia también lo saludará con sus aletas, responderá algunas preguntas y, por supuesto, se despedirá salpicándolo con agua, siempre y cuando con buena puntería le haya dado algunos pescados como recompensa.
Esta experiencia cuesta unos $59, e incluye la visita al resto de las instalaciones de Marineland. En ciertas épocas del año puede disfrutar de descuentos, pero no durante el verano.
Otras experiencias con delfines cuestan mucho más, así que todo dependerá de su presupuesto familiar.
Marineland ofrece otros programas más extensos, y un poco más costosos, que van desde ser entrenador por un día hasta nadar con delfines. También puede visitar sin tener que pagar por la interacción con delfines, y recorrer instalaciones donde habitan tortugas y tiburones. La entrada general cuesta $15 y puede disfrutar de actividades durante el tiempo en que esté de visita.
Y luego a Fort Matanzas
A unas cuantas millas de Marineland, en ruta a St. Augustine, se encuentra Fort Matanzas.
Desde su auto, cuando atraviese el puente Matanzas Inlet podrá ver a su izquierda una pequeña edificación militar colonial que, a pesar de que no se trata de un imponente castillo, sin duda le llamará la atención.
Esa área de la entrada del río (Matanzas Inlet) fue vital para los españoles que fundaron St. Augustine hace más de 450 años. Cuando concluyó la construcción del Castillo de San Marcos en 1695, la ciudad tenía una sola pero gran debilidad cuando se trataba de protegerse de los enemigos: esa área fluvial, a 14 millas al sur, permitía a las naves británicas – o a los piratas – atacar a los habitantes. Por eso el fuerte fue levantado.
Antes de la epidemia de Covid-19, un bote lo llevaba gratis hasta Fort Matanzas, y uno de los guardaparques ofrecía un rápido tour. Los viajes han sido suspendidos, pero seguramente pronto se van a reiniciar, así que cuando vaya de visita a Marineland y St. Augustine, verifique antes si podrá visitar Fort Matanzas.
Pueden leer en La Nota Latina/La Nota-Latina
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Increíble la oferta tan variada de Florida. Muy interesante la nota, gracias por compartir la experiencia. Saludos