Maria Gabriela Isler no es una Miss Venezuela cualquiera. En el año 2012 se coronó como la mujer más bella del país sudamericano y en el 2013 como Miss Universo. Su sueño nunca fue participar en el “máximo evento de la belleza venezolana”, porque sus prioridades de vida eran otras. Admite que decidió participar más inculcada por un deseo familiar que propio, por eso entró en el límite, a los 24 años de edad y representó para ella un reto que debió asumir porque estaba finalizando su carrera en Gerencia.
Ese reto se convirtió después en su punto de honor, que la llevó a participar en el Miss Universo donde resultó ganadora y lo aprovechó para emprender diferentes proyectos, especialmente de carácter social. Creó su propia fundación, llamada «Iniciativa Isler» que tiene como propósito impactar de forma positiva en la vida de niñas, jóvenes y mujeres que se encuentran en situaciones vulnerables; y tiene además un fondo que lleva por nombre «Universo de Bendiciones», el cual apoya la formación en valores a través de programas de educación, salud integral, sexual y reproductiva. Adicionalmente, forma parte de la firma asesora «Soulful Impact, LLC»; es miembro asesor en «The Resolution Project»; embajadora global de «Scalabrini International Migration Network», y signataria de la «Declaración conjunta de líderes religiosos contra la esclavitud moderna» de la «Red Mundial de la Libertad» («Global Freedom Network»).
La Nota Latina conversó con esta Miss, que nació en Valencia, Venezuela, todo un ejemplo a seguir y orgullo latino y esta fueron sus respuestas sobre los cambios que significó para su vida el haber ocupado la coranas de Miss Venezuela, Miss Universo y su decisión de ayudar a impactar vidas.
–¿Por qué decidiste participar en el Miss Venezuela?
Para mí nunca representó un sueño como quizá lo es para otras jóvenes en Venezuela. El «Miss Venezuela» era ese evento que, como espectadora, admiraba y del cual siempre disfrutaba en compañía de mi familia. Sin embargo, a veces Dios tiene un plan diferente al nuestro, siempre pensé que estar ahí era algo como inalcanzable. Al ser parte de nuestra idiosincrasia como venezolanos, creces con la idea de que las reinas de belleza son la realeza de nuestro país, y estar allí es como el estrellato y un gran logro para cualquier mujer. Yo honestamente rechacé la idea varias veces porque tenía una prioridad: mis estudios y convertirme en una mujer profesional. Así crecí y así me criaron, los estudios eran lo primero. A mis 24 años, con la edad límite para participar, se me presentó la oportunidad; y siendo sincera, era el sueño de mi familia y para mí fue un reto que decidí asumir porque ya estaba finalizando mi carrera, y fue una condición que puse con la familia del «Miss Venezuela». Tomé la decisión de participar porque nada malo me podría quedar de ese aprendizaje: significaría un premio llenar a mi familia de orgullo, y crecer como profesional también lo tendría garantizado.
–¿De qué forma contribuyó el Miss Venezuela a tu desarrollo profesional?
— Cuando te integras a las capacitaciones y las dinámicas que la Organización Miss Venezuela tiene planificadas para las candidatas, nunca te detienes a ver el escenario a largo plazo de lo que día a día vas mejorando o trabajando. En mi caso tuve la bendición de estar en la última producción «del mago de la televisión», Joaquín Riviera; y contar con el apoyo incondicional de la hermosa María Kallay, «la mamá de la quinta». Crecer y ser cada día retada a ser mejor de la mano de estas personas fue increíble, tener la guía de un equipo de trabajo cuya meta era la excelencia y la perfección fue simplemente la ganancia más grande. Decir todas las cosas que aprendí, mejoré, o simplemente cambié, sería una lista súper larga… Basta con ver mis vídeos antes y después del «Miss Venezuela», así como durante o después del «Miss Universo», y mi confianza y personalidad dieron un vuelco claro e irreversible para mejor.
–¿Cuáles son los principales beneficios del certamen Miss Venezuela para las concursantes?
–No es un secreto que el certamen es visto por muchos como un trampolín al éxito, no solo para las Misses, sino también para quien participe en el concurso, desde cualquier ámbito. En el caso de nosotras como concursantes, es la oportunidad de crecer como profesionales en áreas como pasarela, oratoria, expresión corporal, entrenamiento físico, desenvolvimiento escénico, imagen, y proyección en cámara, entre otros aspectos. Al mismo tiempo, estar en pantalla en diferentes programas –previos y posteriores al concurso, nos permite ser conocidas por el público, y tener incluso la posibilidad de que algunas marcas puedan interesarse en nuestra imagen para futuras contrataciones. Si se trata de una candidata con interés en el área de televisión y entretenimiento, el «Miss Venezuela» sería uno de los pasos más importantes para avanzar en el medio.
–¿Cómo fue tu crecimiento personal tras coronarte reina?
–Debo admitir que mi preparación fue una especie de «lavado cerebral»: ¡nunca me imaginé que se trataba de una preparación emocional, mental y espiritual! En mi caso fue así y sé que cada candidata es preparada de forma diferente, según sus debilidades y fortalezas. Más allá de la imagen como tal, contar con un equipo que trabajó mi pasado para mejorar mi presente y futuro, que se enfocó en que creyera en mí y superara mis inseguridades y mis miedos, fue uno de los mayores logros. Pasé de ser una persona retraída, callada, insegura y reservada a ser una mujer confidente, conversadora, extrovertida y con una actitud bastante positiva y elocuente… No me cambiaron, simplemente fueron capaces de sacar lo mejor de mí y que yo me diera cuenta que esa «yo» sí existía y que solo debía conocerla.
–¿Cuál fue tu labor social, primero como Miss y luego como reina y qué aprendizajes te dejó?
–Mi labor social fue bastante diversa. Recuerdo que durante el concurso estuvimos muy involucradas con «Senos Ayuda» y con actividades relacionadas a la prevención del cáncer de mama. Trabajé en el «Hospital Ortopédico Infantil» donde ayudaba en sala de yeso, preparaba a los niños y sus familias para el proceso preoperatorio; compartí en la sala de cuidados especiales con los llamados «niños de cristal», les leía cuentos y jugaba con ellos, así como con otros pacientes del centro de salud que lo visitaban con regularidad. También trabajé con el «Hospital San Juan de Dios», donde realicé fisioterapia, daba apoyo durante las cirugías dentales, las rehabilitaciones y las consultas a pacientes y familiares. El mayor aprendizaje que tuve fue reconocer que una sonrisa puede cambiarle el día, o la vida, a quien menos uno se imagina; uno se da cuenta de que los problemas personales que pueda tener no se comparan con los de muchos que sí tienen alguna necesidad. En esas situaciones toca volverse fuerte y poner la mejor cara posible, contagiarlos de nuestra propia alegría y volvernos más agradecidos; uno entiende que es un símbolo para la cultura nacional y que un poco de bondad, y la buena intención de sumar, pueden ser parte de un bonito recuerdo que otros nunca olvidarán.
–¿Qué consejo le das a otras aspirantes a ser Miss?
–El mejor consejo que puedo darle a una aspirante es muy simple: ¡No te desvíes de quien eres, ni de tus valores! Cada una tendrá detrás una familia que estará apoyándola dando –hasta de lo que no tienen- para hacer que cumplan ese sueño. Les recomiendo que piensen que cada paso que dan, y que cada decisión que tomen, deben llenar de orgullo a sus abuelitos, a su mamá, su papá, e incluso a los niños más pequeños de su familia; que en todo lo que hagan conserven su dignidad, y mantengan su frente en alto ante quienes las aman y las admiran. Les diría que vivan la experiencia al máximo y que aprovechen cada oportunidad de aprender y crecer; y más allá de eso, de cultivar buenas amistades y relaciones duraderas. Al final, ¡nadie te quitará lo vivido!
–¿Qué es lo mejor que te dejó el Miss Venezuela?
–Me dejó una nueva yo, renovada y transformada positivamente. Una mujer llena de aprendizajes por compartir, de obstáculos y traspiés que superé, y de los cuales me siento muy orgullosa; me dejó la satisfacción de saber que no tuve que sacrificar mis valores para triunfar, y me demostró que poner mi bienestar primero, que elegirme siempre a mí, y que seguir mis instintos y mi vocación, era –es y será- el camino correcto. Por supuesto, también me dejó buenas amistades, y gratos e inolvidables recuerdos.
–¿Cuál dirías que es el secreto que diferencia al Miss Venezuela de otros certámenes y que lo ha hecho tan exitoso?
–Concursos hay muchos y cada uno tiene su propia fórmula de éxito. Sin embargo, y poniendo a un lado lo que yo pueda pensar, la historia y los hechos hablan por sí solos de cómo el «Miss Venezuela» siempre ha sido un emblema, un ícono de belleza ante el mundo. El secreto evidentemente incluye a Osmel Sousa y lo que su ojo clínico aporta a la organización, esa capacidad que tienen de visualizar a la candidata bajo la imagen que pudiese favorecerle más; todo eso sumado a lo ya mencionado antes: todo el equipo de preparación que agrega valor y hace la diferencia… Y, definitivamente, el nivel de compromiso que asumimos como candidatas también es parte del secreto. El peso país es muy grande y las participantes debemos asumir ese compromiso con tenacidad, disciplina y entrega.
Foto de portada: Rafael Franceschi
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