Quiero compartir una reflexión que surgió de una conversación muy especial con la doctora Sonia Valdés, una dama a quien admiro y quiero. A sus 82 años, Sonia es una líder comunitaria, autora en nuestra editorial La Nota Latina, presidenta de la Cámara de Comercio Cristina y del Miami Kingdom Lion Club. Una noche, mientras regresábamos juntas a casa después de un cumpleaños, entre risas y anécdotas, me dijo, con su característico acento cubano, algo que me dejó pensando: “Mima, aquí en Miami te valoran hasta por el carro que manejas”.
Nos miramos y, con una sonrisa, dijimos lo mismo: “Estamos descalificadas.” Ambas manejamos carros viejos, pero en excelentes condiciones, y de marcas reconocidas. Y ahí está el punto. Nos reímos y, como si nos hubiéramos leído la mente, dijimos casi al unísono: “¿Para lo que nos importa? Al final, nadie va a pagar nuestra factura por un carro nuevo”.
Esa conversación me llevó a reflexionar sobre cómo, en muchas ocasiones, el éxito se mide en cosas tan superficiales como el carro que manejamos o la casa donde vivimos. Y ahí es cuando surge el verdadero dilema. He visto a «líderes empoderadas que ni trabajan» manejando autos de lujo, pero sufriendo por pagar cada cuota, estresadas por mantener una imagen que, al final del día, solo conocen en su intimidad.
En mi caso y en el de Sonia, no sufrimos ese estrés. Mi carro me lleva a donde necesito, y eso no me hace menos que nadie. El valor de una persona no está en las cosas materiales, sino en cómo enfrentamos la vida, en nuestras decisiones y en nuestra paz mental.
Fíjense en la naturaleza, que está ahí para enseñarnos, pero a la que a menudo no prestamos atención. Piensen en el caracol, que lleva su casita a cuestas. Puede parecer lento o modesto, pero avanza a su ritmo, con su hogar intacto, protegido y sin estrés. Así debemos ser nosotros. No se trata de la velocidad ni del lujo, sino de cómo nos sentimos dentro de nuestro propio “caparazón”.
Para mí, el verdadero éxito está en vivir sin apegos, cultivando nuestra parte espiritual y disfrutando del presente, sin dejarnos llevar por la carrera materialista que nos rodea. Y tú, ¿te estresas por lo que los demás piensan de lo que tienes, o vives en paz sabiendo que lo que realmente importa es cómo te sientes con lo que eres?
En la Biblia, ese libro al que siempre volvemos, encontré este versículo: “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. (1 Juan 2:15)
Gracias, gracias, gracias por leerme, compartir nuestros relatos y publicitarse con nosotras. Recuerden que aquí estamos para redactarles una nota de presentación, la entrevista que les ayudara a potenciar sus marcas, llevarles sus redes sociales desde cero o escribirles su historia y convertirla en un libro.
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