La palabra reloj en tiempos modernos es anacrónica, ya no es necesario para medir el tiempo natural, cuando el hombre quiere deshacerse de adefesios es tonto colocarse sobre la muñeca al mejor estilo de prisionero, una esposa. Se es esclavo del tiempo, y usar el antebrazo como palanca para observar la hora. Resulta que ya no es la hora lo importante sino la conexión universal con la información, una verdadera interacción.
Regresar a poner la mente en la muñeca, sientes la llamada en el pulso, pasas a ser un hombre cibernético con emociones digitales, pero tiene un error de origen, se lee con los ojos y se oye con los oídos. La tendencia mundial es no utilizar el reloj de pulsera, sino el celular.
La hora viaja por el espacio y la pregunta ¿qué hora es? Viene prácticamente sin sentido en el reloj inteligente, peso, tamaño y diseño no atraen, pues para ello hay que desarrollar una destreza extraordinaria casi de pianista, para lo realmente práctico que es que sea utilitario.
Esto tiene que ver más con la nostalgia vintage del reloj del detective Dick Tracy tira de prensa estadounidense creada por Chester Gould en 1931, inspiración para la creación del celular por su interactividad, o el novedoso reloj digital led de esfera negra que apareció en la película de 007 protagonizada por Roger Moore, Vive y deja morir en 1973, un Hamilton P2. El dos por uno, TELÉFONO – RELOJ, más otras funciones.
Sería mucho más positivo e interesante desarrollar el TELÉFONO – LENTE, gafas sencillas, más económicas, pues son necesarias además para corrección de la visión automática, o polarización ajustable para protección del sol, además de poseer otra gama de posibilidades, que existen en el mercado GPS, cámara, música, etc.
Probablemente quede en el camino ese lanzamiento, la interfaz está en la muñeca y la capacidad de ver y oír, visión están a casi un metro de distancia. Toca elegir.
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