Lo aprendido a través de nuestra trayectoria cultural, desde la niñez hasta el sol de hoy cuando pueda que hasta nuestro comportamiento cultural incluya más de una cultura, forma un sistema de piezas que calan juntas para potenciar lo que vamos a crear en el futuro. Por ello, las personas que somos agentes culturales positivos somos por naturaleza creadores e innovadores.
Para lograr innovación en el trabajo, para la sociedad y para la prosperidad, es necesario tener una buena base de valores culturales que incluyan la creatividad, la habilidad para traducir ideas en acción y la disciplina para ser constantes en producir resultados que generen progreso. Ninguno de esos elementos por separado pueden dar resultados porque necesitan moverse juntos como un engranaje de mecánica perfecta. Son nuestros recuerdos culturales los que unen estas piezas para que nuestra innovación fluya.
De acuerdo con el doctor Bessel van der Kol en su libro El cuerpo lleva la cuenta, los recuerdos pueden hasta modificar el cerebro humano para bien o para daño a la salud física y mental. De modo que los recuerdos culturales nos sirvan de empuje para la innovación, así como lo explica el libro, debemos utilizar la comunicación como herramienta para reconstruir cada experiencia en cápsulas de aprendizaje que sirvan de apoyo para nuestro bienestar. En esa salud de recuerdos culturales bien canalizados conseguiremos la plataforma mental para ser innovadores y aportar prosperidad para nosotros y para la sociedad. #CulturePhilanthropy
Foto portada: George Milton en Pexels
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